Los ghaneses celebran su gol ante Australia. Autor: FIFA Publicado: 21/09/2017 | 04:58 pm
De poco le han servido a las selecciones africanas los acostumbrados paisajes de este Mundial. Me incluyo entre quienes esperaban de esta primera versión en el llamado continente negro, un punto de inflexión para un fútbol alegre y veloz.
Las ediciones anteriores habían desbrozado la ruta y disparado las expectativas. Hace dos décadas fue un Camerún indomable el que dio la clarinada. Luego llegó Nigeria a lo más alto del Olimpo, y poco después Senegal degolló a la entonces campeona Francia en la apertura, antes de avanzar hasta los cuartos de final en la cita universal de hace ocho años.
Parecía ahora el turno triunfal de una generación marfileña dispersada por notables equipos europeos, pero solo un milagro los rescataría de un nuevo fracaso.
Así, ha quedado Ghana como la única sobreviviente. Pero cuando uno rebobina las cintas, se da cuenta de que ha cruzado la frontera de la fase de grupos gracias a la «locura» de un serbio y el infortunio de un australiano, cuyas manos despejaron el camino de sus dos únicos goles en lo que va de torneo.
Tal vez ante Alemania hayan exhibido los ghaneses su mejor desempeño, pero ni con eso despejan las interrogantes. Les siguió faltando filo. ¿Adónde ha ido a parar el mejor fútbol africano? Estoy seguro que no se ha perdido, pero algo se ha transformado.
Existen, y seguirán existiendo muchos problemas extradeportivos, pero la masiva llegada de sus futbolistas al Viejo Continente ha convertido a cada selección africana en un grupo predecible y estudiado, sin el hambre de gloria ni el atrevimiento necesario para embestir sin complejos a los «grandes».
La transculturización de este fútbol se extiende hasta los banquillos. En Sudáfrica solo el equipo de Argelia prescindió de los servicios de un técnico extranjero, aunque esto no les garantizó el pase de ronda.
África tendrá que esperar entonces por otros paisajes. Pero estos solo adornarán sus glorias si logran recuperar aquel fútbol desprejuiciado y sorprendente que alguna vez puso en aprietos a los mejores.
Final de cine
La justicia del fútbol existe. Lo demostró primero el veterano argentino Martín Palermo, y lo ratificó este miércoles el estadounidense Landon Donovan con la épica diana que rescató a los suyos de una desmerecida eliminación.
Los norteños jamás se dan por vencidos. Así borraron la desventaja frente a Eslovenia, y así agarraron con uñas y dientes el boleto a octavos, que estuvo a segundos de escabullírseles entre las manos.
Al final, pasaron de la eliminación a la cima del grupo, por delante de una Inglaterra que se sacudió los fantasmas, pero aún no encuentra el halo imperial que la llevó como favorita a Sudáfrica.
Funcionó mejor el esquema de Capello, pero sigue Rooney lejos de su mejor sitio y desgastándose ante los escasos suministros. Ese es el primer síntoma de que Gerrard y Lampard han dejado mucho trabajo por hacer.
Dijo el prominente estratega italiano que recuperó el espíritu de sus hombres. Sin embargo, tendrá que demostrarlo ahora frente a una Alemania ida a menos durante la primera ronda, pero genéticamente ganadora.
Más sabor latino
El récord de 12 partidos sin derrotas impuesto esta vez por los equipos sudamericanos podrá extenderse hoy si se consuma la esperada victoria de Paraguay sobre Nueva Zelanda, que llevaría a los guaraníes hasta la cima de la llave F.
Desde allí pudiera avanzar la campeona Italia, si por fin su técnico Marcelo Lippi logra destrabar a un equipo que ha fallado hasta en defensa. Otra vez sin Pirlo, buscará la redención ante una Eslovaquia que parece haber cumplido ya su paso por el torneo.
Mientras, una Holanda más relajada por su clasificación en el grupo E pudiera mover fichas ante el ya descartado Camerún. El acompañante de los «Naranjas» saldrá de un complicado Japón-Dinamarca, en el que los europeos intentarán superar, como lo han hecho históricamente, la primera fase del torneo.