Stephen Woytack, un hombre de Pensilvania que arreglaba la tumba de su suegra, murió después de que le cayera encima la lápida de más de 130 kilogramos. Como en cada Pascua, Stephen y su mujer acudieron al cementerio de Saint Joseph para decorar el sepulcro y, mientras colocaban un adorno en la piedra, esta cayó sobre el hombre. Un encargado del cementerio trató de ayudar, pero nada… fue demasiado fuerte el abrazo de la suegrita desde el más allá.