El trabajo en los medios hay que amarlo con todas las fuerzas de nuestro ser, aseguró Caridad. Autor: Tomada del Portal de la Televisión Cubana Publicado: 27/01/2025 | 10:38 pm
El fallecimiento de Caridad Martínez González, premio nacional de Radio y Maestro de Juventudes, deja un profundo vacío en la radio cubana y en el corazón de quienes la conocieron. Su partida marca el final de una vida dedicada por completo al arte radial, a la enseñanza y al compromiso con las nuevas generaciones de radialistas.
Con más de 60 años de labor ininterrumpida en Radio Progreso, la emisora de la familia cubana, Caridad escribió con pasión y entrega un capítulo imprescindible en la historia de la radio en Cuba. Desde su ingreso como copista en 1961 hasta convertirse en una directora reconocida y profesora titular en la Universidad de las Artes (ISA), su trayectoria estuvo guiada por el amor al medio y el respeto a los artistas, valores que ella misma definió como esenciales para ejercer la profesión.
En una entrevista publicada en la página web de Radio Progreso, Caridad describió a esta emisora como su «segunda casa» y afirmó que su experiencia allí le permitió alcanzar su «plena realización», una meta que definió como «todo aquello que se hace con infinito amor y que da pleno sentido a nuestra existencia terrenal». Estas palabras reflejan el profundo compromiso que sostuvo hasta el final con su labor creativa y educativa.
A lo largo de su carrera, Caridad recibió múltiples premios y distinciones, entre ellos el Premio Nacional de Radio en 2008, el Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y reconocimientos por parte de
Caribbean Broadcasting Union y otros festivales internacionales. Además, fue galardonada en 2020 con la distinción Maestro de Juventudes por la Asociación Hermanos Saíz, en reconocimiento a su incansable labor en la formación de nuevas generaciones de radialistas. Sin embargo, el mayor de sus logros fue, sin duda, haber formado una familia de escritores radiales junto a su esposo, el también destacado Alberto Luberta, y sus hijos Aldo y Albertico. Como ella misma señaló, el respeto y el amor siempre fueron la base de ese dúo personal y profesional que marcó su vida.
Agradecida con figuras como Bernardo y Manuel Estaneiro, Carlos Más, Rolando Leyva y Julio Batista, quienes influyeron en su formación, Caridad nunca olvidó que inició desde la base, en una época cuando no existían escuelas de radio en el país. De copista a productora de mesa, y luego a directora, su crecimiento profesional fue producto del esfuerzo, la curiosidad y la humildad.
La radio fue su vocación, pero Caridad también dejó una huella profunda en el ámbito académico. Como profesora titular en la Facultad del Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes, transmitió sus vastos conocimientos a los estudiantes, enseñándoles no solo las técnicas de dirección, sino también el amor y el respeto por la profesión. Como ella misma mencionaba en sus entrevistas, su pasión por la docencia nació casi por accidente, pero rápidamente descubrió en esta una nueva forma de seguir contribuyendo al medio que tanto amaba.
En su carrera, Caridad dirigió programas tan representativos como Correo campesino, Por nuestros campos y ciudades, Fiesta guajira y Actualidad mundial. En el mundo del radioteatro, su talento se vio reflejado en novelas como Sol de batey, Cuando la sangre se parece al fuego, y muchos otros espacios dramáticos que marcaron a generaciones de oyentes. Su versatilidad como directora le permitió manejar distintos géneros, siempre con el mismo respeto por los artistas y la audiencia.
A lo largo de los años, Caridad también participó en numerosos festivales de radio joven en Cuba, no solo como jurado, sino también como formadora de talentos. En cada uno de estos espacios dejó una marca indeleble, transmitiendo su amor por la radio y su dedicación en aras de mejorar constantemente. En sus propias palabras, «el trabajo en los medios hay que amarlo con todas las fuerzas de nuestro ser», una filosofía que aplicó a cada proyecto en el que se involucró.
La radio cubana despide a una de sus grandes maestras. La huella de Caridad Martínez González permanecerá imborrable, no solo en los programas que dirigió o en los guiones que escribió, sino también en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de aprender de su ejemplo. Como ella misma relató en su primera experiencia con Radio Progreso: «Desde el primer momento, sentí el flechazo; la radio me cautivó». Esa magia que la atrapó a los 17 años continuará iluminando las ondas radiales, inspirando a las futuras generaciones a seguir su legado de amor, entrega y profesionalidad.