Adolfo Alfonso, uno de los grandes poetas bucólicos cubanos. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:16 pm
«La décima es eso: encontrar la metáfora de cada cosa», dijo a Juventud Rebelde hace poco más de año y medio Adolfo Alfonso (Melena del Sur, 1924). Y ahí deslizó el poeta su punto de vista sobre el repentismo, la profesión que le colmara de alegrías su existencia.
El artista ha dicho este lunes solo un adiós físico. Una afección cardiorrespiratoria le privó del andar diario, pero no de su paso ya eterno y notable por la música campesina.
«Hay temas que parecen no ser muy interesantes y, sin embargo, cuando uno los profundiza se percata de que tienen vertientes ocultas y hermosísimas», confesó a nuestro periódico este lúcido innovador de la estrofa nacional.
Inspirado siempre y con el verso a flor de piel, Alfonso se inscribe entre los grandes poetas bucólicos cubanos. Sus apariciones junto a Justo Vega en el programa televisivo Palmas y Cañas constituyen criollísimas pinceladas de la espiritualidad raigal de la nación.
Por sus méritos, Adolfo recibió el premio nacional de Música en 2004. También se le impuso la máxima condecoración que otorga el Consejo de Estado, la Orden Félix Varela de 1er. grado y la Distinción por la Cultura Nacional.
Este 23 de enero definitivamente los poetas han callado ante la partida de un grande. Pero Adolfo Alfonso deja como palabra viva su letra improvisada anclada en lo más autóctono de la Isla y esa vitalidad de cubano eterno.