Yo creo en lo que uno hace cada día, afi rma Jesús Ortega Autor: Pablo Massip Publicado: 07/06/2025 | 06:15 pm
—No se puede alcanzar el éxito fácil…
—No, nunca. El éxito, en primer lugar, es un poco indefinido, porque a veces tú tienes éxito y realmente presentas una situación que tú no consideras la mejor. Y a veces tienes la mejor y no tienes éxito. Eso es algo que tiene que ver con la gente que está recibiendo lo que tú haces.
«Yo trato siempre de hacer lo mejor que yo puedo ante mil o 2 000 personas o ante dos o tres. Si le comunico algo a una de esas personas, si pueden sentirse un poco más felices gracias a lo que quiero transmitirles, entonces, para mí yo tengo mucho éxito, independientemente del resultado técnico de lo que estaba haciendo. Y eso lo pude comprobar lo mismo en Moscú que en Atenas, que en Nueva York, que en un rincón de la provincia de Guantánamo.
«Creo que el artista tiene la obligación de ser siempre muy honesto con su arte y consigo mismo y hacer lo mejor donde sea y con el público que tenga. Entonces, el éxito, en definitiva, es muy relativo».
Cada minuto que se puede compartir con el guitarrista y compositor Jesús Ortega, premio nacional de Música, es un profundo aprendizaje en torno al arte, pero, en definitiva, sobre la vida. Aquel niño que hizo varios oficios para poder contribuir con la economía familiar y que soñó en algún momento tocar la guitarra y estudiar música, ¿pensaría en el éxito?, le preguntamos.
«Me contaron mi tía y mi madre que yo descubrí la guitarra de una manera fortuita. Me impresionó su sonoridad cuando la escuché a través de la radio, es una impresión que recuerdo muy bien. Le pedí a mi madre que me comprara una guitarra, pero no fue posible. Después, ella me mandó a hacer una que resultó ser un desastre al final. Y eso fue cuando yo tenía seis años, según me cuentan.
«No fue hasta los 17 años que yo conocí a Leo Brouwer, el único hermano que tengo sin que tengamos la misma sangre. Él me enseñó todo lo que su papá, hasta ese momento, le había enseñado. De manera autodidacta
estudiamos mucho tiempo hasta que conocimos a Isaac Nicola y cambió todo, ya pudimos trabajar de una manera más profesional.
«Nicola era un hombre maravilloso, con una vastísima cultura, tremenda musicalidad, pero que le temía al público. Yo asistí al último recital que él dio en su vida, en lo que hoy es el Edificio para el Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, en la pequeña salita de ahí, y él estaba muriéndose de miedo todo el tiempo. Tocar en público para él era una verdadera tragedia».
—En aquel momento iniciaba usted en su familia la tradición musical…
—Exacto, porque en mi familia no había músicos, inclusive, yo estudié otra profesión. Trabajé en una imprenta hasta que descubrieron que yo no podía estar donde hubiera emanaciones de plomo. Afortunadamente, diría yo hoy, porque no abandoné la música aun cuando trabajaba allí.
—Lo aprendido con sus maestros, ¿hoy lo multiplica?
—Digamos que tengo muy pocos alumnos. Yo prefiero decir que son artistas en formación, a quienes estoy ayudando a desarrollarse. Porque hago todo lo posible para que mis alumnos sean sus propios maestros, sean autodidactas. Pienso que, en el arte, no solo en la música, es indispensable ser autodidacta, es indispensable investigar uno por su cuenta, descubrir cosas.
—Maestro, ¿pudiéramos recordar su debut profesional?
—La primera vez que yo toqué fue para los miembros de la asociación llamada La Cruz Blanca de la Paz. Les regalé un recital a instancias de mi madre en 1956. Y tuve temor. Siempre uno tiene miedo de enfrentarse al público y no hacerlo bien, de equivocarse, de que la gente no reciba. Sin embargo, me impuse a ese miedo y toqué. Me imagino que no salió tan maravilloso lo que hice, pero bueno, lo pude hacer. Y además me encantó.
—El año 1995 marca una fecha importante en su trayectoria. Fundó Sonantas habaneras, que aún sigue dirigiendo…
—Fue en Camagüey durante la Fiesta de la Joven Guitarra. Los cultores del flamenco le llaman sonanta a la guitarra y me parecía muy bonito llamarla así.
—¿Ha sido la orquesta que siempre soñó?
—Tenía mucho trabajo entonces, no podía dirigirla; pero mis alumnos insistieron, y decidí hacer par de conciertos más y resulta que llevo 30 años con la agrupación. Y es un trabajo realmente grande. Jóvenes todos. Siempre.
«En el movimiento musical, la guitarra ejerce una fascinación en el mundo entero. En países que no tienen nada que ver con nuestra cultura, como Japón o China, la guitarra tiene una fuerza tremenda. Hace unos años se hizo un estudio y por cada instrumento, de todos los demás instrumentos musicales que se venden en el mundo, se venden diez guitarras, porque la guitarra es un instrumento que llega a la gente. Es popular. Si una guitarra es atractiva, cuando se juntan un montón de ellas, entonces la fascinación es mucho mayor».
—Hablemos sobre sus aportes composicionales…
—Mi trabajo como compositor es muy errático. Durante varios años tuve que ver bastante con el cine, con Santiago Álvarez, con su noticiero. De muchas de las emisiones (del noticiero de Santiago Álvarez), la música es mía, aunque, como tú sabes, el noticiero no les daba crédito a los colaboradores. También tienen música mía algunos documentales de Santiago Álvarez, de Manuel Octavio Gómez y hasta un largometraje de Tomás Gutiérrez Alea, Una pelea cubana contra los demonios, que tiene a Leo Brouwer en la música de fondo y la incidental hecha por mí.
—A lo largo de la vida ha sido acreedor de muchos premios, distinciones, reconocimientos. La más alta condición, premio nacional de Música… Ha sido el maestro de muchos, que también es un premio…
—La gran verdad que dijo José Martí es innegable: Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz. Yo tengo la suerte de tener el Premio Nacional de Música, el Premio Nacional de la Enseñanza Artística, ser Maestro de Juventudes… La Universidad de las Artes me dio el doctorado Honoris Causa, tengo medallas de varios países del mundo, pero yo no me creo nada de eso.
«Yo creo en lo que uno hace cada día. Entonces, cuando yo estoy con mis estudiantes o estoy dirigiendo mi orquesta, entonces sí estoy haciendo algo que vale la pena. Lo demás es muy bonito, y yo lo agradezco mucho. Pero el aplauso del público sí es una gran medalla. El agradecimiento de mis alumnos, guitarristas después, es otra de las grandes medallas».
—Entonces, ¿ahí está el verdadero éxito de la vida de Jesús Ortega?
—Creo que sí, creo que el verdadero éxito está cuando uno ha aportado algo a los demás. Recuerda que soy ya un viejo, pero pienso seguir aquí por mucho tiempo. A pesar de la edad que tengo, en estos primeros 90 años de mi vida, no pienso en absoluto en la muerte. El día que llegue, que me encuentre trabajando y haciendo lo que me gusta y para lo que me he preparado toda mi vida, que es hacer música, hacer arte.
El guitarrista y compositor ha dirigido Sonantas habaneras durante 30 años. Foto: Cortesía del entrevistado