Retrato de una mujer en llamas Autor: RTVE Publicado: 20/05/2024 | 09:21 pm
El 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de Clasificación Internacional de Enfermedades. Más tarde, desde 2004, se convirtió en una fecha para conmemorar la lucha de la comunidad LGBTIQ+ por sus derechos y generar conciencia sobre la discriminación.
A pesar de que estas fechas no sean tan lejanas, el tema de la homosexualidad ya había tenido auge en la industria cinematográfica desde mucho antes. Podríamos recordar algunos filmes como Victim (1961), Los Chicos de la banda (1970), Cruising (1980), Querelle (1982), Swoon (1992); y la lista podría ser interminable, pues mientras más nos acercamos a la modernidad, más prevaleciente se ha hecho la temática.
Un filme que destaca es Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune en feu, en francés), la cual fue seleccionada para competir por la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes 2019. Ganó la Palma Queer en Cannes y, además, Céline Sciamma, su directora, el premio al Mejor guion. Luego fue estrenada en los cines franceses el 18 de septiembre de ese año.
Así nos encontramos con este filme que parece milagroso, pero que nació de la minuciosidad y la creatividad de una cineasta inabarcable que ya había trabajado en tres obras igualmente magníficas: Lirios de agua, Tomboy y Girlhood, aunque todas ellas palidecen en alguna medida ante la majestuosidad de esta obra más difícil de concebir.
Marianne está dando una clase de pintura, posando para sus alumnas, cuando ve un cuadro que la perturba. «¿Cómo se titula?», dice una de ellas. «Retrato de una mujer en llamas», responde mientras nos conduce a un viaje al pasado. Es entonces cuando vemos que llega a una isla, donde la han contratado para que pinte un retrato.
Así conocemos a Héloïse, una joven de la nobleza francesa del siglo XVIII que acaba de salir de un convento y es obligada por su madre a casarse. Antes de la boda, y siguiendo las costumbres de la época, tiene que enviar un retrato a su prometido, a lo cual se niega rotundamente. Su madre contrata a Marianne, experta en este género, pero antes la artista tiene que aceptar una condición: hacerse pasar por su acompañante para que Héloïse no sepa el motivo de su acercamiento.
Aunque abarca varios contenidos (una peripecia narrada con inusual delicadeza, la reivindicación de las mujeres artistas silenciadas durante siglos por cánones masculinos, el vértigo de la creación pictórica, la permanencia de la vida si está detenida por el arte), el filme aborda, sencillamente, una historia de amor.
En Retrato de una mujer en llamas, todo lo que se puede concebir se reduce a la mirada, que constata la existencia del otro; y de ahí llega el acercamiento, y luego el deseo. La pintora mira a su modelo y ella al vacío. «Si usted me mira, ¿a quién miro yo?», preguntará en una escena importante de la obra. Pero, en algún instante, las miradas se cruzan.
Céline Sciamma logra visibilizar en su filme la figura de la mujer pintora, recurrente en la sociedad de la época a través de estos trabajos de «encargo», pero también oculta tras las firmas masculinas de familiares y parejas que prestaban su nombre para la exhibición pública de las obras más creativas o personales de ellas. La cineasta, además, reformula el vínculo tradicional entre artista y musa para situarlo en un plano de mayor igualdad y colaboración.
Aunque Marianne no deje de ser la única ejecutora del retrato de Héloïse, la joven no queda reducida a una mera fuente de inspiración pasiva. También expresa de forma activa sus sentimientos y obliga a Marianne a repintar su rostro después de una aguda crítica a una primera obra final propia de una pintora funcionaria más que de una artista.
No dejes de saber
Los cuadros pintados por Marianne en la película son todos obra de la artista Hélène Delmaire, quien ayudó también en la cinta a perfilar las líneas de visión del personaje y su perspectiva mientras trabaja.
Según la directora, la película no cuenta con una banda sonora con el propósito de obsesionarse con el ritmo y que la música provenga de otros aspectos de la película, en los movimientos del cuerpo y la cámara. Retrato de una mujer en llamas era una de las favoritas para llevarse la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2019, pero al final se la llevó la coreana Parásitos.
Las actrices Noémie Merlant y Adèle Haenel interpretan los papeles protagónicos, Marianne y Héloïse, respectivamente. Junto a ellas vemos a Luana Bajrami que hace el personaje de Sophie, la criada. En el reparto destaca Valeria Golino, que interpreta a la condesa, la madre de Héloïse.
Golino es una de las actrices italianas más conocidas dentro y fuera de su país, que ha trabajado en Hollywood en películas tan recordadas como Rain Man, Leaving Las Vegas o Four Rooms. Es, además, una de las más aclamadas del cine europeo y ha ganado premios importantes como el David di Donatello por La guerra di Mario o La Copa Volpi de Venecia por Per amor vostro.
La película traza un paralelismo entre la historia que viven las protagonistas y la historia de Orfeo y Eurídice, y en una escena vemos a Héloïse, Marianne y Sophie leyendo la obra de Ovidio: «Después de perder a su amante Eurídice, Orfeo tiene la oportunidad de recuperarla de entre los muertos, con la condición de que no se gire a mirarla hasta que salgan del inframundo. Orfeo no se puede resistir: se gira, la mira y ella desaparece para siempre».
Marianne interpreta este mito como la elección de Orfeo de quedarse solo con el recuerdo de su amante e inmortalizarlo a través de la poesía. «No decide como un enamorado sino como un poeta», dice. Héloïse, en cambio, cree que Eurídice podría haber provocado a Orfeo. «Quizá fue ella quien le dijo: ¡Gírate!». Si cambiamos los nombres del mito por los de las protagonistas de la película y la poesía por la pintura entendemos mejor Retrato de una mujer en llamas y, sobre todo, el momento de la despedida, cuando tras un fugaz abrazo Héloïse sale detrás de Marianne y le dice: «¡Gírate!».
La película tiene una mínima banda sonora, pero la música tiene un papel fundamental: el coro de mujeres cantando a capela Fugere non possum junto a la hoguera es embriagador y envuelve el momento que da título a la película. Sciamma juega con los sonidos y los silencios, y utiliza El verano, de Las cuatro estaciones de Vivaldi, en dos momentos concretos. Primero la toca Marianne en el viejo piano que hay en la casa, creando uno de los momentos iniciales de intimidad entre las dos mujeres.
Luego tiene un protagonismo especial al final de la cinta. Marianne acude al teatro y cuando se sienta en el palco ve a Héloïse entre el público. La dos están solas, pero separadas por el patio de butacas. «Ella no me vio», dice la voz en off para dar paso a los acordes de Vivaldi y emocionan a una Heloïse, que en ese momento, con los ojos cerrados, quiere volver a ver a la mujer que, sin que ella lo sepa, la está mirando. Las lágrimas se le escapan de los ojos mientras intenta que el corazón no se le salga del pecho.
A la buenísima recepción del público se sumó la de la crítica especializada. En el Festival de Cannes, Céline Sciamma fue la primera mujer en recibir la Queer Palm. También se llevó el premio a Mejor guion en los Premios del cine europeo, y Claire Mathon ganó el Premio César a la Mejor fotografía y los de Nueva York, Boston y Los Ángeles en el mismo apartado. En los premios RNE Sant Jordi triunfó en la categoría de Mejor película extranjera.
Noémie Merlant y Adèle Haenel interpretan los papeles protagónicos.