La agresividad solo debe expresarse en el estricto sentido competitivo del juego. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:40 pm
Aún la familia del deporte cubano festeja el éxito del equipo de baloncesto femenino en el torneo FIBA Américas. Un triunfo que Alberto Zabala, entrenador del plantel, atribuye en gran medida a la disciplina, a la cordura.
Y aquí en casa, es la (in)disciplina la que le va a costar a los Lobos de Villa Clara su participación en la Liga Superior de ese deporte (LSB).
Es una lástima que el tercer lugar del circuito central se decida así, pero en ello debió pensar la «manada» cuando en la primera subserie contra los espirituanos, en la sala Yayabo de estos últimos, provocaron un altercado que obligó a los jueces a decretarles la derrota por incumplimiento del reglamento.
El marcador estipulado para estos casos es 20 por cero. Una diferencia que hubiera sido menor si se hubiesen jugado los últimos 43 segundos. Entonces, los anfitriones iban delante en la pizarra solo por ocho cartones.
Hagamos un análisis matemático hipotético. El día anterior el elenco de Sancti Spíritus había ganado también, pero por margen de 15 tantos, que sumados a los ocho del partido de marras cuando se detuvo, totalizan 23.
Ahora, en la segunda vuelta de la ronda clasificatoria, los villaclareños les devolvieron las dos derrotas a sus vecinos y contendientes por el tercer escaño del grupo. Y entre ambos cotejos les sacaron 28 unidades. O sea, que hubieran logrado la gran dentellada.
Dalia Henry, miembro de la Comisión Nacional de Baloncesto y una de las mejores atletas que ha tenido Cuba en esta disciplina, confirmó a JR que en caso de empate en el balance de ganados y perdidos, se tomaría en cuenta la subserie particular y de persistir el abrazo, se iría a los puntos anotados entre ellos.
Así que las dos victorias que los Lobos deben lograr frente a la representación de Cienfuegos este fin de semana no les alcanzarán para despegar a Sancti Spíritus (estará de descanso) del tercer puesto, posición imprescindible para poder aspirar a uno de los dos wild card que otorgará la Comisión Nacional.
Ambos quedarán igualados con ocho triunfos e igual cantidad de derrotas. En el pareo entre ellos, cada uno ganó dos juegos. Pero en la diferencia de puntos en esos cuatro partidos, los del Yayabo navegaron con mejor suerte, 250 por 244.
Y todo, lamentablemente, se decidió por una indisciplina. Una experiencia que atletas y entrenadores han de tomar en cuenta para evitar que se reitere, pues miren las consecuencias que a la postre tuvo el incidente.
Para los Lobos —sempiternos participantes en el torneo élite del baloncesto varonil cubano— es como morder una presa huesuda. La mejor «posta de carne» la dejaron escapar por una protesta descompuesta.
Moraleja: las reclamaciones han de hacerse correctamente, con cordura. Ahí está, como ejemplo, lo que sucedió en el segundo partido de la primera ronda entre los Toros de Artemisa y el Tren de Capitalinos. El pitazo final sonó con el marcador 86-85 a favor de los habaneros, pero los rivales consideraron que aún faltaban cerca de cinco segundos por jugar.
La dirección de los Toros pudo perder el control, e incluso, aquello hubiera terminado en un altercado. Pero no pasó del cruce de palabras con los jueces.
Después reclamaron adecuadamente, la Comisión Nacional les dio la razón y jugaron el tiempo que restaba. Para mayor espectacularidad, encestaron el tiro y ganaron el partido, 87-85. Y esa victoria los colocó a las puertas de la LSB. ¿Ve usted?
Ahora queda sacar lecciones. Que la «agresividad» —en el estricto sentido competitivo— solo se exprese en el juego. Y los entrenadores han de ser infranqueables muros para contener la ira. Por el bien del deporte. Y del espectáculo.