Los ladrones no solo son malos, a menudo son tontos. Allá en Bucaramanga, Colombia, un caco se dispuso a robar en una academia. Sacó su pistola, pero las presuntas víctimas, muy jovencitas todas, no solo no se acobardaron sino que le dieron tal golpiza que hubo que llevarlo a un hospital. El amigo de lo ajeno había entrado a una academia de kárate y los estudiantes, disciplinadamente, aprovecharon al máximo esa base material de estudio que parecía como caída del cielo.