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NG La Banda cumple 34 años

El objetivo de la banda Nueva Generación (después NG La Banda) es el de buscar la música cubana del futuro, cosa bien difícil, expresó el maestro José Luis Cortés en reciente entrevista con Juventud Rebelde, que hoy rinde un sentido homenaje por su partida

 

 

Autor:

Rafael Lam

José Luis Cortés es uno de los músicos más renombrados de Cuba, con una obra que sobresalió a partir de la segunda mitad del siglo XX. Juan Formell
lo catalogó como «un músico de síntesis quien atrapa y concreta el género de la timba y la música contemporánea». Chucho Valdés lo sitúa a la altura de Benny Moré, Arsenio Rodríguez o Pérez Prado. «Universaliza la timba cubana y la lleva por el mundo», afirmaba el líder de la legendaria banda Irakere. Y el crítico Ban Tavara King de San Antonio Express-News, de Estados Unidos, publica que «NG La Banda es posiblemente la mejor orquesta de salsa del hemisferio occidental».

Precisamente, con «el Tosco» conversa Juventud Rebelde, en vísperas del aniversario 34 de la orquesta, este lunes 4 de abril.

—José Luis Cortés, ¿naciste músico o fue un accidente del destino?

—Provengo de una familia de músicos; mi papá era charanguero de un circo y mis tíos eran tamboreros de congas callejeras. Mi mamá, llamada Aida González Farramola, se crió con todos ellos en una casa del pueblo de La Salud, perteneciente en aquellos tiempos a La Habana. Ahora pertenece a Quivicán, donde nacieron Bebo y su hijo Chucho Valdés. Así que ellos son coterráneos míos ¿qué te parece? De cualquier manera, para contestar completamente tu pregunta: La llegada de un cambio social en 1959 permitió que en 1966 me ofrecieran una beca para estudiar música en la Escuela Nacional de Arte, que por cierto en este 2022 cumple 60 años. Medio siglo, más o menos, hace que llegué a estudiar a La Habana. Pero te digo: lo mío tiene mucho de la casualidad del destino y de algo que iba a suceder de una manera o de otra. Siempre he vivido con mi mente en la música, desde aquellos tiempos en que escuchaba en las bodegas o el bar de Nano las vitrolas sonando música sin parar. Es en esa etapa cuando triunfaba la gran orquesta Aragón con el flautista Richard Egües, quien me inspiró a ser un flautista y a ser —algún día— su continuador, según palabras del propio Egües.

—¿Cómo pudiste desenvolverte en la escuela con los rigores de la disciplina y la alta técnica escolar?

—En verdad yo no tenía ninguna disciplina; procedía de un barrio marginal llamado El Condado y que los argentinos llamarían arrabalero. Un fruto de la pobreza y la desigualdad de sistemas anteriores. Pero me propuse ser alguien. Tenía el estímulo de mi santa madre, que tanto tuvo que ver. Tenía un compromiso con la vida, con mi propio país, con mi orgullo de hombre que estaba forzado a triunfar contra viento y marea. Compartía con niños y jóvenes de ascendencia muy educada. Terminé siendo amigo en la escuela de grandes de la cultura cubana de hoy: el genio Jorge Luis Prats, el bailarín de Alicia Alonso, Jorge Esquivel, muchos de los grandes pintores de hoy… Hasta viví en el albergue de los bailarines de ballet. Aprecio mucho el ballet por encima de otras artes. Lo de buen flautista se debe a que tenía que esforzarme más que nadie para ser el mejor. Yo tenía el hándicap de ser muy pobre, negro y feo. Pero la belleza de la música me cambió el rostro (risas).

—Hablemos de música de una vez y por todas: de la salsa y la timba, ¿la manzana de la discordia?

—Soy fruto de los Van Van de Juan Formell y de Irakere de Chucho Valdés. Ellos me aportaron y también les aporté. No estuve pintado en la pared, fue algo mutuo. Ellos me llevaron a sus orquestas por algo. Fueron los que sembraron la música que hoy llamamos salsa cubana o timba. Yo siempre le he llamado «música popular bailable contemporánea». Ese fue el concepto que tuvimos cuando empezamos, que te revelamos en tu propia casa antes de comenzar y que lo publicaste en la revista Opina, en diciembre de 1987. Dijimos: «El objetivo de la banda Nueva Generación (después NG La Banda) es el de buscar la música cubana del futuro, cosa bien difícil. Esperamos ser el punto de partida para un nuevo modo de hacer los ritmos cubanos
del patio. No queremos parecernos a nadie, buscamos un lenguaje claro y sensible; sin rechazar los elementos contemporáneos. Tampoco frenaremos el desarrollo del talento creativo de los integrantes del equipo musical».

