Jenny Sotolongo. Autor: Phillippe Fretault Publicado: 21/09/2017 | 05:13 pm
Hace poco más de un año, el maestro Rembert Egües me invitó a su casa a escuchar la música que estaba escribiendo para un espectáculo. Me comentó que era un encargo de unos productores franceses, surgido de la idea del renombrado periodista galo Alain Ammar, quien había escrito un guión para un musical «cubano».
Confieso que llegué pensando que iba a escuchar más de lo mismo, aunque conozco perfectamente la calidad de las composiciones de Rembert. Pero mi escepticismo se esfumó desde los primeros compases: el maestro Egües estaba trabajando en unos temas muy frescos, con unas melodías y un planteamiento orquestal muy actuales, con una acertada dramaturgia en las letras, que hacían posible adivinar lo que sería el espectáculo, aun cuando la historia en el guión de Ammar me había parecido un poco traída por los pelos.
Rembert Egües, quien residió por 20 años en París, estaba de vuelta para regresar a la palestra musical cubana, y lo hacía con un espectáculo, uno de los géneros más difíciles y vilipendiados. Había escogido a Jenny Sotolongo para llevar la voz cantante —nunca mejor empleada la frase— de los temas que estaba escribiendo para Soy de Cuba.
Jenny, aquella pionerita de poderosa voz, que se ha convertido en una excelente intérprete, cuidadosa de su repertorio y dueña de una musicalidad muy suya, asumió el reto de cantar los diversos géneros de la partitura de Rembert. Me gustó lo que oí, tanto, que traté de «colarme» de alguna manera en el proyecto. Me hubiera gustado dirigir ese show.
Un año después, Soy de Cuba, aún en su etapa de montaje, fue escogido para participar el pasado mes de agosto en el Festival de Edimburgo. La Compañía Danzares, integrada por jóvenes bailarines, con una sólida formación y suficiente experiencia profesional, asumieron la otra parte, no menos importante, del show, a partir de los bailes con que su primer bailarín y coreógrafo, Diesser Serrano, iba dándole imagen y vida a la sencilla historia de amor reflejada en la partitura de Rembert Egües. Jenny, junto al joven vocalista Carlos Ángel, más una pequeña formación de talentosos músicos, con el maestro Egües como pianista al frente, completaban el elenco.
Luego de maratónicas semanas de ensayos, filmaciones y grabaciones, el espectáculo estaba listo para su primera presentación en Edimburgo, donde un célebre festival-vitrina los esperaba para su debut. Parecía una prueba demasiado dura para un show que no había sido probado ante ningún público, pero los de Índigo Productions, conocedores del mercado europeo, confiaban en que llevaban a Escocia un espectáculo competitivo. Y es que Fringe, en Edimburgo, es un festival donde se presentan anualmente producciones del mundo entero, de diversa índole y calidad superior. Este año, por ejemplo, Soy de Cuba compartió en el festival con una compañía de ballet norteamericana y un excelente cuarteto vocal de Sudáfrica, entre otros.
Era sin duda un reto, pero desde la primera noche, Soy de Cuba calentó el escenario de la fría ciudad con su colorido, sus explosivas coreografías, las originales videoproyecciones que acompañan la puesta en escena (obra de los jóvenes videastas franceses Julie Dayan y Michael Ferri), más las excelentes interpretaciones de Jenny Sotolongo. Pero, sobre todo, la contagiosa cubanía de la música del maestro Rembert Egües, quien se consagró también en esta ocasión como productor musical.
La columnista Kelly Apter, especialista de espectáculos del diario The Scotsman, de amplia circulación en Escocia y el Reino Unido, reseñaba así el éxito del musical cubano: «Soy de Cuba es una celebración de música, danza, y Cuba y su vida por sí mismas».
Cerca de 30 representaciones a teatro lleno tuvo Soy de Cuba en Edimburgo. La calificación de «5 estrellas» y su nominación para el premio que entrega The Scotsman son el resultado inicial del debut internacional de este espectáculo que marca el retorno del maestro Rembert Egües a la escena musical cubana.
En noviembre Soy de Cuba partirá hacia Francia, a una gira de un mes en la que se presentarán dos semanas en el conocido club La Cigale de París, para luego actuar en otros escenarios de aquel país. Mas creo que convendría mucho presentarlo antes en algún teatro de La Habana, a ver cómo reacciona este otro público. El «de Cuba», tan exigente y conocedor.