Carlos Acosta y Marta Ortega en Mermaid, dueto de Sidi Larbi Cherkaoui. Autor: Johan Persson. Diseño gráfico de campaña: Yanaisy Puentes Publicado: 26/09/2020 | 06:57 pm
Carlos Acosta soñó una compañía. Quería que la danza cubana se mantuviera en los principales circuitos del arte escénico del mundo; deseaba que el mundo disfrutara de la calidad de sus bailarines y coreógrafos, de los músicos y artistas visuales del país. Utilizaría la experiencia y las relaciones de años como estrella internacional del ballet para contribuir con un movimiento artístico que desde la Mayor de las Antillas proyectara al universo lo mejor de la cultura nacional.
Su idea no tardó en convencer a muchos y con el apoyo de las máximas instituciones culturales del país fundó Acosta Danza.
En las primeras horas de la tarde del 28 de septiembre de 2015, un grupo de bailarines, venidos de varios lugares de Cuba, se encontraron en un salón de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso. Ese día recibieron la primera clase, impartida por el reconocido bailarín estadounidense Rasta Thomas.
Apenas seis meses después los artistas presentaron su debut escénico en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso con la temporada Première, que integraba dos espectáculos diferentes. Durante esas noches, la sala principal del coliseo habanero estuvo abarrotada de público. El sueño del fundador había comenzado a concretarse.
Todo para todos
El camino escogido ha obligado a una carrera sin pausa, con no pocos obstáculos, muchas veces con el tiempo en contra y enfrentando carencias económicas. Pero uno de los credos de la agrupación es evitar que la adversidad impida que el público disfrute del mejor espectáculo posible.
La compañía pertenece al Centro de la Danza de La Habana; cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y del Ministerio de Cultura. Otras instituciones y empresas también colaboran en la producción y promoción de los espectáculos.
En 14 temporadas en La Habana, varias actuaciones en la mayoría de las provincias del país y decenas de presentaciones en escenarios internacionales, Acosta Danza ha ofrecido un repertorio integrado por 29 obras, 17 de ellas estrenos mundiales y siete nunca antes vistas en Cuba.
La compañía ha participado en eventos como las galas contra la homofobia y la transfobia, organizadas por el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex); la inauguración del Corredor Cultural de La Habana; aperturas de festivales de arte, eventos turísticos y funciones especiales, como la ofrecida al Príncipe Carlos de Gales o la dedicada a los reyes de España, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
La compañía que un día soñó Carlos Acosta completa su quinta vuelta al sol. Foto: Manuel Vason
Importantes escenarios como los de la Royal Opera House, la Royal Albert Hall y el Teatro Sadler’s Wells del Reino Unido; el Teatro Nacional de China, el Chejov de Moscú, el New York City Center de Estados Unidos… han tenido a Acosta Danza en sus programas. Los Emiratos Árabes Unidos, Polonia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Alemania, Austria, Turquía, México, Chile, Luxemburgo, Francia y España también han conocido el arte de los cubanos.
Admirados por su calidad, los bailarines de Acosta Danza reciben un fuerte entrenamiento en ballet, técnica cubana de danza moderna y contemporánea. También se han impartido en sus salones de su sede de Línea, en el Vedado, diversos talleres de folclor, bailes tradicionales y urbanos, danzas españolas, Técnica Graham, danzas barrocas y clases de actuación.
Importantes coreógrafos cubanos y extranjeros han trabajado con Acosta Danza: Goyo Montero, residente de la compañía y director del Ballet del Teatro Estatal de Núremberg, aportó desde el primer día su lirismo dramático, altamente sugestivo e intelectual; Marianela Boan, además de ofrecer con COR una creación original, vio reasumida su El cruce sobre el Niágara, una joya de nuestra danza moderna que estuvo en sombras durante 30 años. Sidi Larbi Cherkaoui brindó su Fauno y creó Mermaid, dos duetos que exploran la condición humana a partir de temas mitológicos. Saburo Teshigawara, el contemporáneo más importante de Japón, vino a Cuba para regalar Mil años después, obra que recontextualiza la tradición danzaria de su país. Soledad, de Rafael Bonachela, siempre emociona por su historia de un amor difícil. Mickael «Marso» Riviere pensó el sombrío Hokiri, donde el polvo de lo pasado revive y se alza. Del Reino Unido provienen la elegía End of Time, de Ben Stevenson, y Rooster, la irónica explosión pop creada por Christopher Bruce a partir de canciones de The Rolling Stones. Jorge Crecis estrenó Twelve, espectáculo de danza que es también deporte y matemática, mientras Justin Peck, residente del New York City Ballet, envió su hermoso Belles Lettres, fiel a la más auténtica tradición del ballet estadounidense. Miguel Altunaga concibió una historia de disolución amorosa en su Derrumbe y Alexis Fernández «Maca» ideó en De punta a cabo una ilustración sobre la Cuba de hoy, empeño al que se sumó X Alfonso como músico y artista audiovisual.
