La Original ha mantenido su sonido característico a lo largo del tiempo. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 21/09/2017 | 05:10 pm
«Si no me hubiera lesionado la rodilla, no estuviéramos hablando hoy de música. Estaría en algún lugar entrenando a futbolistas», confiesa Wilfredo «Pachi» Naranjo y no salgo del asombro.
Lidera desde los 16 años una de las agrupaciones cubanas más seguidas por el público y que, sin duda, ha entrado en la historia sonora de la Isla.
«Manzanillo tiene tradición deportiva», afirma con orgullo el músico, a quien descubro una tarde de mayo en Santiago de Cuba, gracias a esa oportunidad que ofrece la profesión.
Ha sido un apasionado del deporte y se ha resistido a alejarse de su terruño para triunfar. La agrupación que fundara 48 años atrás hace reverencia a aquellos predios que lo vieran nacer y lleva dentro un huracán melódico, que literalmente se ha apropiado de las tradiciones musicales de la región oriental.
«El sello que tiene la Original de Manzanillo se debe a las influencias de la conga, el son de la cuenca del Río Cauto y el de Santiago de Cuba, el tumbao de la orquesta de Chepín (Electo Rosell), la percusión de Lolo (baterista de la orquesta Chepín Chovén), la manera de tocar el tres de El Guayabero, la trova manzanillera; y del Caribe que nos rodea: la plena, el merengue, la cumbia…», asegura el artista, cuya formación se complementó entre las clases que recibiera en su ciudad natal y los conocimientos que adquiriera luego de forma autodidacta.
Sospecho que existen fuertes razones para que desde Manzanillo hiciera carrera. Pachi, sin inmutarse, explica que se llama «amor al terruño, en primer lugar. Me lo inculcó mi padre. Además, es el deseo de mantener la orquesta desde el lugar de su origen».
Cuenta que inicialmente no les resultaba descabellada la idea de irse a probar suerte a La Habana. «Manolo del Valle propuso que, para poder llegar, había que irse a la capital, como había sucedido con las orquestas en el pasado y también en el presente.
«Pero decidimos que si íbamos a hacer algo, tenía que ser desde Manzanillo. Fue una actitud bastante arriesgada, optimista y muy valiente, que dio sus frutos».
Pachi ya ni se acuerda de cuántos discos han grabado. Menciona algunos que han marcado un hito entre los bailadores: Coge el camarón y A la hora que me llamen, voy; ambos pertenecen a la etapa en la que Cándido Fabré figuraba como cantante de la agrupación. Estos álbumes les hicieron merecer varios reconocimientos por representar la cubanía, entre estos premios de la EGREM.
Sin embargo, señala Naranjo que desde 2001 «los números de la Original que se han escuchado en la radio han sido grabados en nuestros estudios San José. Han pasado muchos éxitos desde esa fecha hasta acá, como A mí que me maten, El calentico y Pillín».
Para muchos, las versiones hechas por ellos de temas antológicos como La Macorina y Como arrullo de palma, devienen trabajos impecables que demuestran su capacidad de desdoblarse. Su líder revela que no importa que los autores sean o no del grupo. «Cuando la obra sirve, cuando uno vislumbra que va a tener oportunidad de ser algo que el público merezca, bienvenida sea», afirma.
No se ha destacado por componer. Su especialidad siempre ha sido orquestar. Mantener ese sello y dar vida a las piezas que le traen. Poner su imaginación para que esa letra tenga el sonido que la caracteriza.
—Entonces, ¿cómo explica el éxito?
—Olfato, ojo clínico para estas cosas —que lo va dando la experiencia— y, además, una forma particular de sonar la orquesta, pues hacemos música para que la gente la disfrute. Lo nuestro es netamente música popular bailable, aunque tenemos cosas hechas para otros niveles de exigencia, como los teatros y demás espacios.
«Pero normalmente trabajamos en plazas públicas y llenas. Hay una particularidad de la Original y es que somos uno de los pocos conjuntos del país que reúne a personas de todas las edades, desde niños hasta adultos.
«A veces no pueden bailar porque están tan apretados que así no pueden moverse. Tienen que bailar, como digo yo, verticalmente. Y si lo hacen es porque están sintiendo la música en lo más profundo.
«Hemos sido toda la vida muy rigurosos en la selección del repertorio, para que el público reciba nuestras canciones y las haga suyas. Mayormente lo que proponemos lleva el resultado de una búsqueda y una selección muy rigurosa».
—Percibo dos momentos difíciles para la agrupación; ambos significaron retos para su continuidad: uno fue la salida del cantante Manolo del Valle y otro lo fue la de Cándido Fabré. ¿Qué puede decir sobre ello?
—Manolo se fue en 1980 y de lo de Fabré han pasado más de 15 años. Yo no sé si a Formell le habrán hecho la misma pregunta cuando se fue Pedrito Calvo de los Van Van. Al salir ambos cantantes hubo que hacer nuevas canciones. Y ahí está la orquesta vivita y coleando.
«Cuando una persona se retira deja para la historia su obra. No hay porqué traer otro vocalista para retomarla. Nuestro trabajo ha sido arduo. Hubo que hacer repertorio y orquestaciones nuevos, porque empezaba otra etapa.
