Para Frank Martínez es inevitable que las canciones no absorban las vivencias, las experiencias y los sueños. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/08/2019 | 09:31 pm
Fue el inolvidable poeta Eduard Encina quien lo convenció de que sus peñas dejaran de llamarse Selección natural, como el título de uno de sus más conocidos temas, sino que tomaran el nombre de uno de sus versos. De ese modo, después de haber organizado en 2013 la primera en la Casa de Cultura Julián del Casal, y la segunda en La Madriguera, la Casa del Joven Creador en la capital, el destacado trovador Frank Martínez Oliva decidió que ese encuentro de los jueves en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate (como el que ocurrirá esta noche) empezara a denominarse El lobo y las ovejas, un espacio ineludible para quienes gustan de la mejor canción.
Es en el Fresa y Chocolate donde Frank, acompañado de bardos apasionados de la música cubana, pone a prueba no solo sus composiciones más recientes, sino aquellas recogidas en Miedos, el demo que salió de su primer contacto con un estudio de grabación en La Habana (Egrem), y en Compás de espera, su ópera prima, registrada por el sello discográfico sueco National.
«Siempre le estaré muy agradecido a la Asociación Hermanos Saíz (AHS), no únicamente por su apoyo constante, sino por ayudarme a hacer realidad aquel sueño de recoger parte de mis creaciones en un soporte que me sirviera para promocionar mi obra, porque a mi padre le era imposible correr con todos los gastos de los turnos de grabación», confiesa a JR este joven nacido en Contramaestre que llegó a la trova por medio de la poesía y por las necesidades espirituales que en él potenció la entonces muy activa célula de la organización de vanguardia de los noveles artistas y escritores en aquel municipio de Santiago de Cuba.
«Acompañado solamente con la guitarra, recogí en Miedos otros diez temas además del que le da título a la producción. Aquí aparecen piezas como Viaje, un texto impresionante de Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura; y El suicida, el gato y la ciudad, surgida a partir de poemas de Encina, que se unen a las de mi autoría, entre ellas: Santiago PM, Selección natural, La balacera, La vida, Catedral, Condesa de barrio y Una canción».
—¿Cómo resultó la experiencia con Compás de espera?
—Compás de espera estuvo listo a finales de 2015 y quedé muy satisfecho con el resultado. El disco se está comercializando, pero me encantaría llevarlo al formato tradicional del disco. Es una propuesta en la que se reconoce de inmediato la cubanía, porque pasa por diversos géneros de nuestra música.
«Lo conforman diez canciones, las cuales en su mayoría fueron compuestas hace algún tiempo. Una de ellas, Canción a enero se la dediqué a mi hijo cuando decidí venir a probar fortuna a La Habana y él tuvo que quedarse; es difícil sobrellevar esa distancia geográfica que ahora se ha establecido entre los dos, porque ya no podemos vernos como antes. Hay otras más que surgieron y corresponden a mi etapa en Contramaestre y en Santiago de Cuba, y que ya había incluido en Miedos, como Catedral, Condesa de barrio, Santiago PM y Selección natural, las cuales llevan tiempo conmigo. A esas se añaden las nacidas ya en la capital, al estilo de Qué no te di y Aurora...
«Es inevitable que las canciones no absorban las vivencias, las experiencias, los sueños, las angustias que te acechan en el lugar donde uno las concibe. No es un secreto que las canciones se van pareciendo a uno, son como un autorretrato.
«Para mí resultó muy significativo poder hacer un videoclip a Santiago PM, el cual se rodó en Santiago de Cuba. Es una obra sencilla, que siento que funciona. En ella conseguimos mostrar zonas de esa ciudad que habitualmente no se reflejan en los audiovisuales, que por lo general las personas no se detienen a observar, pero que en realidad no dejan de tener encanto. Y es que en cualquier lugar puede brotar una hermosa flor... Una vez más la AHS estuvo detrás de la materialización de este proyecto, que dirigió Ever Ryan, con Noel Rodríguez en la fotografía.
«Ya estoy trabajando muy seriamente en mi segunda producción musical, en la que quiero mostrar sonidos más experimentales, orientados al rock, el blues, la música electrónica, el jazz; que sea un poco más del mundo, por decirlo de algún modo, lo cual no significará que me alejaré de mis raíces, porque son ellas las que nos identifican».
—¿Cuánto queda del Frank que empezó en Contramaestre en el de hoy?
