Ogguere, dúo conformado por Edrey Riverí y Ulises Quiñones. Autor: Franklin Reyes Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
En estos días he estado leyendo un libro de esos que lo ponen a uno a pensar. Me refiero al volumen titulado Pobreza, Exclusión Social y Discriminación Étnico-Racial en América Latina y el Caribe, una compilación de 16 trabajos seleccionados por la Dra. María del Carmen Zabala. En el valioso material, los cubanos estamos representados por dos textos, uno de la aludida compiladora y otro de Lázaro I. Rodríguez, quien aborda el tema de la problemática racial y las políticas culturales en nuestro país.
En ¿Todos los negros toman café? Políticas públicas de cultura, equidad, raza y pobreza como condición cultural, Rodríguez formula uno de los análisis más lúcidos que he leído acerca del rap en nuestro país y deja claro que la cultura hip hop, en tanto expresión de lo cultural, ha devenido dimensión trascendental en la que el ciudadano de a pie entre nosotros manifiesta y evalúa disímiles alternativas sociopolíticas y reformula sus visiones de futuro.
La lectura de dicho texto me motivó a revisar mi colección de CD cubanos de rap y así, redescubrí la ópera prima de Ogguere, el álbum titulado Llena de amor el mambo, fonograma que en su momento de aparición no llegué a comentar. Este disco representa la zona de los raperos que tienen la virtud de saber conjugar un enfoque comercial y reflexivo en la concepción de sus creaciones, las cuales evidencian el claro objetivo de hacer bailar, con letras que, si bien tienen un perfil lúdico, hablan de nuestra realidad y del tiempo que en suerte nos ha tocado vivir, con un énfasis en las expectativas de cualquier joven morador de uno de los barrios marginales de las distintas urbes del país.
El dúo conformado por Edrey Riverí y Ulises Quiñones nos brindó un disco armado con diez temas, en el que el sentido de búsqueda a través de mezclar entre diversos géneros y estilos viene a ser su marca fundamental. De ese modo, en los diferentes cortes recogidos en el CD sentimos que, siempre teniendo como columna vertebral de la grabación el universo del rap, se hacen presentes en uno y otro momento pasajes o elementos típicos de la samba, el jazz, el funky, el rythm & blues, el techno y, por supuesto, la música popular cubana, representada por la rumba, el pilón y el mambo.
La riqueza que transmite el fonograma en su conjunto, lo lleva a uno a pensar en por qué el trabajo no llegó a convertirse en todo un suceso de popularidad entre nosotros, pues varios temas del álbum reúnen sobradas condiciones para ello. Si bien el disco ha gozado del reconocimiento de los especialistas y de los seguidores del hip hop en Cuba, para no perder la costumbre los medios de comunicación no le otorgaron en su momento de publicación la necesaria promoción como para que el público general en el país tuviese conocimiento de la propuesta y pudiese hacerla suya. Lo anterior es la única explicación que encuentro para que, por ejemplo, el tema interpretado por Ogguere y en el que invitan a Robertón Hernández (cantante de Van Van) para hacer una versión del otrora muy popular ¿Qué palo es ese?, no se convirtiese en un éxito nacional.
Otra pieza que debió correr mucha mejor suerte en la difusión es Comprende, donde intervienen las voces de Haydée Milanés y Diana Fuentes, con toda una carga sensual que hace las delicias del más exigente entre los oyentes. Asimismo, resulta en extremo logrado el corte denominado Mujer cubana y en el que sobresale el pasaje de falsete interpretado por Yulién Oviedo.
Un aspecto que destaca en Llena de amor el mambo es la eficiencia alcanzada en el respaldo sonoro de cada uno de los diez temas del CD, con funcionales arreglos que están concebidos como el complemento necesario para el rapeo de Edrey y Ulises. No puede obviarse el aporte que para el material de Ogguere representa lo hecho por Alexander Arrechea, Nelson Navarro y Andrés Barroso en los videos clips promocionales de ¡Cómo está el yogurt!, Los niche de tu vida y De popular a clásico. Con ello, Asere Producciones, el sello disquero que pusiera en circulación este CD, complementaba —desde el prisma del audiovisual— uno de los fonogramas mejor concebidos en la historia de la discografía del rap hecho por cubanos.