La Vuelta a Cuba debería volver a calendario deportivo. Autor: Ricardo López Hevia Publicado: 21/09/2017 | 05:45 pm
Tres años después de que los corceles metálicos dejaran de rodar en caravana multicolor por las carreteras cubanas desde la oriental Baracoa hasta la capital, pasando incluso por Pinar del Río, un giro más corto —que empezó en Camagüey— confirmó que la Vuelta a Cuba debiera volver al calendario deportivo.
Que es un certamen costoso en términos económicos, es cierto. Pero también es verdad que los beneficiados no resultan solo los atletas, la Vuelta es un espectáculo cultural. No más hay que ver cómo la gente se aglomera al borde de las calles en las ciudades y en las carreteras que cruzan las más humildes localidades.
Los niños agitan sus pañoletas, y casi todos al paso de los ciclistas abandonan sus quehaceres cotidianos para ver la Vuelta. Solo a la entrada de Santo Domingo, en Villa Clara, una combinada siguió cortando caña, como si el conductor de ese equipo no hubiera escuchado la «música» de las sirenas de la motorizada. Creo que fue al único que la caravana le pasó por el lado sin saber que pasó.
Fue este Clásico Camagüey-La Habana una competencia atípica. Todos vaticinaban que había dos etapas cruciales, o más bien, dónde se decidiría el campeón: la contrarreloj entre Morón y Ciego de Ávila y el ascenso a Topes de Collantes. Pero realmente hubo una escapada ¡de más de seis minutos! entre Ciego y Sancti Spíritus, que a la postre decidió la suerte del giro.
Ese hecho permite hacer varias lecturas. No todos los equipos (me refiero a los provinciales) funcionaron como tal. Haber distribuido a los atletas de la selección nacional en distintos conjuntos equilibró las fuerzas, pero no garantizó la sinergia, y fue evidente, entonces, que no todos los planteles lograron cumplir las tácticas y estrategias deseadas.
Sin embargo, fue loable este certamen para que el ciclismo de ruta cubano no viva solo de recuerdos, de la historia de las 50 Vueltas que han cruzado todo el país para bien del deporte y goce de la población.
En esta hora del recuento las palmas para Ciego de Ávila y Cienfuegos, dos sedes excepcionales para esta aventura sobre ruedas, y que deberían servir de modelo para otros territorios, como Camagüey, por ejemplo, desde donde hasta la prensa sudó —no sobre las bicicletas—, pero sí con un solo teléfono para transmitir en la sala de prensa.
A pesar de las dificultades, el Clásico quedó decoroso. Como dijo Héctor Ruiz Mendoza, comisionado nacional de Ciclismo, fue la obra de muchos, a los cuales agradeció su aporte.
Un augurio de que si se juntan voluntades —y otras cosas, obviamente—, la Vuelta a Cuba, que llegó a estar entre las diez mejores del mundo, podría volver ¿el año que viene?