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El regreso a las tablas de Enriqueta Favez

La compañía Argos Teatro estrenó el monólogo inspirado en la vida de quien fuera la primera mujer en ejercer la medicina en Cuba 

Autor:

Emilio L. Herrera Villa

Casi dos siglos después, la figura de la primera mujer en ejercer la medicina en Cuba ha sido, más que musa, paradigma en varias manifestaciones del arte. Un documental, una película, una obra de teatro, una canción y una escultura rindieron merecido tributo a Enriqueta Favez, mujer que fue sentenciada por las leyes y prejuicios de la época colonial a pesar de no haber cometido mal alguno.

En esta ocasión la compañía Argos Teatro trajo a las tablas Favez, un monólogo sobre la vida de quien defendió su derecho a practicar la medicina con la misma dignidad que sostuvo su orientación sexual.

Basada en el libro Por andar vestida de hombre, del Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, publicado en 2012 por la Editorial de la Mujer, esta obra es una adaptación muy personal de Alberto Corona, director, y la actriz Liliana Lam.

«Para nosotros es un gran reto. Esta es la primera obra que dirijo y es el primer monólogo que Liliana Lam interpreta. Siempre es muy difícil dialogar consigo mismo, sin tener a otros actores delante. En escena, tal vez más», declara a Juventud Rebelde Alberto Corona.

«La obra ha sufrido muchos altos y bajos por la propia situación de la pandemia. Estuvimos detenidos un tiempo, pero seguíamos trabajando y ensayando en el hogar. Fue muy difícil también por el tema de atender a las niñas a tiempo completo. Liliana Lam y yo llevamos 11 años de matrimonio y tenemos dos hijas, una de dos años y otra de siete, las cuales demandan mucha atención. Estar en casa conspiraba contra todo el tiempo que le debíamos dedicar a la obra, principalmente al estudio de la interpretación. Regresar a las tablas soluciona cualquier tipo de problema externo. Es como entrar en una burbuja y convertir todo en magia».

Ensayos del monólogo con la actriz Liliana Lam. Foto: Will Oceguera

Favez está compuesta por «cuatro cuadros con una duración de 60 minutos». Inicia cuando Enriqueta se encuentra en el pueblo de Tiguabos (Baracoa) a la espera de su amada Juana de León, pero un suceso inesperado cambia el rumbo de su vida. 

«Todo comenzó a finales de 2019 y principios de 2020, cuando Lili le comentó al Doctor Julio César González Pagés su deseo de escribir un monólogo para teatro basado en su libro. Él aceptó con entusiasmo. Costó trabajo darle forma. Lili boceteó alrededor de cinco versiones. Luego entro yo para ayudarla en el proceso de creación. En 20 días la terminamos. Una vez pulida, la llevamos a Julio y se la leímos. A él le encantó. Se emocionó mucho porque vio el reflejo, llevado a la dramaturgia, de todo lo que había investigado sobre Enriqueta Favez», explica el Director de la obra.

La trágica existencia de la suiza Enriqueta Favez (1791-1856) posee todos los ingredientes necesarios para ser recreada por las artes escénicas. A sus 15 primaveras contrae nupcias con un oficial del Regimiento de Cazadores de las tropas napoleónicas, con quien tiene una niña que fallece a los pocos días de nacer. En 1809 enviuda. Suplanta la identidad de su esposo y comienza sus estudios de Medicina en la Sorbona de París. Ejerce como cirujana en el ejército francés hasta su captura por las tropas del duque de Wellington en España.

Tras la guerra arriba a la Isla en 1819 y comienza una nueva vida en el oriente cubano. Bajo el nombre de Enrique Favez ejerce como médico en Baracoa, atendiendo gratuitamente a muchas personas y enseñando a leer y escribir a otras tantas. Se casa con Juana de Léon, quien conocía el sexo biológico de su pareja. Debido a un descuido, fue sorprendida y juzgada por los tribunales españoles de la época.

Tratada con todo rigor, fue sentenciada primero a diez y luego a cuatro años de prisión «por los horribles crímenes de haber andado desde que vino a esta Isla disfrazada con el vestuario de hombre». A los 33 años concluye su condena. Se muda a Nueva Orleans (EE. UU.) con unos familiares que la obligan a internarse en un convento. Fallece como la «hermana Magdalena», asistiendo hasta el final a todos los que necesitan de sus conocimientos médicos. 

«Nos interesa muchísimo la figura de Enriqueta Favez —argumenta Alberto Corona—, pues desde niña estuvo marcada por la tragedia. Pierde a sus padres de pequeña, luego a su tío. Sufre por los amores, la juzgan por vestirse de hombre, va a prisión, es deportada. Todos estos conflictos llegan a nuestros días con un valor y un significado tremendos. Enriqueta Favez nos ayuda a crear conciencia. Deja claro que no deberían existir las diferencias de género. Debemos valorar a las personas por su calidad humana, no discriminarlas por ser hombre o mujer. Es bien interesante cómo ella trata de luchar por eso, esforzándose en ser feliz en aquella sociedad».

Según la sinopsis del monólogo, esta obra inspecciona cada paso de su existencia, la incomprensión y crueldad con que fue tratada al descubrirse su verdadero sexo; aunque principalmente, todo habla de su gran coraje y firmeza: «Es un llamado a comprender que cada persona tiene derecho a ser feliz, a ser respetada. Es una obra que habla de dolor; pero sobre todo, de amor».

La puesta en escena de Favez fue parte de las celebraciones por los 15 años de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades. Tras la buena acogida del público capitalino, su regreso está previsto para el próximo mes de enero en la sede de Argos Teatro.

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