El histórico Empire State Building de Nueva York, que ha sobrevivido hasta a los ejercicios de equilibrio de King Kong e incluso el impacto de un bombardero, tuvo que hacer frente a una plaga de chinches. Los pequeños chupadores de sangre entraron en una de las joyas arquitectónicas más representativas de la ciudad, pero como no tenían efectivo para abonar los 20 dólares que se necesitan para llegar al «techo» de Manhattan solo se quedaron en el sótano, entre el vestuario de los empleados. Igual, tuvieron que sacarlas por la fuerza.