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El rey del grafiti

Era un arte que recién comenzaba a tomar auge en la capital, pero de manera medrosa, nunca en tan imponente cantidad, tan inteligentes y tan simpáticos

Autor:

JAPE

Cuando visité por primera vez Santa Clara, como parte del grupo Nos y Otros, invitados a un evento humorístico que convocaba el grupo La leña del Humor, llegué al popular espacio cultural conocido como El Mejunje y quedé boquiabierto al ver sus paredes llenas de grafitis.

Era un arte que recién comenzaba a tomar auge en la capital, pero de manera medrosa, nunca en tan imponente cantidad, tan inteligentes y tan simpáticos. Supe que eran varios los autores, pero que mayormente pertenecían a Pible. Seguimos paseando por la ciudad y, además de encontrar inmensos murales de caricaturas de «los melaitos», habían grafitis por doquier y siempre decían: «esa frase es de Pible». Finalmente llegamos a la casa de Pible, y en la puerta, y en la casa toda, había grafitis que cambiaba de manera cíclica, según nos contaron sus colegas.

Pible, o mejor dicho Pablo Rafael Garí, nació en Santa Clara hace muchos años (1952), pero su vida comenzó a deslindarse en el campo de las letras cuando estudió magisterio en Camagüey y se hizo profesor de español-literatura por esos lares, alrededor de un año.

De regreso al centro del país, y con más de 30 años, se unió a los fundadores del grupo La leña del Humor de Santa Clara, motivado por la inmensa admiración e interés que sentía por el trabajo que realizaba La Seña del Humor de Matanzas, que por aquella época hacía las delicias del público cubano.

Este sueño finalmente se le hizo realidad, pues llegó a ser integrante del afamado grupo dirigido por Pepe Pelayo, con quien entabló una amistad que aún conservan y con quien, además, publicó su primer libro El cartero en llama dos veces (Ediciones Capiro, 1994).

Mucho antes de este suceso (me refiero a ser miembro de la Seña… y publicar su primer libro) ya aparecían los textos de Pible en la prensa cubana de entonces, particularmente en dedeté, y sus guiones, concebidos para el grupo de La Leña, llevaban un sello muy particular en el que el dominio del idioma era evidente: El juego de palabras en busca de hilarantes reacciones era único, lo cual justificaba su habilidad para los grafitis y en sentido general para hacer muy buen humor.

Por esa época también ganó importantes premios de literatura humorística y pasó a formar parte del equipo de guionistas de Sabadazo, uno de los programas de humor más populares en la televisión cubana de todos los tiempos.

En la segunda mitad de la década de los 90 se instaló en Chile y logró imponer su estilo literario al publicar varios libros como: Graffitis, cosa de rayados (Dolmen Ediciones, 1998), 100% Graffitis (1999), Puros graffitis… ¡Palabra de humor! (1999), Graffitis cooperativos y pasajes píblicos (2001), estos últimos volúmenes con la editorial Grijalbo.

A principios del siglo XXI, viajó a Estados Unidos, donde reside actualmente. Aunque nunca pensó que su mundo ideal sería el humor, pues ha
confesado ser realmente muy tímido, Pible se ha convertido en un referente de humor muy singular y elaborado, no solo en la literatura, también en la escena. A lo largo de todos estos años ha escrito guiones para múltiples espacios televisivos y reconocidos humoristas a nivel internacional.

En entrevista ofrecida a su eterno cofrade Pepe Pelayo, para la sección Vis a vis, de la página web Humor Sapiens (https://humorsapiens.com), comentó sobre su estilo distintivo: «Siempre he dicho que provengo de una familia tan pobre que mis padres (y mi madre) me decían que los Reyes Malos no me iban a traer juguetes por haberme portado bien… y así fue como empecé, desde muy niño, a jugar con las palabras. Y en eso sigo… pobre y con alma de niño».

Sobre los límites del humor también consideró: «No puede haber límites. Y mientras la tierra sea redonda habrá que seguir dándole vueltas al asunto. Y si los hubiera, esos límites tendrían que ser impuestos por la inteligencia de los humoristas o por la pacatería del público».

 Petit estulticias

—Para subir al balcón de Julieta, Romeo utilizaba la Escala de Milán.

—En la fábrica de valijas, aún cuando los trabajadores no vayan de viaje, hacen las maletas.

—Hay una película italiana donde el jefe de la Policía le hace una muda de ropa al del juzgado. La película se titula Confección de un Comisario a un Juez de Instrucción.

—El verdadero erudito, cuando tiene coriza, estornuda en latín.

—Lilipú debía ser incluida en el Reino de los Países Bajos.

—En sus inicios, a Charlot le llovían los contratos. Por eso en las películas andaba siempre de carreritas.

—En México bailan la Jota aragonesa como si fuera equis.

 Pible de la Leña dedeté 1989

 Narciso, dedeté, 1989

Narciso Martínez Nicolau. (1951-2024) Reconocido caricaturista de Palante y de otros medios humorísticos cubanos. Fue un genio del humor erótico. Ganador de múltiples premios, particularmente el de la popularidad en los certámenes y exposiciones realizadas en Cuba. Creador y promotor de los espacios concebidos por y para caricaturistas en los principales eventos que tenían lugar en nuestro país.

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