El ser humano es muy complicado, eso de sobra se conoce, pero cuando de gustos y preferencias se trata… Resulta que un joven salvadoreño ya ha sido procesado judicialmente en más de 30 ocasiones porque siente una atracción muy especial, compulsiva, por robar pollos. Pero lo más interesante de todo es que no los vende ni los mata para saciar su apetito, sino que los hurta y luego los lleva a un cuarto que tiene preparado para ellos en su casa y ahí conviven todos juntos, aves y humano. Según ha relatado a la policía, los sustrae porque le gusta convivir con ellos, los cuida, los alimenta, los acaricia….. Ahora, cada vez que a alguien se le pierde un pollo en la zona, la policía va directo a buscar al muchachito con tan particular afición.