En la cátedra de cuerdas pulsadas de la escuela de arte Ernesto Lecuo- na, de Sancti Spíritus, se apuesta por mantener viva la música autóctona de la provincia. Autor: Cortesía de la Escuela de Arte Ernesto Lecuona, de Sancti Sp Publicado: 23/09/2024 | 08:02 pm
SANCTI SPÍRITUS.— Cuando a Victoria Milagro González Hernández, Viky, le pusieron un laúd en las manos, quedó sin habla. ¡Una guitarra chiquita!, pensó con la agilidad de la inocencia de los diez años de edad. Clase a clase, se gestó una pasión que hoy le obliga a no desprenderse de ese instrumento.
«En la niñez lo común es conocer la guitarra y el piano, digamos que son los más populares. Entonces, al matricular en la escuela de arte Ernesto Lecuona me dicen que por mis condiciones estudiaría laúd, y ahí comenzó todo. Pero sí hubo muchos miedos y desconocimiento en un principio», recuerda quien hace pocas semanas retornó a la misma institución educativa testigo de ese suceso, pero ahora vestida de profesora.
Al mirar en retrospectiva aquellos días en que, como ahora, los pasillos del único plantel espirituano destinado a la enseñanza artística se volvieron su casa, en sustitución de la que quedaba un poco más allá de la cabecera municipal de Jatibonico, se percibe frente al maestro Marcelo Lamas, laudista reconocido a nivel de país.
«Él hizo que me gustara, me acostumbrara, aprendiera… Hoy las clases son con partituras, incluso usamos las tecnologías para mantenernos en constante comunicación con nuestros alumnos, pero el profe, a pesar de no tener academia, de no saber leer una partitura, te enseñaba música. Sus clases no se olvidan, y estoy segura de que la causa era su maestría como instrumentista».
Nombrado «el rey del tres y el laúd», Marcelo Lamas regaló su talento en escenarios locales, nacionales e internacionales. Mas uno de sus legados mejor afincado —quizá ni él mismo tenga conciencia de cuánto— está en la cátedra de cuerdas pulsadas de este plantel espirituano.
Además de volver con las clases y encuentros del profesorado con sus saberes, recibió el honor de que se le dedicara la primera edición del festival de tres y laúd, que tuvo lugar en esta ciudad.
«Fue una orientación de Efraín Amador, metodólogo de la cátedra nacional de esos dos instrumentos, para homenajear el aniversario 35 de la escuela cubana de tres y laúd en Sancti Spíritus, y no podíamos permitirnos dejar fuera su legado», explicó Karen Dorta, jefa de cátedra de cuerdas pulsadas de la institución educativa.
«Nuestra provincia tiene mucha tradición y a él le debemos una buena parte. Apostaremos por que no sea la única vez que nos encontremos en este tipo de evento», enfatizó.
Sonidos tradicionales
Julio José García Alba prácticamente abrió los ojos en medio de un guateque. Hijo de un músico y una investigadora de las melodías campesinas, con 11 años de edad no hay quien le haga un cuento de esos espacios en donde se dejan escapar los sonidos más auténticos de Cuba.
«Me puse muy contento cuando aprobé la escuela y me dijeron que aprendería a tocar el tres, porque la música es todo. Desde que lo cojo en mis manos siento una emoción muy grande. Como me han enseñado mis maestros y en la casa, no puede ser diferente porque ahí están parte de mis raíces».
La herencia familiar de Julio José García Alba se pule en la única institución educativa espirituana dedicada a la enseñanza artística. Cortesía de la Escuela de Arte Ernesto Lecuona, de Sancti Spíritus.
Y junto con esas emociones, Julito —alumno inquieto como sucede en esa edad de querer descubrir el mundo— encuentra la mayor de las tranquilidades. Tanto es así que se disipan las travesuras que durante el resto del día marcan sus pasos por la Ernesto Lecuona.
Él integra la matrícula de la veintena de estudiantes de ese centro que descubren diariamente los secretos de las cuerdas pulsadas, gracias a un claustro, en su mayoría recién egresado de la Escuela Vocacional de Arte Olga Alonso, de Villa Clara, y la Escuela Nacional de Arte, en La Habana.
«Los motivamos mucho para que amen el instrumento y luego conozcan su historia, con mucha tradición en nuestra provincia. Ya con esos dos pasos ellos apuestan por dominarlo.
«Todo eso también lo hacemos extensivo a las familias porque erróneamente el imaginario popular ubica al tres y el laúd, sobre todo, como responsables exclusivamente de los acordes campesinos. Por tanto, en ocasiones se desmotivan. Y está demostrado que los encontramos en todos los aspectos musicales tanto de lo popular como de concierto».
Con ese objetivo también se apostó por la realización del festival del tres y el laúd, en Sancti Spíritus. Talleres didácticos, conciertos y conferencias les abrieron las puertas a nuevos conocimientos a educandos, músicos, profesorado y familias.
«En nuestra escuela tenemos conciencia de cuán importante es en la formación la música clásica, la que viene en los planes de estudio, y la popular, que es a la que nos enfrentamos al egresar. La fusión de estas, además de incidir en la formación integral, ayuda también a mantener la tradición de esta tierra.
«De ahí que iniciativas como el festival o cualquier otra que se realice y que nos ponga —a estudiantes y profesores— a dialogar con los exponentes de ayer y hoy, resultan trascendentales. Si no se conoce a quienes fundaron las bases y quienes en el presente las dignifican, es imposible lograr que mañana siga la música cubana sonorizando al mundo con sus mejores acordes», acota Victoria Milagro González Hernández, profesora, además, de apreciación musical.
Con esas máximas se preparan los treseros, laudistas y guitarristas espirituanos. Bien lo sabe Lázaro Arcís, Lazarito para el mundo, un egresado de la Lecuona y quien desde pequeñito se vio como la promesa del tres yayabero.
«Defiendo siempre el repertorio con sello espirituano. Si me preguntas qué nunca dejo a un lado, te respondo sin pensarlo: Pensamiento y Mujer perjura. Son canciones que no me pueden faltar. Cuando termine mis estudios, quisiera crear mi agrupación y recorrer el país mostrando el sello distintivo de mi propia sonoridad», confesó a esta reportera quien con solo cinco años de estudio del tres se robó el show en La botija (centro trinitario de confluencia de músicos de casi todo el país) al interpretar Sonli, un tema de un grande del pentagrama cubano, Carlitos Irarragori, grabado por los inmensos Pancho Amat y Barbarito Torres.