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De un guion, una gran historia

El Concurso de Guiones Inéditos exhibe en esta edición del festival una mayor diversidad temática, hibridación de géneros y una importante presencia de la mujer, tanto en la autoría como en roles protagónicos

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

 

Treinta guiones inéditos de largometrajes de ficción compiten en este 46to. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, procedentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Honduras, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Venezuela y Uruguay. La cifra es significativa, fundamentalmente por la calidad de las propuestas, según comentó a Juventud Rebelde el dramaturgo Roberto Viña, quien integra el Comité de Lectura de esta categoría.

«Los premios suelen ser subjetivos, sobre todo en esta categoría. No es que haya un mal guion, es que, definitivamente, de forma subjetiva, hay otros que llaman más la atención, pero por lo menos en esta edición he tenido que leer una cantidad notable de guiones y me sorprendió la calidad diversa, no solo de tópicos y de temas, sino también de autores y regiones».

—¿Cómo es la dinámica de trabajo para seleccionar los ganadores de este concurso?

—El Comité que integro junto a otros especialistas asume el proceso de preselección, antes de que el jurado tome la decisión final. Cada uno recibe un número determinado de guiones a leer, y a partir de ahí debemos hacer una reducción bastante drástica. Pasamos de leer hasta una veintena para seleccionar tres.

—Esa lectura les permite descubrir por dónde transitan los intereses temáticos y artísticos en el cine latinoamericano actual…

—Así es. Se nos ofrece una variedad de lo que se está realizando en la región, además de los tópicos que se están manejando dentro del guion en Latinoamérica. Es una perspectiva interesante, porque casi siempre uno lo que tiende a ver en el filme es el producto terminado, pero todo debe empezar por un guion, y en ese proceso de traducción del papel al celuloide o a la pantalla, median muchos cambios, muchas adecuaciones, aunque se mantenga la idea esencial.

«Es muy llamativo ver por dónde están los resortes y los tópicos que los creadores y creadoras de Latinoamérica están utilizando, incluso los cubanos. Por ejemplo, en cuanto a ejes temáticos, hay bastante incidencia en las adicciones, y no solo las relacionadas con el consumo de sustancias sicoactivas, sino, y sobre todo, con el mundo virtual, las tecnologías y los teléfonos celulares.

«También encontramos obras que abordan el abuso sexual y que operan en edades de la infancia cercanas a la adolescencia; la corrupción política o las cuestiones que atañen a la política y los sistemas de migraciones, con diferencias en dependencia de las regiones.

«Además, me ha sorprendido la incorporación de temas de diversos géneros. Es decir, se están trabajando guiones que empiezan a ser hibridaciones de ciencia ficción con terror, o comedia con thriller, por ejemplo. La denuncia social persiste, pero han empezado a introducirse otras voces que les interesa entrar ya desde un código genérico a otras claves cinematográficas desde el guion».

—Luego de leer lo que recibes, te quedas con esas «películas» imaginadas…

—Sí, cómo no. Creo que en gran medida muchas de las elecciones van por ahí, a partir de no solo imaginarme la película, sino que, después de haber avanzado en la lectura de cinco guiones más, por ejemplo, todavía la idea de aquel se mantiene en mi mente, y se mantiene muy viva, muy vital, y ahí hay algo que definitivamente está hablando mucho de la técnica implementada por el autor para la escritura. Es decir, hay algo más...

—¿Algún aspecto que desees resaltar desde el punto de vista cualitativo, a raíz de las lecturas de esta edición?

—El rol femenino desde la autoría, pero también desde el protagonismo de las historias, aunque sean escritas por un autor masculino. Encuentro una presencia mayor de la mujer, sobre todo de temas que pueden resultar complejos, como una infancia que de cierta manera no tiene condiciones más bien idílicas, sino que se maneja sobre circunstancias de adultas vividas en una época muy temprana.

«Puedo destacar, como en otras ediciones, que encontramos más propuestas de unas regiones en comparación con otras. Argentina y México son lugares que ya tienen, no solamente una industria de cine engrasada, sino toda una producción emergente, independiente, importante; pero cinematografías de países que se asumen en ciernes están presentando materiales con talento, competitivos para esta lid. Eso me ha llamado mucho la atención, es interesante».

—Integrar el Comité de Lectura de este concurso es un proceso de crecimiento y aprendizaje en ambos sentidos…

—Soy dramaturgo de profesión, profesor en la Universidad de las Artes de esa especialidad y cinéfilo. Desde pequeño, antes incluso de adentrarme en los terrenos del teatro, lo primero que consumí 

fue cine. Ambas cosas se han combinado de una manera natural, muy orgánica, y eso me ha permitido trasladar los análisis que yo puedo establecer desde la dramaturgia a nivel de estructura, coherencia, organización, y lo puedo llevar al guion porque se nutre de la misma base.

«No es que sea una voz más experta que otras, pero sí me hace un entendido de los códigos estructurales y dramáticos con los cuales está operando una historia, y esa perspectiva me permite, más allá de la originalidad de lo narrado, del tratamiento de los personajes o de cierta motivación extradiegética que pueda haber dentro del texto, ver las claves con las cuales está trabajando el autor o la autora cuando hace un proceso de síntesis en 90 páginas de una historia que es efectiva.

«Y no solo es efectiva, además permanece en uno, por lo menos en mi caso, más allá de haberlo leído. El hecho de que permanezcan esas claves, ese modelo que ha escogido el autor o la autora para mí es importante quedarme con eso,
aprenderlo, porque definitivamente ahí hay algo más que una clave cinematográfica. En otro sentido, a mí también me aporta mucho porque me da una visión de lo que se está escribiendo en la región, de los tópicos que se están manejando.

«Yo soy de la idea de que cada obra creativa de estas tiene una huella dactilar; es como una manera de conocer al autor de otro modo. Eso tiene una identidad y te va hablando de su sensibilidad, del manejo y el dominio que tiene, de los referentes, y de cómo utilizarlos, y eso para mí es muy importante; no solo de los que yo tengo, sino también de los que me pueden aportar.

«En eso ha habido gratas sorpresas en este proceso, y es algo que sí hago con mucho entusiasmo. Es arduo el trabajo, pero te mantiene vital en un espectro importante de lectura y análisis. Y si eso puede derivar en que alguien tenga un premio y termine en un buen filme, me parece genial. Es gratificante.

«Aun cuando el guion tiene esa naturaleza donde no se llega a concebir como literatura del todo, ni, por supuesto, como cinematografía en su totalidad, ese estado de hibridez debe tener un potencial de antemano, y encontrar ese potencial desde el propio texto es primordial».

—Quizá nos sorprende en algún momento con algún guion para una película…

—No sé. Ahora me interesa esencialmente dedicarme al teatro y seguir viendo el cine como espectador, pero nunca se descarta la posibilidad, y con mucha temeridad lo haría. Claro que sí.

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