Vítor Santana, joven músico de Belo Horizonte. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:00 pm
BELO HORIZONTE, Minas Gerais, Brasil.— Tenía 14 años cuando visitó la Isla por primera vez. Entonces Vítor Santana, hoy reconocido músico que nació en la principal ciudad del estado de Minas Gerais, formaba parte de un grupo de muchachos y muchachas brasileños que no rebasaban los 18. Corría 1996, pero él ni siquiera imaginaba que aquel encuentro inicial con Cuba lo marcaría para el resto de su vida.
Como muchos suponen que debe ocurrir en cada casa brasileña, en cuanto entra en su apartamento ubicado en el reparto de Santo Antonio, en Belo Horizonte, de calles empedradas y tan empinadas como la holguinera Loma de la Cruz —así insiste Vítor en hacérselo notar a Juventud Rebelde—, este minero comienza a rasgar su afinada guitarra, mientras su bella novia Brisa Marques (algo así como una muchacha del Renacimiento que canta como una diosa, escribe poesía, hace periodismo y actúa) y sus amigos Marcelinho, Marina, Rafaela, Andres, Vinicius; Joao, «el Portugués»..., acoplan a la suya sus sensuales voces para darles vida a clásicos de Badem Powell y Vinicius de Moraes, de Paulinho da Viola... Y cuando la samba está en su mejor momento, entonces Vítor sorprende con los acordes de De qué callada manera, Hasta siempre Comandante, Dos gardenias..., porque, dice, Cuba siempre está en su corazón.
«Nuestros padres ya lo habían hecho antes, de manera que pensaron que debíamos tener, junto a uno de nuestros profesores de Historia, esta experiencia que nos transformó completamente. De repente, el contacto con el pueblo cubano nos hizo madurar. En lo personal, desde pequeño había acompañando a mi padre por diferentes regiones del Brasil, pero nada me había excitado tanto, seguramente porque siendo un niño no eres muy consciente de muchas de las cosas que te rodean.
«Seguramente influyó en esa hipnosis maravillosa el hecho de que en Cuba descubrí mi primer amor entre las muchachas que se sumaron en aquella aventura, aunque creo que lo más impactante para mí, después de conocer La Habana, Pinar del Río, Cienfuegos, Santiago de Cuba..., fue haber sido testigo excepcional del magnífico discurso de Fidel aquel 26 de julio en Holguín.
«La Isla estaba en medio del crudo período especial y, sin embargo, la sonrisa permanecía en el rostro de la gente. Podías notar en sus ojos la resolución de salir adelante», comenta sin ruborizarse por dejar traslucir su emociones el autor de los álbumes Abra-Palabra y Beirute, quien siente el orgullo de ser parte de una ciudad que fue «inventada» cuando a finales del siglo XIX se tomó la decisión de construir una nueva capital para Minas Gerais.
Cuenta Vítor que lleno de sueños y deseos de hacer, a su regreso a una Belo Horizonte en elecciones, se involucró en la campaña del Partido de los Trabajadores, donde militaba su padre, quien fuera torturado por la dictadura. «Las perdimos, igual que las del 98, pero el grupo siguió muy unido. En esa vorágine conocí a Helder Quiroga, a quien me alié en el 2008 para fundar Contato, una organización que tiene como centro el arte como la vía más efectiva para lograr el mejoramiento humano».
Vítor se refiere a la reconocida ONG brasileña que acaba de reunir por estos días a jóvenes artistas e intelectuales de varios países; algunos, miembros de nuestra Asociación Hermanos Saíz (AHS), y otros del Centro de Iniciativas para la Cooperación (CIC) Batá, de España; y de la Casa de África, de Senegal. Su interés: a través del arte y la cultura lograr encontrar caminos que conduzcan a ese mundo mejor que debe y tiene que ser posible.
En busca del contagio
Tierra de una intensa vida cultural y asombrosas montañas, que encanta por su belleza natural y por sus espléndidas plazas al estilo de la Libertad, con sus jardines afrancesados, en Belo Horizonte basta con decir Cuba para percatarse de que la gente siente un cariño y una admiración profundos por la Mayor de las Antillas. Aquí, donde se afirma que con apenas 33 años dio en Pampulha, sus primeros pasos el gran Oscar Niemeyer, y donde concibió la afamada Casa do Baile o la en su tiempo muy polémica Iglesia de San Francisco de Asís (impresionante su imaginativa y más reciente Ciudad Administrativa del estado de Belo Horizonte), que luego influirían en la arquitectura del mundo entero, hablar de la Isla es correr el peligro de andar de un lado a otro con falta de aire, por los calurosos abrazos de hermanos.
Helder Quiroga es de los que, cuando se le da un pie, no tiene para cuando acabar. Y eso que su hallazgo de la Isla (al menos el físico) se produjo en el 2007, cuando decidió visitar a su familia en Panamá, y de paso darse un saltico por cuatro días a esa nación de la cual, siendo un crío, su padre, integrante del Partido Comunista de Panamá, le hablaba constantemente.
