José Dos Santos fue un defensor de la música y de la cultura toda. Autor: Tomada de cubaperiodistas.cu Publicado: 22/07/2024 | 09:59 pm
Tristeza inmensa. Eso he sentido luego del mazazo de la noticia que me daban: ha fallecido José Dos Santos.
Claro que nos conocíamos de antes, colegas en el periodismo internacional, pero a plenitud, como para tenerlo entre los amigos ciertos, los de lealtad y respeto, y querernos, ocurrió cuando nos tocó compartir la misión de dirigir una Unión de Periodistas de Cuba en los años más difíciles del período especial, hacerla visible sin apenas recursos y ramificarla con hermandades muy diversas, de organizaciones institucionales y de personas nobles que nada tenían que ver con el periodismo. Dos Santos era un abridor de puertas en ese sentido.
Hace unas semanas hablamos por teléfono, el fijo, a la usanza antigua, y fue un convite que no le acepté como debía: escribir memorias y experiencias del oficio para Visión, la publicación digital de «los jubilados» dentro de cubaperiodistas.cu. Como siempre, animoso y creativo en su papel de jefe de redacción.
De entrada le dije «no», pero me inoculó el bichito y escribí ese mismo día un trabajito que «no me pareció», y nunca se lo envié… Eso también duele. Como ahora, que fui capaz de decirle a Flor de Paz que no podía escribir ni una línea sobre él…
Y lástima, porque a Dos Santos le debía muchas, sobre todo una, me hizo redescubrir y reforzar un gusto común, la música, esa que Martí definió como «la más bella forma de lo bello». Hicimos pareja en ese propósito, algo así como director-creativo y conocedor y productora-ejecutante. Chucho Valdés y Compay Segundo, Bobby Carcasés, Robertico Fonseca, Javier Zalba, un adolescente entonces Jazek Manzano, entre muchos más, y que me perdonen no mencionarlos, pero esto es sobre José Dos Santos.
Escribo esto y escucho. He puesto música en respeto y afecto a ese hombrón que el destino ciego confinó en sus últimos años a una silla de ruedas: jazz, blues, filin… porque «la música es el hombre escapado de sí mismo», también descripción de quien
tenemos como Maestro primero de oficio y Patria.
José, Pepe, ya nos encontraremos, de nuevo, en algún mundo paralelo, y será entre notas y acordes, probablemente suene un solo de trompeta de Roy Hardgrove, las electrizantes voces negras estadounidenses, las del sentimiento filin de nuestras cubanas… y nos haremos anécdotas del oficio que compartimos, el mejor y más bello del mundo, que ejerciste con honestidad hasta tus últimos minutos, el periodismo. Esa, nuestra profesión, por la cual jamás se tira la toalla, como dijo Gabriel García Márquez.
Con el lenguaje de las emociones, desempolvaremos la vida cotidiana, y tú dirás que es «un apresurado reporte de experiencias», que fueron recogidas «en papeles ya amarillentos»; pero cuidado, ya tú estás digitalizado para la eternidad. Lo digo de todo corazón en esta ocasión de supuesta despedida. Los datos del currículo se los dejo a otros. (Tomado de Cubaperiodistas)