—Pero algunos dicen que fue Irakere quien creó la timba…

—Irakere fue un verdadero fenómeno musical; ellos dieron continuidad a esa música que hoy llaman «latin jazz», que no es más que el jazz cubano que hicieron los propios cubanos en Nueva York, en la década de los 40 del pasado siglo con esa orquesta famosa de Machito y los Afrocubanos, apoyados en Mario Bauzá. Después los aportes de Chano Pozo, en 1947, y de otros percusionistas. En Cuba, en la década de los 70, los Irakere grabaron varias congas y asumieron lo afro, con los aportes de Oscar Valdés en la percusión y de su sabiduría africana.

«Pero lo que hizo NG La Banda no necesariamente fue lo mismo que Irakere. En la música hay pequeños cambios que también son revoluciones, como fue el caso de Jorrín con el chachachá, en la orquesta América. Por ejemplo, Irakere hacía largas introducciones instrumentales. En principio ellos fueron una banda sin cantantes, con el objetivo de hacer un jazz nuevo cubano. Por lo contrario, yo apliqué entrar por corte directo en el montuno, en los tumbaos callejeros que casi siempre exponía a los asistentes bailadores para que los conocieran. Entonces, después entrábamos en el cuerpo de la canción; pero lo primero era ganarnos al bailador. Para ellos hicimos la música, para que gozara el bailador. Algunos de los metales de mi banda querían hacer jazz, amaban el jazz. Yo decidí ser un músico cubano ciento por ciento. Resolví cambiarlo todo, revivir, asumir la clave, darle nueva vida a los tradicionales tumbaos y montunos, esencia de la sabrosa música cubana. Sin eso no hay completa cubanía. Eso es lo que mueve al mundo; eso es lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos en la música.

«Aunque escuches a los jóvenes inventando todos los días algo nuevo. Siempre tendrán que volver a lo cubano auténtico, genuino. Si no lo hacen corren el riesgo de caer en la ruina de la música. Para concluir tu pregunta: Irakere fue una explosión genial de Chucho y sus músicos. Nosotros fuimos un boom, fuimos otra cosa. Además, no olvidemos que revolucionamos la manera de presentar un concierto masivo. Nos interrelacionamos con el público, con los coros, estribillos, con la interrelación popular de saludar a los barrios. De visitar esos barrios que resultan de tanta importancia. La retroalimentación. Con NG La Banda comenzaron muchas cosas. Ya con esto lo digo todo, y puedes dar por terminada la entrevista».

José Luis Cortés, Juan Formell y David Torrence

—José Luis, todavía hay más. Recuerdo que en el despegue del boom de la salsa cubana, en tu gira en el verano de 1991, en la que los acompañé a Santiago de Cuba y Holguín, me dijiste que tu sueño era entrar en toda la Isla de Cuba con una rastra llena de equipos de sonido para llenar de música parques, estadios… de la música más potente de Cuba. ¿Se cumplió tu sueño?

—Diga cómo es cierto, sabe y le consta… Después de la gran revolución de NG La Banda se generó ese boom con el que llenamos todos los estadios y plazas de Cuba. Ahí están las fotos, las canciones, las obras, las grabaciones, los discos, la historia. Ahí está El son más largo del mundo (1997), que ahora cumple 25 años en el Cubadisco próximo. No se homologó porque el Récord Guinnes se politizó y no quiso oficializarlo; pero la historia no se puede cambiar, no se puede falsear. Ahí están los dos conciertos del Team Cuba, en el Anfiteatro de Varadero y el Paseo del Prado frente al Capitolio, en 1998. Pueden buscarlos en YouTube.

«Como ha dicho el músico Juan Carlos Alfonso: “Los grandes fenómenos no se repiten”. Eso queda para la historia, historia que desconocieron, ignoraron, los desagradecidos de la música. Nunca lo reconocieron y dejaron de disfrutar el pueblo, el público masivo bailador. Ese no se equivoca, no sabe de música, pero como dijo Leo Brouwer: “siente”. Nosotros cumplimos con la cultura cubana y ya es hora de hacer el resumen, hacer la historia. Ahora sí he terminado. Ya está dicho todo».

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