«Por suerte, la recuperación de la Original de Manzanillo ha sido siempre maravillosa. Cada vez le salen más fuerzas. Es que las crisis provocan mejores soluciones. Hemos sabido levantarnos luego de cada suceso, como, por ejemplo, mi accidente en el año 1991. No obstante, me recuperé y la orquesta también. Eso es lo lindo que tiene la música. Cuando se trabaja con inteligencia, rigor y mucha dedicación, se logra lo que uno quiere».
—En la década de los 90 muchos grupos de la música popular bailable fueron acusados de utilizar textos vulgares en sus canciones. Nadie mencionó a la Original de Manzanillo.
—Tenemos mucho cuidado con las letras. Precisamente utilizamos la jocosidad. Podríamos usar en un momento determinado el doble sentido de una forma muy fina, no directa o grosera. Porque en ello no podemos caer. Pudiéramos recurrir al erotismo —que no lo hacemos—, pero no a la pornografía, como digo yo. Son dos cosas distintas.
«Hemos tenido mucho cuidado con el texto y los gestos, porque a nosotros nos van a oír y ver niños. Nuestro papel, hasta cierto punto, es divertir y educar, pero nunca deformar».
—¿Qué se necesita para la revitalización de las charangas cubanas, formación musical a la cual pertenece la Original?
—Falta repertorio y un poco de inteligencia para trabajarlas, para ponerlas en el gusto del pueblo. Hay formaciones musicales que han sabido colarse en el gusto, ya sea por sus letras o el ritmo, y han llegado al público.
«Las charangas tienen mucho que ofrecer. Son un símbolo de cubanía. La Aragón lo es, también la Jorrín, Maravillas de Florida y muchas otras. Ellas nos identifican, igual que el septeto o el órgano oriental en esta parte del país.
«¿Qué pasa con la Original? Pues ha ido evolucionando en su timbre, en su lenguaje musical. No obstante, continúa siendo una charanga con violines, flautas y todos los instrumentos que esta debe llevar.
«Entre nuestros aportes está el incluir los teclados como timbre. Somos vanguardistas en la búsqueda de nuevas sonoridades y en ampliar nuestro diapasón a partir de la utilización de la tecnología.
«Desgraciadamente las charangas no están de moda, pero considero que es importante una revitalización de la sonoridad de estas formaciones. Debemos buscar a noveles músicos que hagan suyo este formato.
«Si somos capaces de seleccionar un repertorio inteligente, con propuestas populares que no lleguen al populismo, ni rayen en lo vulgar o lo chabacano, podríamos tener un nuevo reverdecer de las charangas en la Isla. Porque Cuba lo merece y estos grupos también».
—Ya suenan en los escenarios los Originalitos de Manzanillo, una fuente de continuidad para la agrupación. ¿Cómo surge el proyecto?
—Es una iniciativa que lleva mi esposa, Olga Alarcón. Ella, directora general de la agrupación, y mi hija Karelia, fueron aglutinando a los muchachos. Desde luego que me tocó a mí y a algunos integrantes del grupo perfeccionar su calibre musical en los ensayos.
«Los Originalitos salieron con muy buen pie, como digo yo. Maracas (Orlando Valle) los vio en su debut y los invitó a un concierto en La Habana. Tienen montados los temas clásicos de la orquesta. También cuentan con sus propias canciones. Todos son manzanilleros y van a ser buenos músicos.
«Pudieran ser la continuidad, pero tienen que pasar la escuela. Son muchachos que casi terminan la Secundaria. Algunos son aficionados y otros ya vienen de la enseñanza artística, mas necesitamos que nos apoyen en este proyecto. Precisamos, para que no se acaben los Originalitos —que ya están mayorcitos y hay que hacerles un relevo—, la ayuda de las escuelas de música de la provincia de Granma para continuar este trabajo con nuevos muchachos y sean quienes le sigan el paso a la Original».
—Sin embargo, hay otros proyectos comunitarios en los que la agrupación está inmersa.
—Se está formando una compañía que se llama Original de Manzanillo. Es un proyecto que hace un trabajo con niños y jóvenes en manifestaciones como la danza, el teatro y la música. Una idea magnífica que financia la orquesta. Está constituida por artistas de la ciudad y es liderada por Miguel Armesto, nuestro bajista y representante del grupo. Va a dar sus resultados pronto y revitalizará la vida cultural de la localidad, ya que repercutirá en sus comunidades.
«Se trata de que no solamente exista la Original de Manzanillo como orquesta, sino que, con las posibilidades del grupo, otras personas que aman el arte hagan cultura, que los niños aprendan. Es un proyecto ambicioso, pero muy lindo».
—Si tuviera que mirar el futuro de la orquesta, ¿cuántos años de vida le pronosticaría?
—Ojalá pueda vivir 48 años más. Me siento bien todavía. Si de aquí a allá se inventa una pastillita que me permitiera durar otro medio siglo, diría: «Venga», y me la tomo. Pero qué pasa, cada uno tiene su época y mientras haya seguidores de la orquesta y existan músicos que estudien la pianística, la forma de orquestación y otras características nuestras —que no se pueden perder—, la Original, como lo ha hecho la Aragón, podrá mantenerse.