La producción de carreras del equipo de Villa Clara ha mermado notablemente en sus más recientes presentaciones. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 05:59 pm
La recta final de la fase clasificatoria se ha polarizado por estos días. Los de la punta no ceden terreno y es solo cuestión de días —muy pocos, por cierto— para que comiencen a emerger los primeros elencos con derecho a animar el segundo tramo de la presente Serie Nacional. En contraste, algunos de los que coquetean con la «zona buena» de la tabla, no acaban de dar el necesario acelerón que les permita hacer el grado. Incluso, han visto como merman sus posibilidades reales.
Uno de esos equipos que matemáticamente tiene oportunidades de sobrevivir al corte es Villa Clara. Mas, todo parece indicar que necesitará algo muy parecido a un milagro para evitar lo que sería una lamentable despedida, pues su historia y calidad, tanto individual como colectiva, harían más emocionante lo que queda de campaña.
Las cosas no le han salido muy bien a la tropa dirigida por Ramón Moré, sobre todo desde que se reinició la contienda. Este miércoles sufrieron su tercer revés de forma consecutiva —cuarto en sus cinco últimas presentaciones—, con la agravante de suceder con su as Freddy Asiel Álvarez encaramado en la lomita.
No se trata de que el estelar de Sierra Morena haya tenido una tarde desafortunada, pues en seis entradas completas ponchó a seis y permitió cinco imparables. Pero uno de ellos fue el vuelacercas de Laindel Leiva que hubiese bastado para definir el duelo, pues sus compañeros fueron incapaces de descifrar el pitcheo holguinero.
Esta ha sido la tónica más reciente, pues los artilleros Naranjas han regresado al diamante con la pólvora mojada, y eso lastra notablemente su capacidad de anotar carreras.
En ninguno de los cinco partidos celebrados después de la parada obligatoria, la maquinaria ofensiva villaclareña ha podido producir más de ¡dos anotaciones! Con ese magro respaldo, no hay staff que resista. Si a eso se suman las ocho pifias —tres de ellas en el choque de la víspera—, la subsistencia parece una tarea titánica. Sobre todo, porque en el horizonte les quedan solamente las visitas a los predios de Ciego de Ávila y Matanzas, dos de los mejores equipos en lo que va de campeonato.
Mientras, la cima sigue siendo a prueba de temblores, pues tanto Matanzas como Granma sacaron adelante sus respectivos compromisos de la jornada.
Los Cocodrilos se colocaron a un paso de pasar la escoba en Guantánamo y así colocarse más cerca de la certificación de su boleto. Una vez más, la novena matancera dio muestras de poder de asimilación y recuperación. Primero, conteniendo la rebelión de los Indios en el séptimo capítulo, cuando Daikel Manso «sopló» un doble con las bases repletas para equilibrar el marcador. Y luego, para contraatacar gracias al cuadrangular de Omar Estévez en la siguiente entrada, que apuntaló la victoria número 25 en el torneo.
Asimismo, los tuneros y granmenses exhibieron músculo en Campechuela, donde abundaron los hits, los jonrones… y los errores. Los Leñadores pegaron 16 imparables y los Alazanes 14, pero se repartieron cuatro y tres pifias, respectivamente. Y antes de que alguien piense que en algo influyeron las condiciones de este terreno municipal —cosa que no pongo en duda—, les cuento que en el principal estadio guantanamero se vio la misma cantidad. Así que, o el Van Troi no está a la altura de las circunstancias o se trata de un mal de fondo en nuestra pelota.
Por su parte, Artemisa aprovechó la buena faena del zurdo Misael Villa para enderezar el rumbo y emparejar su enfrentamiento particular con Ciego de Ávila. Esta vez los Cazadores aguzaron la puntería y tuvieron un segundo inning de ensueño, en el que subieron un decisivo ramillete de seis carreras al pizarrón.
En el otro partido diurno de la jornada, pero sin más trascendencia que su peso en el ordenamiento final de los protagonistas, Camagüey sometió por segundo día consecutivo a los jóvenes Elefantes cienfuegueros. Parecía que los sureños tomarían desquite, pero en el quinto capítulo los locales aprovecharon el descontrol de los relevistas rivales para redondear un racimo de cinco que alivió, al menos momentáneamente, las penas de la afición agramontina.
Lamentable final
Hasta el momento, la utilización del video para definir jugadas polémicas parecía una herramienta salvadora. Digo hasta el momento, porque al cierre de esta edición, el reclamo de la dirección de Industriales sobre la validez o no de un posible cuadrangular conectado por Yulieski Gourriel abrió la «caja de los truenos».
Significaba el momentáneo empate en el pizarrón, pues la tropa vueltabajera tenía ventaja de una carrera. Pero terminó siendo la sentencia de los vigentes campeones, quienes decidieron abandonar el diamante en señal de protesta. Esperado el tiempo reglamentario, los árbitros actuantes declararon su derrota por forfeit.
Visto en pantalla, ninguna de las tomas televisivas da muchas pistas para llegar a la «verdad». Pero aun así —sin desconocer la presión reinante en las filas pinareñas— resultó lamentable la postura del equipo visitante. Más allá de cualquier inconformidad, se imponía la cordura y el respeto a las reglas.