Continuamos hablando de vocablos relacionados con la actividad delictiva en la Cuba colonial. Se llamaba cimarronaje a los delitos cometidos por los cimarrones, esclavos fugitivos que de ese modo se procuraban el alimento. Algunos estaban organizados en palenques; otros vagaban solos y sin apoyo alguno, por lo que irremediablemente se veían obligados a asaltar a los caminantes o a los campesinos de la zona por donde se hallaban.
Bandolerismo se llama a los actos criminales, típicos de las zonas rurales, que surgían a causa de las precarias condiciones en que vivían los hombres en el campo. Fue un flagelo para la población de aquellas regiones, pues los malhechores cometían hechos violentos, actuaban en cuadrillas, a caballo, y asesinaban sin piedad a quienes se les resistían.
El matonismo estaba constituido por seres antisociales y se componía sobre todo de ex reclusos, quienes venían de España como polizones en los barcos que llegaban a nuestros puertos o viajaban formando parte de las tripulaciones. Buscaban un modo fácil de vivir, apropiándose de lo ajeno. De bajos modales, frases agresivas, alardes de superioridad, jerga vulgar, empleaban armas blancas y constituían el terror de los habitantes de los barrios extramuros de La Habana.
Los delitos de los bandoleros y de los matones eran generalmente atribuidos a los miembros de la secta abakuá. Muchos de esos inocentes pagaron con su vida a causa del racismo y los prejuicios de la época.
La negrofobia era el temor a los negros experimentado por la población blanca de Cuba, ya que el ejemplo de la Revolución esclava de Haití había colocado sobreaviso a los hacendados esclavistas cubanos. De cualquier acto ilícito se culpaba a los africanos y a sus descendientes. ¡Cuántos pagaron en aquellos tiempos, con su vida, los crímenes cometidos por otros!