Elizabeth Reinosa Aliaga recibe el segundo premio del certamen. Autor: Anays Almenares Ávila Publicado: 21/09/2017 | 05:45 pm
Sentada bajo las buganvilias, casi como una de ellas, estaba Mercy, una tunera que acompañó a su «poeta rural» hasta este rincón de La Habana: el patio de la biblioteca comunitaria Tina Modotti, en Alamar, donde presentaron el cuaderno que hace un año se alzó con el premio Ala Décima.
Epístolas del escriba. Así tituló Miguel Mariano Piñero su racimo de versos donde envía nostalgias a Homero, Vallejo, Borges… Pero esta tarde, feliz por la presentación y porque se premia una edición más del Concurso Ala Décima, Miguel quiso regalar estrofas y agradecer a Mercy, su esposa, sostén en la metáfora más elevada y en la supervivencia más terrenal.
Y uno desde el público se pregunta, como en los últimos milenios, si esto de la gratitud y el amor no serán acaso el único rostro posible de la poesía. Tal vez fue el que inspiró a Lisy García Valdés, de Villa Clara, para emprender su Oda al Jinete del Caballo Blanco, conjunto poético que hoy sabemos ganador del Premio Ala Décima 2014 y del galardón del grupo Décima al filo. Quizá también fue esa la brasa que ardió en manos de la granmense Elizabeth Reinosa Aliaga para conquistar el segundo lugar del certamen y el premio al mejor cuaderno de autor joven, entregado por JR, por sus Formas de contener el vacío.
Si me llegara otra voz, del espirituano Reinol Cruz; Los espacios que me habitan, de Lorenzo Lunar (Villa Clara), y Últimas luces, de Roselia López Saborit (Granma), vibraron igualmente en la mejor cuerda de agradecimiento y afecto, al resultar menciones del jurado.
Pedro Péglez, armador de esta cofradía, dejó abierta la convocatoria a un nuevo concurso, abrazando a quienes nos reunimos esta tarde de febrero a tomar un buen café, compartir poemas y recordar, con la letra de Fito Páez y la voz de Julio Cumberbatch, que no todo está perdido.