Portada del disco Saldando deudas. Autor: Tomado de Internet Publicado: 21/12/2022 | 10:20 pm
Casi al finalizar el año, un nuevo regalo para el bailador y los cultores de la música popular bailable ha visto la luz recientemente. Saldando deudas es el tercer fonograma que produce el maestro Joaquín Betancourt junto a su Joven Jazz Band. Pero no es un material discográfico cualquiera.
Como ha sido costumbre en producciones recientes destinadas al rescate o difusión del quehacer artístico de décadas pasadas, como Será que se acabó, de Alexander Abreu, o Los herederos, homenaje a Chucho Valdés e Irakere, este material que el Premio Nacional de Música 2019 produjo bajo el sello Unicornio de Producciones Abdala parte del propósito manifiesto de su creador por conectar generaciones, tomando la música como pretexto.
«Saldando deudas tiene el objetivo de agradecer, venerar, respetar el gesto altruista que tuvieron nuestros músicos, a partir de la década de los 60, para imponerse a las dificultades de entonces y mantener en alto nuestra música bailable con nuevas sonoridades que a partir de ahí se fueron moldeando», comentaba por estos días Joaquín Betancourt, previo a la presentación del material con el que su Joven Jazz Band celebra 15 años de fundada.
El acercamiento que Betancourt realiza a varios de los temas icónicos de la música popular bailable creada a partir de los 60, junto a los muchachos de la Jazz Band, rehúye de los lugares comunes y se vuelve un trayecto donde cada tema es un mundo aparte. Creaciones originales de Miguel A. Rapsal, Rolando Vergara, Juan Formell, Adalberto Álvarez, Chucho Valdés, Arturo Cleyton, Enrique Bonne y Elio Revé, componen una selección cuyos arreglos, producción musical y dirección general corrieron enteramente a cargo del reconocido compositor y educador de varias generaciones de artistas.
«La arquitectura del ritmo, los tejidos armónicos, los diálogos interminables entre las secciones de instrumentos, la picardía de estribillos, provocada por los coros y las estruendosas y brillantes interpretaciones de los cantores solistas, dejan la escena preparada para imaginar dónde realmente comienza lo de ayer y dónde concluye lo de hoy», destaca el maestro en las notas discográficas de este fonograma, que recoge diez temas defendidos por excepcionales invitados.
Grandes amigos, de Miguel A. Rapsal, es la canción que abre este viaje en la voz de Norisley Valladares «El Noro», para dar paso a Yo bailo de todo, compuesto por Rolando Vergara e interpretado en esta ocasión por Mandy Cantero, y donde se destaca el solo de Yolanda Rodríguez «Yuya» en las congas. Dale calabaza al pollo, escrito por Juan Formell, se escucha en voz de Cimafunk y Samuel Formell al drums.
Dos canciones simbolizan el homenaje de Joaquín Betancourt por el 80 cumpleaños del insigne pianista Chucho Valdés y su arrolladora Irakere: Los caramelos, en voz de Alexander Abreu, y Claudia, donde Betancourt llamó al Cuban Sax Quintet que comanda Germán Velazco y a Orlando Valle «Maraca» en la flauta.
Completan el material El son de Adalberto, interpretado por Alain Pérez, y Ando buscando un amor, en voz de Amaray, Que me digan feo, cantado por Dayán Carreras, Un tipo como yo, defendido por Kiko Ruiz, y El Ibiano, en voz de Emilio Frías «El Niño» y Osain del Monte.
Todos ellos arropados por la Joven Jazz Band del maestro
Joaquín Betancourt, donde algunos componentes se probaron en nuevos registros y otros reafirmaron su experticia en la ejecución de la música popular bailable y estos temas de décadas pasadas. Casi todos jóvenes, como el pianista Rodrigo García, Héctor Quintana en la guitarra eléctrica, Yuniet Lombida en el saxofón barítono, Harold Madrigal en las trompetas, o Eduardo Barreto, Yoandry Agudín y Eduardo Sandoval en los trombones.
«La música cubana es multigeneracional. Hay que hacerla con una combinación de generaciones, con el aporte de los viejos a los jóvenes. A veces, erróneamente, no lo vemos así», es una idea defendida por Betancourt, quien asegura que los temas escogidos para este disco tienen una energía natural.
En su labor de rescate de valores artísticos de la música popular bailable, Joaquín Betancourt quisiera llevar adelante más empeños creativos de este tipo que permitan retomar canciones icónicas, y otras no tanto, pero con un valor musical y testimonial ineludible para saber reconocernos en lo que hemos sido como sociedad, como bailadores y como creadores. Sin duda, público y músicos se benefician de proyectos como estos que ponen en valor nuestro acervo musical común y establecen rutas para ir y volver en nuestro mapa musical.