Gaspar Betancourt Cisneros Autor: Juventud Rebelde Publicado: 24/04/2025 | 09:44 pm
Entre los nombres que Salvador Bueno presentó en su selección de Costumbristas cubanos del siglo XIX, hace notable énfasis en Gaspar Betancourt Cisneros como uno de los más importantes cultores del género desde sus inicios en Cuba. Este escritor y periodista cubano nació en Puerto Príncipe, actual Camagüey, el 28 de abril de 1803, y fue también un destacado empresario.
Comenzó sus estudios en Cuba y en 1822 fue a Norteamérica con el propósito de completar su formación escolar. Se estableció en Filadelfia, donde trabajó en una casa comercial y estrechó vínculos con los cubanos, en particular con el bayamés José Antonio Saco. Allí colaboró con el periódico Mensajero Semanal, editado en Nueva York.
Regresó a Cuba en 1832, y en la prensa de su localidad natal, publicó artículos científicos, literarios, críticos, sobre industria, colonización y agricultura, entre otros temas, primero en La Gaceta de Puerto Príncipe y posteriormente en El Fanal. Fomentó la enseñanza pública y fundó escuelas para pobres. Betancourt, que llevó a cabo también una excursión científica por la isla de Cuba, fundó una colonia agrícola y creó el ferrocarril de Nuevitas a Puerto Príncipe, del que llegó a ser su presidente.
Por difundir propaganda antiespañola y mantener una marcada postura anexionista de la Isla a Estados Unidos, en 1846 fue hecho preso y desterrado con sus bienes confiscados. Vivió un tiempo en Estados Unidos como profesor. Durante esos años su labor política halló cauce a través de la Junta Cubana de Nueva York, que presidió, además de fundar el periódico La Verdad, vocero ideológico del movimiento anexionista. También vivió un tiempo en Europa, y tras la amnistía de 1861 volvió a Cuba y colaboró en el periódico El Siglo.
Como escritor, Gaspar Betancourt Cisneros, con el seudónimo de El Lugareño, marcó pauta en la cultura de la época, dejó un abundante epistolario y una considerable obra costumbrista. Además del seudónimo antes mencionado, también se le conoció por Homobono y Narizotas.
Según afirman los estudiosos, «El Lugareño fue de personalidad ingeniosa, prosista mordaz, de fino humor que utilizó la columna de sus Escenas cotidianas en la Gaceta de Puerto Príncipe, entre 1838 y 1839. Dejó sentado que con él era necesario contar si de comentarios, murmuraciones y asuntos locales se trataba, lo cual no era obstáculo para que, en varias oportunidades, revelara preocupaciones en torno a la educación, la política y la economía».
Varios apuntes históricos señalan que «Gaspar Betancourt, en su etapa anexionista, sostuvo una fuerte polémica con su amigo José Antonio Saco, a quien trató de captar inútilmente, pues Saco fue un irreductible antianexionista. Fue tal su empeño en ese sentido que publicó un folleto titulado Ideas sobre la incorporación de Cuba en los Estados Unidos (1849), en contraposición a las publicaciones de Saco; sin embargo, el propio Betancourt Cisneros empezó por sí mismo a abrir los ojos a partir de las expediciones de Narciso López a inicios del decenio del 50 del siglo XIX, y en su condición de Presidente de la Junta Cubana de Nueva York suscribió en 1852 una protesta al Gobierno norteamericano por sus veladas intenciones de adquirir de España la Isla de Cuba. Estaba ya en el camino de la independencia, pero murió el 7 de diciembre de 1866 en La Habana, antes del estallido revolucionario liderado por el abogado Carlos Manuel de Céspedes, en 1868».
Trabajo
(Escenas cotidianas No. 16, fragmento)
«¿No han oído, mis carísimos lectores, hablar de cierto sastre del campillo que cosía de balde y ponía el hilo? Me atrevo a jurar que ese sastre no era camagüeyano, porque los de aquí nunca dieron puntadas de balde, y por eso es que he tomado a aquel por mi modelo, mi héroe-tipo. Sí, señores, yo quiero ser el oficioso, el adelantado, el ponche de leche de nuestros bailes, el ajiaco de nuestra mesa, el agua del Hatibonico. Quiero ser los ojos del Camagüey para ver todo lo que le sobra o falta; quiero ser los oídos del Camagüey para estar siempre de escucha; las narices del Camagüey para olfatear todo lo que le pueda servir de alimento o deleite; la lengua del Camagüey para cacarear la verdad y pedir cuanto necesite; las manos del Camagüey para agarrar todo lo que le adorne o derribar lo que desaire; las piernas del Camagüey para traerle siempre en movimiento, y que no haga, en el centro de Cuba, lo que hace el ombligo en el cuerpo humano. ¿Saben ustedes lo que hace el ombligo? Pues no tengo para qué decírselo. Digo que quiero ser todas esas cosas porque no tengo ingenios que cuidar, ni pleitos que agenciar, ni plaga de muchachos que educar, ni ocupaciones malditas que apenas me dejen tres horas de siesta y 12 de noche para descansar, juzgo prudente tomar algún entretenimiento para no ser, como los ociosos, la estatua de los billares, el testigo de los trecillos, el consueta de las tertulias, el céfiro de los empleados, el candil de la vida privada, y todo lo demás que es y será todo aquel que no tome algún oficio, aunque sea el de sastre del campillo.
Gaspar Betancourt Cisneros
Costumbristas cubanos del siglo XIX, Selección y prólogo Salvador Bueno.
Editorial Letras Cubanas.
Brady Izquierdo (Brady).
Nacido en Cuba en 1983. Caricaturista, ilustrador e historietista. En 2007 se graduó en Educación Plástica en el Instituto Superior Pedagógico Rubén Martínez Villena. En 2009 comienza a colaborar en la revista cubana La Calle del Medio y con la revista satírica digital Spot, de Dinamarca.
Desde entonces su obra ha ido en marcado ascenso al participar en múltiples exposiciones personales y colectivas (nacionales e internacionales) y obtener notables premios en salones de Cuba y de diferentes países. Ha colaborado con publicaciones cubanas y de diversas partes del mundo, así como en reconocidos espacios online. Es coautor de algunos libros como Los viajeros del sarcófago o Miedo ambiente.
Tala del Gorila. Brady, periódico El Artemiseño