En respeto a una tradición que dice que si la mujer bota el cabello que se le cae al peinarse, abandona su belleza, la rumana Ortansa Pascariu estuvo 20 años reuniendo hebras. Cuando completó un kilogramo, decidió tejer una pieza inusual; así fue que confeccionó el chaleco de pelos, único en el mundo, que ahora atesora el museo etnográfico de su ciudad natal de Stauceni. Su marido está orgulloso: él nunca hubiera podido comprarle una pieza así, ¡ni en la tienda más exclusiva!