Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Buen muchacho

Recién estrenado como presidente de la AHS en la provincia más oriental de Cuba, un joven periodista, entre el embullo y la responsabilidad, asume retos que jamás imaginó

Autor:

Haydée León Moya

GUANTÁNAMO.— Esa confesión suya sí que me sorprendió. A quienes conocen y han visto crecer en su ejercicio profesional al periodista Dairon Martínez Tejeda, seguramente igual les tomará por sorpresa saber que la carrera que estudió la eligió por embullo.

Por no separarse de sus mejores amigos del Instituto Preuniversitario Vocacional José Maceo Grajales, no optó por Medicina, como quería su madre y era «furia» entonces.

A la luz de hoy, se alegra de aquel entusiasmo suyo que lo llevó a la Universidad de Oriente durante cinco años, decidido ya a dedicar su vida al periodismo.

No se sintió incómodo durante la carrera, pues «tuve una profesora en la secundaria que casi me obligaba a mejorar en redacción y ortografía. Incluso me quitaba puntos en los exámenes por mi pésima caligrafía. Si mirabas mi escritura era como si tuvieses delante un electrocardiograma».

Dice que al principio sentía demasiada presión con todo eso, pero con el tiempo se fue enamorando de las letras y de la lectura de todo lo que caía en sus manos.

Dairon nació y creció (y vive aún) en un barrio bullicioso con calles sin asfalto al oeste de la ciudad de Guantánamo, donde la muchachada alucinaba con las carreras de caballo y el juego de pelota en plena vía. Pero él no. Prefería la tranquilidad de su humilde hogar y la amorosa compañía de quien considera la mejor y más influyente profesora con que ha contado toda la vida: su madre.

Tal vez por eso la timidez contra la que ha tenido que luchar. El primer paso lo dio justo cuando, al graduarse, lo ubican en la radio como corresponsal en Maisí. Dio «bateo» porque no era el medio en el que pensó formarse profesionalmente. Y logró que se le abrieran las puertas de Venceremos.

En poco tiempo el periódico local se convirtió en su otra casa-escuela, y el colectivo en familia y fuerte incentivo para la superación en todos los sentidos. «Primero me designaron para atender la UJC y ciertamente me acomodé un poco; y me di cuenta de que me quedaba atrás en relación con otros de mi graduación. Ellos andaban tras un periodismo más atrevido y con mucho impacto social», recuerda.

No tuvo que esforzarse demasiado para cambiar la rutina, pues el semanario lo necesitaba, descubrió potencialidades en él y se lo exigía. Tenía que ser más incisivo, más de calle arriba y calle abajo, buscarse problemas... y también destacar el protagonismo de la juventud en favor de un Guantánamo mejor.

«Venceremos fue el empuje que necesitaba para superar mis temores a herir susceptibilidades, a pensar que la crítica daña, cuando en realidad sana. Creer que resaltar lo bueno es complacencia, cuando es parte de nuestra realidad y tiene que ser reflejado», sostiene.

Con ese aprendizaje, se consagra más tarde en la página cultural del medio que le dio nombre y le abrió las puertas en otros. Así, en una misma jornada se le veía en las mañanas tecleando en la redacción del órgano oficial del Partido en la provincia, luego se escuchaba su voz en la radio, más tarde presente ante las cámaras del telecentro Solvisión; en el Gobierno municipal coordinando sus tareas como jefe del equipo de Comunicación. También buscando un tema de trascendencia nacional para cumplir los encargos de Granma, el diario para el que también escribió por dos años.

«Ya estaba demasiado enamorado de mi profesión, pero también necesitaba ganar más dinero para cumplir mi sueño de ayudar a mi mamá a mejorar nuestra casa, que estaba  en muy mal estado», comenta y agrega que también ejerció buen tiempo como profesor de Historia en cursos por encuentro.

Aunque atender los temas culturales en el semanario provincial lo vinculó con la creación artística de los jóvenes guantanameros, ser miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), también fue, al principio, cuestión de embullo.

—¿Cómo sucedió?

—Mis amigos, esos mismos que me halaron al periodismo, me preguntaron si quería ser de la AHS. Y les dije, ¿yo, con qué obra, si no soy artista? Pero me embullé de nuevo. Tenía documentales que habíamos realizado en equipo en la universidad y algunas investigaciones, como la de la presencia china en Guantánamo, y los presenté como parte de mi currículo. Así entre a la AHS, en 2018.

«En los primeros años no fue fuerte el acercamiento, colaboraba con la web de la AHS y logré establecer vínculos profesionales fuertes. Luego me propusieron, y acepté, ser jefe de la sección de audiovisuales y fue muy bueno acompañar a los muchachos en los procesos creativos. Tiempo después ocupé la vicepresidencia y me ocupaba básicamente de la organización de eventos».

—Entonces, ¿por qué has dicho que te sorprendió tu reciente elección como Presidente?

—Cabía la posibilidad de que alguien me propusiera, pero que la mayoría votara por mí para esa responsabilidad, la verdad que me asustó.

—¿Y lo aceptaste por esa costumbre tuya de no decir no a nada?

—No creas, me cuesta hacerlo, pero decir sí a todo por no hacer quedar mal o disgustar a alguien, es cosa del pasado y te confieso que en eso influyeron mucho mi militancia en la UJC, primero, y en el Partido Comunista de Cuba, después. El punto es que tambien está el compromiso de ser útil donde te necesiten y tu creas que puedes, al menos, esforzarte por hacer las cosas bien.

—¿Y entonces por qué el susto?

—Porque es un cargo bien complicado y con muchísimas responsabilidades, y de eso me di cuenta apenas lo asumí. Requiere un conocimiento global del mundo del arte y la cultura, la economía... y no me imaginé ahí. Pero ahora que estoy, me entusiasma.

«Ahora en esta responsabilidad, tengo que seguir aprendiendo a decir que no cuando corresponde y hacer las críticas pertinentes, siempre para defender los derechos de los asociados y lo que les corresponde a ellos en el cumplimiento de las políticas culturales del país y sus propios sueños».

—¿Con qué debilidades asumiste esa responsabilidad?

—Con muchas, pero una de gran peso es la constante emigración, fundamentalmente hacia otras provincias y también más allá de nuestras fronteras. Es difícil, a veces, encontrar la manera de que los muchachos quieran o se sientan motivados a crear desde Guantánamo, o que aun yéndose, traten de traer su obra al lugar y la gente que los vio nacer y crecer y los apoyó en su momento.

—¿Si tuvieras que dar prioridad a las fortalezas, cuál destacarías?

—Contar con un ejecutivo integrado por jóvenes que tienen una obra, con muchísimas ganas de trabajar sin esa proyección elitista que tan perjudicial es. Y tener vivos y cada vez con mayor alcance eventos como la jornada nacional de la canción política, que tiene alcance internacional, y proyectos como Cine andante, que acaba de ganar el premio en Las romerías de mayo, que se celebra en la provincia de Holguín.

—¿Qué esperas del venidero 4to. Congreso: que sea un foro de quejas y demandas o la oportunidad de una proyección participativa?

—Amabas cosas. Porque los jóvenes creadores necesitan mayores y mejores espacios para manifestarse y exigir que las instituciones sean más proactivas. Y estoy convencido de que será un evento de un mayor compromiso revolucionario.

Muchacho respetuoso, sensible, y muy educado. Eso dicen en su barrio y dondequiera que ha transitado laboralmente este treinteañero que no piensa desligarse jamás de su oficio. Que parece que no rompe un plato, pero si lo provocas y habla, acaba con toda la vajilla, diría yo.

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