«Crecí rodeado de las imágenes de Fidel y del Che, y escuchando la buena música cubana. Siempre anhelé ser un profesional del cine, y claro Cuba, un punto de referencia en el audiovisual, con indiscutibles maestros como Gutiérrez Alea, Solás, Santiago Álvarez..., y su reconocida Escuela Internacional de Cine y Televisión aparecían en mis planes», confiesa otra de las cabezas de Contato.
Pero sucedió que el muchacho que solo pensaba en verse como alumno de la EICTV terminó convidado para llevar adelante un proyecto de colaboración con el prestigioso plantel de San Antonio de los Baños. «En lo adelante, mis vínculos con Cuba han sido y serán inquebrantables. De hecho, a medida que pasa el tiempo, el acercamiento es mayor, y ello se debe, en buena medida, a que nuestros pueblos parecen uno por la similitud de sus culturas, por la calidez de nuestra gente».
Por eso Helder sintió que Vítor le arrancaba la propuesta de su boca cuando votó por la presencia en Belo Horizonte de la AHS en el momento en que decidían las organizaciones de otras partes del mundo que convidarían a la primera edición de Cultura y pensamiento. Activismo y juventud, evento que «busca consolidar un movimiento internacional que aúne a aquellas entidades que velen por el bienestar de los pueblos.
«Y la AHS, por su probada experiencia —al igual que CIC Batá—, y por intereses ideológicos, culturales y políticos; por las acciones que llevan a cabo y por la calidad humana de sus miembros, es esencial en esta red. Sus resultados en el trabajo de los jóvenes artistas y escritores en las comunidades, por ejemplo, nos son de gran utilidad. Por eso necesitamos de sus consejos, de sus conocimientos, de sus críticas, para poder tener más clara nuestra ruta».
Aunque desde el 2008 Contato viene desarrollando una labor que solo suma simpatizantes, Helder piensa que «a veces una parte importante de la sociedad desconoce el quehacer de no pocas organizaciones que desde hace un tiempo marcan la diferencia, pues consiguen transformar socialmente, gracias al impacto que en ellas tiene la cultura, algunas zonas completamente invisibles para los Gobiernos. En dar a conocer lo que hacemos, no para alimentar nuestra vanidad, sino para contagiar estos deseos de cambiar la realidad, también tendremos que trabajar».
Nosotros
Nombrado Cónsul Honorífico de Senegal en Belo Horizonte, Ibrahima Gaye, director del Centro Cultural Casa África, está tan aplatanado en esta urbe cosmopolita, y es tan popular, que es preferible intentar recorrer en un solo domingo la tradicional Feria de Arte y Artesanía que, según cuentan, idearan artistas y críticos mineros en 1969, y que desde 1991 acoge en la céntrica avenida Afonso Pena a cientos de expositores de obras de arte, bisuterías, ropas y objetos de decoración, antes de ponerse a conversar en cualquier esquina con este productor que un buen día desembarcó en Brasil, en principio para estudiar Administración de Empresa, aunque creía que se vería reflejado en aquellos que han hecho del fútbol una pasión.
«Grande fue mi asombro cuando me bajé en el aeropuerto y me encontré con algo inesperado: no me tropecé con nadie que me remitiera a África. Eso solo pasó cuando entré al baño y vi al encargado de la limpieza, quien enseguida me remontó a mi continente. Sabía que algo no andaba bien, pero no tenía armas para interpretarlo».
Lo que más le entristeció a Ibrahima fue constatar el notable desconocimiento que existía en relación con sus evidentes raíces negras, en las diferentes regiones del gigante sudamericano. «Por eso vio la luz la Casa de África, encargada de promover, divulgar y defender la cultura africana y de la diáspora, a través de conciertos, exposiciones, el teatro y la danza, seminarios, cursos de historia, de culinaria, de lengua yoruba, de literatura africana y afrobrasileña...».
Aunque jamás ha tocado suelo cubano, ansioso por establecer vínculos con instituciones similares radicadas en la Isla, Ibrahima, quien anda celebrando por lo alto el aniversario 50 de la independencia de 17 naciones africanas y el próximo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que tendrá por sede a Sudáfrica, está convencido de que la situación de Cuba es completamente diferente. «Es que Cuba ha comprendido que un pueblo sin pasado es un pueblo sin memoria».
Exactamente de esa cultura nació el tambor batá que dio nombre el Centro de Iniciativas para la Cooperación, presente también en Belo Horizonte, y que coordina el cordobés Rafael Cantero, a quien no es difícil hallar tarareando el Nosotros, de Pedro Junco, sobre todo después de que CIC Batá comenzara a «rodar» por Pinar del Río, desde su nacimiento en 1994.
«Inició como un proyecto de solidaridad y cooperación con Cuba, y ya anda por Nicaragua, Mozambique y Bolivia, trabajando en áreas como Educación, comunicación y cultura para el desarrollo», explica Cantero, quien asegura que como el protagonista de la canción de Junco quiere a la Isla con el alma, y que, justamente por ello jamás le dirá adiós.
Cada uno ha vivido una historia diferente, y sin embargo todos tienen algo en común: los une Cuba, el amor por una Isla que consideran símbolo, bandera, compromiso. Cientos de jóvenes se reunieron en Belo Horizonte esta semana en el primer encuentro Cultura y Pensamiento. Juventud y activismo, para todos decir Cuba es decir futuro.