Con las más disímiles poses y colores, las catrinas, representaciones de la calavera garbancera creada por el reconocido grabador José Guadalupe Posada, tomaron teatros y plazas santiagueras. Autor: Daniel Houdayer Publicado: 10/07/2023 | 07:21 pm
SANTIAGO DE CUBA.—Desde el 3 hasta el 9 de julio en esta oriental ciudad un sacerdote Ifá anduvo al lado de una catrina; teatros, plazas y calles vieron desfilar al colorido ícono en las más disímiles poses y colores; reconocidos académicos intentaron apresar el real significado de la muerte para aprender a valorar la vida y entre los ardores de una de sus fiestas entrañables los lugareños se adentraron en la más arraigada y profunda tradición mexicana, más allá de cualquier folclorización mercantilizada.
Tales fueron los signos vitales de la 42da. edición ininterrumpida del Festival del Caribe, que con las llamas consumiendo los malos augurios en forma de diablo, cerró sus puertas el pasado domingo, tras una semana de vigoroso rencuentro entre lo más auténtico de nuestras culturas populares, que confirmó la validez de dedicar la cita, por primera vez, más que a un país, a una festividad: las celebraciones mexicanas de la vida y la muerte.
«México es también Caribe, lo entendimos en Santiago donde nos unen los tambores», recalcaría desde la propia gala inaugural el embajador de ese país en Cuba, Miguel Díaz Reynoso. Y la filiación caribeña de la patria de Juárez, su trascendencia en la identidad regional serían igualmente remarcadas en más de una ocasión por Orlando Vergés, director de la Casa del Caribe, y por el abarcador programa del evento.
Un intenso canto a la vida resultó la celebración del 3er. Congreso Mundial sobre la Muerte, en el que el fin de la existencia, la memoria y el recuerdo fueron mirados desde el prisma de las más diversas disciplinas y prestigiosos académicos, entre ellos la doctora Patricia Ledesma Bouchan, cuya presencia fue símbolo de la reanudación de los vínculos entre la Fiesta del Fuego y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, de México.
Los tradicionales lazos de amistad entre Cuba y México se estrecharon con esta Fiesta del Fuego. Fotos: Daniel Houdayer
Secundando esta singular confrontación entre la vida y la muerte que hizo vibrar toda una ciudad, la voz del Caribe se alzó desde 13 talleres especializados en los que se intercambió sobre teatro, religión, educación, poesía, cine, tatuajes, industrias culturales, arqueología, entre otros temas; los jóvenes artistas encontraron natural espacio a la promoción de su quehacer y la urbe se redescubrió vital e intensa en conciertos, galas, desfiles, exposiciones y las tradicionales ceremonias de Homenaje a la rebeldía esclava, la Oda a Yemayá o la Fiesta Campesina, que alcanzaron a poblados y comunidades,
Toda la vastedad cultural del hermano país y su vocación solidaria hicieron por estos días más fuertes los lazos entre Cuba y México y su nutrida representación, de unos 200 artistas, intelectuales e investigadores, ya deja huellas en las artes visuales, el cine, la música, y consiguió estrechar los vínculos académicos y de intercambio cultural con la firma de convenios entre la Casa del Caribe y el Instituto Municipal para la Cultura del Ayuntamiento de Aguas Calientes, y entre la academia Las Américas, de Aguas Calientes y la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, para la formación y superación de personal de salud de ambos territorios.
«México es Caribe, nos unen los tambores», ratificaría la amplia delegación de ese país presente en esta edición del evento. Fotos: Daniel Houdayer
Grandes momentos regaló a la ciudad la Fiesta del Fuego que recientemente concluyó, entre ellos la inauguración de un mural a relieve con más de un centenar de cráneos, obra del artista mexicano Dhante Loyola, que quedó emplazado en las paredes de la Casa del Caribe No. 2, y el memorable concierto ofrecido en la Catedral de Santiago de Cuba con la participación del Orfeón Santiago, Vocal Vidas y la Orquesta Sinfónica de Oriente bajo la batuta del prestigioso músico mexicano Guillermo Villarreal, sin dudas una muestra de cuánto el buen arte une y conforta.
La participación de más de 2 000 artistas cubanos, entre ellos los principales grupos portadores del país, y unos 400 extranjeros de casi una veintena de naciones, a pesar de la crisis pospandémica y el difícil momento que vivimos, reafirmaron el poder de convocatoria del Festival y hablan de la recuperación de su habitual dinámica. Así lo vivenció por estos días la urbe santiaguera, que desde el vital abrazo al México profundo, fue otra vez epicentro de todo el color y calor del Caribe.