—Constantemente viajo a Contramaestre. Cada dos o tres meses voy a visitar a mi hijo y con eso me restablezco. Desde la distancia uno comienza a mirar esa ciudad donde nació, donde dio los primeros pasos, donde apareció el primer amor, la poesía, la canción, y ya lo hace desde otra perspectiva que te permite ver que ha cambiado, ha evolucionado. Y eso que ocurre con las ciudades también nos pasa a nosotros: se siente en la manera que compones, en los temas que tratas, en el modo como los defiendes... De cualquier forma en mis creaciones estará esa fuerza, esa energía que parte de mi pueblito de Contramaestre.
«Aprovecho para agradecerles a todos los que hicieron posible que pudiera materializar mi sueño, especialmente al ya lamentablemente desaparecido Eduard Encina: el corazón que hacía que los jóvenes artistas e intelectuales de Contramaestre latiéramos con fuerzas en pos de alcanzar nuestras metas más añoradas. Fue ese gran poeta y promotor cultural el que me encaminó en este quehacer alternativo, el que me enseñó las muchas formas que puede tomar una canción. Considero que ha sido la persona que más ha influido en mi obra. Jamás lo olvidaré».
—¿Resultó demasiado difícil tomar esa determinación?
—Siempre es difícil, porque se trata de dejar a los tuyos, a las personas que quieres. En este caso no existía un compromiso amoroso, de pareja, lo que me daba cierta libertad, pero estaba el freno de mi hijo y mis padres. Sin embargo, ellos entendían que debía dar el salto, buscar otros horizontes. Para ese momento poseía un grupo nada despreciable de canciones, y me había probado en escenarios de Santiago, Bayamo, Holguín, Las Tunas, Camagüey, Guantánamo, Ciego de Ávila, Cienfuegos, Isla de la Juventud… Participado en eventos de carácter nacional como Romerías de Mayo, Fiesta del Fuego, Orígenes, Jornada de la Canción Política, Trovándote, Mangle Rojo, Al Sur de mi mochila...
«Sabía que me esperaba un sacrificio enorme: dejarlo todo por estar en la capital, donde sin dudas son mayores las oportunidades. Logré mi primer espacio en la Casa de cultura Julián del Casal, en La Habana Vieja, cuando ni siquiera pertenecía a una empresa —ahora soy parte del Centro Nacional de Música Popular. Para mí resultó un momento esencial porque pude mostrar mi trabajo en un lugar donde me acompañaron trovadores que como yo se estaban abriendo paso, pero también muchos que tenían una carrera establecida. Idéntico sucedió en La Madriguera y más tarde en Fresa y Chocolate por donde, además de los cubanos, han pasado cantautores de Estados Unidos, Argentina, México..., junto a escritores, artistas de la plástica, pintores...
«Me alegra tremendamente que colegas de la talla de Ramón David (Fuentes López), Juan Carlos Pérez, William Vivanco, Noel Batista, Eric Méndez, Jorgito Kamankola, Ernesto Díaz, el grupo A granel, por solo mencionar los más recientes, se unan a nuestra propuesta en Fresa y Chocolate, un espacio que se ha convertido en una plataforma importante para no pocos trovadores, lo cual ha sido muy grato para mí».
—Mencionas a Ramón David, con quien participaste en diferentes festivales de verano en Francia, el pasado año...
—Efectivamente, ya transcurrió un año, pero resultó una experiencia que nos marcó mucho a los dos, pues participamos como representantes de la Nueva Trova cubana. Asistimos, además, a la octava edición del Cook Sound Festival, que organizado en Forcalquier, en los Alpes de Alta Provenza, une música, cine y gastronomía, y entre el 19 y el 22 de julio, estuvo centrado en los ritmos del Caribe. Antes, igual nos presentamos en el Festival La musique du monde, en Arles, donde compartíamos cartel con una figura como Gilberto Gil, ¿te imaginas?: un evento que se distingue por sus variados espectáculos en vivo y que favorece el intercambio profesional.
«Junto con Ramón David permanecimos alrededor de dos meses en el sur de Francia, realizando una especie de gira de verano. Actuamos, por ejemplo, en un pueblo llamado Miramas, donde coincidimos con Alpha Blondy, una de las leyendas del reggae contemporáneo. Fue realmente impresionante compartir en el 25 Festival Nuits métis con un artista de su clase. Para mí una vivencia inolvidable porque conocía sus canciones desde niño».