Un paciente en Virginia, Estados Unidos, se hizo una colonoscopia y grabó la operación en su teléfono móvil. Al escucharla se enteró, indignado, de los insultos que el equipo médico, y en particular la anestesista, profirió contra él mientras estaba sedado. Además de falsear el informe, el team le llamó «retrasado» y hasta se burló de sus genitales. Ya en los tribunales, el «bulling quirúrgico» costó, por mala práctica y difamación, medio millón de dólares de sanción a la anestesista y a su clínica.