Acosta Danza en Imponderable, coreografía de Goyo Montero, inspirada en la obra lírica de Silvio Rodríguez. Foto: Ariel Ley
Acosta Danza también ha abierto sus puertas a jóvenes creadores nuestros. A la lista integrada por Raúl Reinoso —su espectáculo Satori fue Premio Villanueva de la Crítica (2018) y de Coreografía de la Uneac (2019)—, Beatriz García y Ely Regina Hernández, muy pronto se sumarán otros nombres que ya preparan sus trabajos con la compañía.
Cuba en la danza
Uno de los secretos de Acosta Danza ha sido defender siempre el objetivo esencial: la cultura cubana por encima de todo, un acervo de gran tradición que se actualiza constantemente con los aires más contemporáneos.
Cada coreógrafo internacional invitado a crear ha respetado una solicitud: trabajar a partir de su idea sobre Cuba y su cultura. Como resultado se cuentan trabajos como Imponderable, del español Goyo Montero, que reflexiona sobre el alma de la Isla a partir de la obra lírica del cantautor Silvio Rodríguez, quien colaboró personalmente con esta idea y para ella grabó en su voz varios textos de sus canciones.
La catalana María Rovira montó Impronta, sobre evoluciones de los bailes afrocubanos, en tanto Pontus Lidberg, en su Paysage, soudain, la nuit, coreografió una fiesta de jóvenes inspirada en la obra musical del maestro Leo Brouwer, que establece como decorado una instalación —un dorado campo de espigas— de la artista visual Elizabet Cerviño.
En Portal, Juanjo Arqués colocó al país a la puerta de varios destinos; y en Mundo interpretado, el brasileño Juliano Nunes nos invitó a un viaje hacia un estado de felicidad a partir de la obra visual de Glenda León, quien también propuso el vestuario y, como decorado, una decena de flores de loto que flotan sobre la cabeza de los bailarines. Esta pieza se completó con la partitura original de Pepe Gavilondo, músico cubano que mantiene una relación de trabajo muy estrecha con Acosta Danza. Por supuesto que son más los importantes diseñadores, músicos y creadores audiovisuales nacionales que se han sumado en estos empeños.
Acosta Danza ha contado con el apoyo de figuras como Loipa Araújo, Aurora Bosch, Menia Martínez, Azari Plisetsky, Orlando Salgado, Rodolfo Castellanos, Pablo Moré, Lorna Feijóo, Yoel Carreño, el español Rafael Amargo y la actriz Laura de la Uz. Sus salones han sido visitados por personalidades de la talla de los músicos Silvio Rodríguez y José María Vitier, el escritor Antón Arrufat, las actrices Natalie Portman, Jodie Foster y Marianne Jean-Baptiste, los bailarines Rubén Rodríguez, Misty Copeland, el también coreógrafo Benjamin Millepied y el deportista Jaylen Brown. En marzo de 2019, recibió al Príncipe Carlos de Gales, su esposa Camila, Duquesa de Cornualles, y la delegación diplomática que los acompañaba.
Pontus Lidberg creó Paysage, soudain, la nuit, a partir de la música del Maestro Leo Brouwer. Foto: Yuris Nórido
La academia
Desde 2017 Acosta Danza cuenta con su Grupo Artístico Docente (GAD). Durante tres años los estudiantes reciben un entrenamiento danzario mixto que los prepara para formar parte del elenco de cualquier colectivo danzario.
Decenas de alumnos de toda Cuba han integrado los cursos de esta academia, y junto a ellos completan su formación jóvenes de Venezuela, Colombia, Brasil, República Dominicana y España, que llegan a estudiar con los gastos cubiertos.
En poco tiempo ya se observan los primeros frutos. Muchachas y muchachos de varias partes del mundo solicitan becas; tres estudiantes, de diferentes provincias, participaron este año en el Gran Prix de Lausana, uno de los concursos de ballet más importantes del orbe.
La compañía que un día soñó Carlos Acosta completa su quinta vuelta al Sol y es hoy una realidad que apuesta por el futuro. Ha sido un período intenso, pero aún pequeño porque un lustro es poco tiempo para concretar un estilo definitivo. Por lo pronto, la utopía inicial se ha convertido en sueño compartido por muchos. Nuevos caminos se avizoran.