España se deshizo 1-0 de Portugal y avanzó a los cuartos de final. Autor: AP Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
Pasó España, cosida a las botas del asturiano más famoso del momento, y se completó el cuadro de los ocho «magníficos» del Mundial. Como en sus versiones previas, le sobró «tiqui-taca». Aunque hay que reconocer que gracias a eso cubrió a placer el último trayecto, y si no llegó a cuartos de final con mayor renta fue por la espectacular noche de Eduardo bajo los tres palos portugueses.
Sin encajonarse como Suiza, el equipo de Carlos Queiroz volvió a gastarse otra jornada sobresaliente en cuestiones defensivas. Pero el «Guaje» Villa, uno de los candidatos más serios al título de goleo, logró lo que no pudieron ni el marfileño Drogba, ni el brasileño Luis Fabiano.
Lejos del balón, los portugueses forman un equipo más del pelotón, sobre todo porque en su parcela media no habita nadie con las herramientas necesarias para desbrozar los atajos hacia Cristano Ronaldo. Y si el chico de Madeira no está lo suficientemente inspirado y fino, la causa lusitana carece de todo sentido.
Desde el accidentado revés ante los helvéticos hasta el aniquilamiento de sus vecinos, España ha avanzado algunos metros, pero le sigue faltando cuajo. Apenas se percibe a ratos esa osadía y verticalidad que una vez le puso en el trono europeo, y que necesita recuperar antes de que sea demasiado tarde.
Villa aparte, las mejores pinceladas de la más reciente «Furia Roja» aparecieron con la entrada de Llorente para pelear, casi siempre de espaldas al arco, con las mañas de Carvalho y Álves. Ahora, con Paraguay en la mira, tendrá Vicente del Bosque que plantearse una variante más.
Los guaraníes dieron muestras ante Japón que saben echar el cerrojo, y aguantar el tiempo que sea necesario en espera de que se alumbren sus destinos. Para eso tienen a Lucas Barrios, Roque Santa Cruz, Nelson Haedo, o Cardozo, pero hasta hoy ninguno de ellos ha contribuido con goles a la inédita llegada paraguaya a estas instancias del torneo.
Dada su falta de contundencia, les quedó como única opción abrazarse unos con otros, y aguardar por el fallo nipón en la rifa de los penales. Y vieron la luz gracias al travesaño, que se interpuso en el disparo de Komano.
Se abre ahora el espectro para las especulaciones de turno. Como ha sucedido a lo largo del torneo, Latinoamérica le ganó el pulso a Europa, y África se encargó de romper el equilibrio de una ronda que promete grandes emociones.
Si de historia se trata, España y Uruguay asumen los retos menos complicados, sin que esto se traduzca a simples trámites. Más peliaguda será la tarea de Maradona y los suyos, si delante se les planta la última Alemania, la que sepultó a Inglaterra y que no fue más que una copia casi fiel de la que destrozó a Australia.
Necesitará Diego al mejor Messi, al Higuaín más afilado y al más pujante Tévez, pero también las mejores prestaciones de sus zagueros para frenar el empuje de la nueva generación germana.
Aun después de la soberbia demostración, los brasileños tampoco tendrán muy claro el panorama frente a una Holanda de grandes nombres, y enormes deseos de consagración después de tantas escaramuzas fallidas.
Todo está listo en Sudáfrica, hasta los 19 árbitros disponibles para bajar los telones de esta monumental e histórica obra. Entre ellos no están ni el italiano Rosetti ni el uruguayo Larrionda, quienes cargarán sobre sus espaldas el peso de las fallas más notables de este Mundial.
También llegaron a su fin, por órdenes expresas de la FIFA, las repeticiones de jugadas polémicas en las pantallas gigantes de los estadios, aunque al fin dio la cara el presidente Joseph Blatter, al menos para pedir disculpas a ingleses y mexicanos, los más afectados por las pifias arbitrales.
Era lo menos que podía hacer, pero le quedarán muchos perdones por delante si no se anima a abandonar la postura del avestruz. Por suerte, sobrevive el debate sobre el uso de las nuevas tecnologías para definir jugadas dudosas. Ya veremos hasta cuándo.