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Giselle: diferentes talentos y una magia incuestionable

La temporada de la obra cumbre del Romanticismo reúne por estos días en la capital cubana a primeras figuras internacionales

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Por estos días en que artistas y público se reúnen para celebrar parte de lo mejor del arte danzario en el 27mo. Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, una temporada de cinco presentaciones de la obra Giselle engalana las noches en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba con la presencia de reconocidas figuras de ese arte escénico.

Tras un fin de semana apoteósico, cuando la joven Giselle fue interpretada por Anette Delgado (Ballet Nacional de Cuba), María Kochetkova (San Francisco Ballet) y Yolanda Correa (Staatsballett Berlín), el público cubano aún podrá disfrutar de presentaciones los días 1ro.(Susanna Salvi) y 2 de noviembre. En esa última fecha, y para conmemorar el aniversario 79 del estreno de Alicia Alonso en ese rol, la primera bailarina Viengsay Valdés regresará tras dos años retirada de los escenarios.

Será ese el cierre de una temporada ecléctica de ese ballet cumbre del Romanticismo, cargada de la magia y la diversidad de estilos que han aportado cada una de las intérpretes que se pusieron en la piel de la joven lozana que, ingenuamente enamorada, sucumbe a la locura hasta morir para danzar en un sueño eterno junto a las willis.

Albrecth, el amante desdichado, también ha sido asumido en este festival por algunos de los rostros principales de la danza mundial, como Ricardo Castellanos (Ballet Nacional de Noruega), Joaquín de Luz (Compañía Nacional de Danza de España), Semyon Chudin (Ballet Bolshoi) y próximamente Dani Hernández (Ballet Nacional de Cuba), y por primera vez en el archipiélago, acompañando a Viengsay, Jacopo Tissi (Ballet del Teatro de La Scala de Milán).

Todos ellos, con distintas formas ejecutorias y estilos interpretativos, han sido arropados por el cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba, una compañía que se sabe veladora del legado de la prima ballerina assoluta, quien hizo suya esta obra y toda la mística alrededor de su personaje principal.

La versión coreográfica de la Alonso, compuesta a partir de la original de Jules Perrot y Jean Coralli, es de las más significativas y apreciadas en el mundo.

En medio del ajetreo propio de estos días intensos de ensayos, afinación de detalles y rencuentros en la sede del Ballet Nacional de Cuba, JR conversó con varios protagonistas de esta temporada sui géneris, plato fuerte de un festival que en su regreso tras la pandemia de COVID-19 continúa en la preferencia del público.

María Kochetkova es una de esas figuras que, en su cuarta visita a la Mayor de las Antillas, no ha querido perder la posibilidad de presentar su talento ante el público cubano. «Reconozco la gran importancia que tiene Giselle para ustedes, el vínculo emocional con la obra de Alicia Alonso y la tradición de esta historia en Cuba. Es un honor para mí estar aquí», asegura la primera bailarina internacional, cuya presentación el pasado sábado recibió los vítores propios de una interpretación magistral.

Para quien ha sido primera figura del San Francisco Ballet y del American Ballet Theatre, estrenada en el personaje de Giselle a los 18 años, «la forma de interpretar el ballet cambia a medida que creces como artista. Independientemente de toda la experiencia y lugares en los que he bailado, y todas las obras que he interpretado, Giselle no deja de emocionarme, aunque no hay ninguna obra a la que le reste importancia. Intento vivir el momento y poner toda la emoción a cada personaje».

La excelsa bailarina rusa compartió escenario con el primer bailarín español Joaquín de Luz, a quien le une una amistad de 15 años y han bailado juntos en varias ocasiones. Esta es la segunda oportunidad en que se presentan ante el público cubano —la primera fue en 2018, durante la pasada edición del festival, cuando interpretaron el pas de deux del segundo acto de Giselle—, y esta vez será con la propuesta cubana íntegra del ballet versionado por Alicia Alonso.

La química entre ambos, las dotes interpretativos de él y el dominio técnico de ella, calaron notablemente en el público que asistió a su presentación en la sala Avellaneda.

Desde los ensayos en la sede del Ballet Nacional de Cuba era posible descifrar la genuina sintonía entre dos notables artistas que se reconocen, se respetan y se quieren: una Kochetkova metódica marcaba ciertas pautas, y un visceral, creíble e intuitivo Joaquín de Luz asumía y aportaba su complemento exacto en esta obra.

Para el también director de la Compañía Nacional de Danza de España, la oportunidad de presentarse nuevamente ante el público cubano en tantas facetas —baila, presenta un documental y trae a su compañía para una temporada de su versión del ballet Carmen—, «lo bueno de este festival tan ecléctico e internacional es que se ven las diferencias de cada intérprete en cada noche.

«Al principio solo venía para traer mi agrupación, pero Masha —así llama cariñosamente a su compañera de escena— me animó para bailar este Giselle. Es un regalo acompañarla en la versión cubana, a la que imprimimos algunos cambios desde el punto de vista interpretativo, respetando la concepción de Alicia», comenta el destacado bailarín, cuyos vínculos con Cuba se remontan a finales del pasado siglo, cuando coincidía en los escenarios de Nueva York con los cubanos José Carreño y Carlos Acosta.

Otra de las grandes estrellas internacionales que acudió a esta nueva edición del Festival Internacional de Ballet de La Habana es la cubana Yolanda Correa, hoy primera figura del Staatsballett Berlín. Bailó por primera vez con Semyon Chudin, primera figura del Ballet Bolshoi, en una interpretación memorable de la obra escrita por Théophile Gautier.

La bailarina cubana, quien en la primera década de este siglo integró las filas del Ballet Nacional de Cuba y fue bailarina principal desde 2005, forma parte de la compañía europea desde 2018.  Según asegura, su regreso a la escena cubana y a la sede de la agrupación donde inició su formación está marcado por hermosos recuerdos vinculados con el arte de la danza.

«He bailado muchas otras versiones de Giselle, y encontrarme de nuevo con el BNC me ha hecho recordar el trabajo que hice con grandes maestros cubanos. Recordé muy rápido todo lo aprendido, pues obviamente trabajé la versión cubana durante muchos años. Me siento en casa, como si no hubiera estado fuera tanto tiempo», asegura la reconocida intérprete, discípula muy cercana de Josefina Méndez y Svetlana Ballester y egresada de la Escuela Nacional de Ballet de La Habana.

Para Correa, poseedora de una ecuanimidad y virtuosismo peculiares, capaz de emocionar al auditorio, «Giselle es una obra maestra que ha trascendido por muchos años, y pienso que es el ballet que, una vez interpretado, nos define como primeras bailarinas. La versión cubana de Alicia la quería volver a hacer hace mucho tiempo, trayendo elementos que he aprendido en mi trabajo en Europa, sobre todo con maestros franceses que se enfocan mucho en depurar la técnica y el estilo tan distinguible de la escuela cubana».

Oportunidades de lujo que ofrece el Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, el más antiguo de su tipo en el mundo: el rencuentro con figuras internacionales de primer nivel y la certeza de que, sea Giselle, Carmen o un programa concierto, seguimos vibrando juntos con el arte de la danza.

María Kochetkova y Joaquín de Luz.

Anette Delgado y Ricardo Castellanos.

Jacopo Tissi y Viengsay Valdés.

Dani Hernández y Susana Salvi.

Semyon Shudin y Yolanda Correa. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

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