Hallé el libro titulado Uno, caballo. Dos, mariposa, de Ciro Bianchi Ross, en la librería de Perico, pueblo cercano a los despojos del mayor ingenio azucarero de la provincia, demolido en una decisión que pocos entendieron.
Por supuesto, si en esa zona adquirí el libro, también allí lo leí. Leer las crónicas históricas de Ciro Bianchi implica un placer útil. Útil, porque además del goce de su prosa clara y arremansada, el lector se entera de la historia, pero la historia de costumbres, lugares, sucesos momentáneos de La Habana que de alguna manera perviven en la obra material.
Publicado por Ediciones Matanzas, en este libro de Ciro Bianchi quizá no podamos aprobar un examen de historia escolar. La historia que se enseña en las escuelas y la que en Uno, caballo. Dos, mariposa se evoca y se cuenta, son diversas. La historia escolar transmite los hitos decisivos de la evolución y la revolución económicas y políticas que culminaron en la independencia y en las pesadumbres y triunfos posteriores. También esta historia de los currículos pedagógicos presenta personajes decisivos por la influencia de sus obras en el desarrollo de la nación cubana.
En cambio, Uno, caballo. Dos, mariposa nos describe los incidentes y accidentes que no trascienden a los libros gruesos y densos de la historia con mayúscula. Pero, a mi parecer, llegamos a conocer con más hondura y extensión a La Habana y su devenir adentrándonos en el orbe cotidiano de hábitos, litigios, tiendas, diversiones… O en los nombres de las calles, de modo que cualquier residente de la ciudad se enterará cuál fue la razón de bautizar como Obispo a una de las calles más activas y famosas de la vieja Habana. O conocerá cuándo y cómo se construyó el malecón, o entrará en la pequeña prehistoria del café, infusión que convive día y noche con el cubano.
Conociendo esa especie de intrahistoria, tal vez podamos no solo conocer a la capital y su crónica menuda, sino que, conociéndola, logremos explicarnos, con mayor claridad, la historia impartida en los centros escolares, para que actos, gestos, decisiones, guerras, modos productivos nos sirvan de acicate para seguir forjando y defendiendo a la nación.