Quizá porque su métrica enamora en la libertad de sí misma, o por el ritmo dinámico de sus versos. Tal vez por su melodía, que da a quien la lee la sensación de un canto ya conocido. O debido a su presencia en nuestra historia, vínculo inmortal con lo más cubano... La décima, la reina de diez coronas, ha encantado a hombres y mujeres del mundo con su poder de encerrar lo infinito en poesía.
Por ella se reunieron este lunes, a la sombra de los árboles que resguardan la Biblioteca Tina Modotti, de Alamar, en el municipio capitalino de La Habana del Este, amantes de la estrofa del Cucalambé, para regalarle una tarde de homenaje.
Quince años cumple el Grupo Ala Décima, presidido por Pedro Péglez, poeta y periodista, que une a exponentes del género y a aquellos que la defienden de distintas maneras. Del concurso nacional de igual nombre, también en su XV edición, se dieron a conocer los laureados.
Los textos Elegía de soñador; Adagio de la luz; Ah, que yo escape, de los habaneros Eutiquio Tartabull, Pável Poveda y Omar Raúl Díaz, respectivamente, obtuvieron sendas menciones; así como Apuntes sobre la casa, de Henry Rodríguez (Las Tunas), y Lapsus mentis, de José Alberto Nápoles (Artemisa).
Entre los premios colaterales estuvieron Las Furias, de Elizabeth Reinosa Aliaga, y Voces de fondo, de Roselia López, que los recibieron de los grupos de Escritores Rurales y Décima al filo, para mujeres decimistas, respectivamente.
José Orpí (Las décimas de Caserón); Albeo Valdés (La vida que se enmudece) y Alexander Jiménez (El conjuro de la lluvia) merecieron los respectivos galardones de Tema comunitario, ecológico y de Autor Joven, este último entregado por Juventud Rebelde.
Mientras que Sueños de la puna, de Alexander Jiménez, alcanzó el Premio de Tema social; Trazados sobre el dorso de una mujer, de Zulema de la Rúa, el de Décimas para el amor, y Vestida, de Nuris Quintero, el de Tema erótico.
Los principales lauros recayeron en Elizabeth Reinosa Aliaga y su cuaderno Las Furias, con un tercer lugar; Jesús Arencibia Lorenzo y el poemario Señales de avión nocturno, para el segundo escaño, y Merari Mangly Carrillo, autora de Susurro de la moneda ante el crucigrama, en el primer puesto: Premio Ala Décima 2015.
Otros regalos de la cita fueron la presentación de Oda al jinete del caballo blanco, de Lisy García Valdés, cuaderno ganador de la edición pasada del concurso; la incorporación del holguinero Agustín Velazco Santiesteban y la espirituana Merari Mangly Carrillo, al grupo «aladecimero», y la música de Arcoíris en voces y guitarra de Pável y Tamara.
Al final, entre el tibio té compartido y los pétalos de buganvilia, resonaban por algún espacio incorpóreo de la tertulia, los versos del eterno Raúl Ferrer, a quien también se le dedicó el encuentro: Soy la décima guajira/ y mi novio es Naborí.