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Impresionante gala de apertura del XII Festival de Música de Cámara

El sábado 18 quedó inaugurado el XII Festival de Música de Cámara en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, con la presentación de Frank Fernández, presidente de honor del evento

Autor:

Juan Piñera

El sábado 18 quedó inaugurado el XII Festival de Música de Cámara en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, con la presentación de Frank Fernández, presidente de honor del evento, más una delegación de músicos norteamericanos, todos ellos laureados en diferentes concursos y liderados por su profesor, el también violista Paul Biss.

Entonces se interpretó el Quinteto en si bemol mayor, Opus 87, de Félix Mendelssonh, y el Quinteto para piano y cuarteto de cuerdas en sol bemol mayor, Opus 44, de Robert Schumann, dos monumentos del pensamiento musical en el Romanticismo del Viejo Continente durante el siglo XIX.

Los encargados de dar vida al Quinteto en si bemol mayor, Opus 87 fueron los anteriormente mencionados instrumentistas de cuerdas, quienes llevaron adelante una admirable faena en cuanto a interiorización del texto musical y a actuar homogéneamente como un solo artista ¡tanta comunicación existió entre ellos!, la cual también transmitieron al público. No podemos pasar por alto el desempeño de Stella Chen quien, como primer violín, se ganó el favor del auditorio por la pureza de su sonido y depurado desempeño técnico.

En cuanto al Quinteto para piano y cuarteto de cuerdas en sol bemol mayor, Opus 44, de Robert Schumann —un total desafío interpretativo en el ámbito de la música de cámara—, los jóvenes Tessa Lark, como primer violín; Stella Chen, como segundo; el violista Steve Laraia y el violonchelista Haran Meltzer, en el violonchelo, unidos al maestro Frank Fernández, realizaron una depurada interpretación del complejo discurso sonoro del compositor alemán.

En Tessa Lark pudimos apreciar, además, la ductilidad de una intérprete solista, capaz de ser protagonista y, a la vez, vigilante de todo detalle interpretativo de sus compañeros. Sobresalió asimismo el equilibrio entre los demás instrumentistas de cuerdas.

Notables fueron la interpretación, el papel de líder y la maestría interpretativa de Frank Fernández quien, en solo dos ensayos, volcó toda su entrega humanística, fuerza vital e ideales virtuosísticos al acto interpretativo. El maestro, en las más plenas facultades que da la madurez artística, y con las sutiles esencias del músico enraizado en su pueblo, ofreció colores especiales a la partitura de Schumann, es decir, tintes de un hombre donde confluyen la comprensión absoluta del género y el estilo, con la adaptabilidad del intérprete que transita con igual eficacia por cualquier tipo de música, sea esta culta o académica y, mejor aun, nacida de la más pura entraña de su tierra, nuestra tierra.

En verdad, el concierto inaugural fue una verdadera fiesta de los sonidos, en la cual se hizo la mejor música posible, esa que nace del artista que, como una cascada en su caída, estalla y se eleva, para alimentar espiritualmente a todos.

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