Alejandro Orduna y Mercedes Bulou Alegre, los protagonistas de Tiempo de soja. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 04:52 pm
El autor y director teatral Ruben Monreal compara al mundo de hoy con un rock and roll. No concibe la vida, ni el teatro, como algo fijo, sino como una actitud, un compromiso social.
Monreal es uno de los invitados al XIII Festival Internacional de Teatro de La Habana. Vino con el grupo Sala 420, institución teatral que fundó en 1988 en un viejo almacén de la ciudad de La Plata; hoy uno de los sitios de obligada parada si de buen teatro se habla en Argentina. Trajo Tiempo de soja, una historia de amor que se desarrolla en algún lugar de La Pampa y en medio del delirio por el cultivo de la soja (para los cubanos soya), un producto agrícola que, según cables de noticias, este año estuvo «a punto de desplazar a los cereales como principal producto agrícola de Argentina».
La obra, que tiene su última función hoy, a las 8:30 p.m., en el Centro Cultural Bertolt Brecht, nos muestra a Patora apresada en el deseo de sentirse amada, mientras Ñancul, su esposo, cree que ambos pueden hacerse millonarios en poco tiempo y refundar sus vidas sin esfuerzo alguno. Para conseguir tan quimérico sueño, el matrimonio gaucho compra unas maquinarias (supuestamente de última generación) para cosechar dicha legumbre. Mas resultan engañados y la debacle de valores que se vive en la actualidad comienza a rodar.
Como un visionario, Ruben terminó de escribir Tiempo de soja en septiembre de 2007 y en pocos meses (marzo de 2008) fue estrenada. Por ese tiempo estalló una sonada crisis en el país latinoamericano, con repercusión mundial, que involucró a agricultores y al gobierno, entre otros motivos por la sobreexplotación de la soja.
«Es curioso porque Monreal escribió Tiempo... antes. Entonces recuerdo que yo llegaba a casa tras la función, prendía la TV y la esencia del conflicto que representábamos era idéntico al que daban en las noticias. Al otro día me levantaba, miraba el diario y lo mismo», recuerda Mercedes Bulou Alegre, la actriz que encarna el personaje de Patora.
Igual le sucedía al actor Alejandro Orduna, quien interpreta a Ñancul en esta obra donde tiene una «alta responsabilidad social. Aunque Tiempo... se desarrolla en nuestro contexto, las situaciones que denuncia son aplicables en cualquier lugar».
Ruben Monreal y Sala 420 se presentan por segunda ocasión en La Habana. Antes estuvieron en el año 2005 con la puesta Bolero criollo. Entonces el dramaturgo quedó fascinado con el público nuestro.
«Por los cubanos fue que volvimos. Es un público muy receptivo, cálido y preparado», confiesa Monreal para quien, como está el mundo hoy día, el teatro es más que nunca «un bálsamo para el alma, un lugar de resistencia».
Y ese es precisamente el «juego» que a él le gusta poner en práctica, pero en serio: contar las aventuras humanas de su entorno social que, al final, son variaciones de lo que siempre ha existido en la historia de la humanidad.
«Quieras o no, el teatro conlleva un compromiso social. Por eso cuento sobre quiénes somos. La plataforma de mi obra es el aquí y el ahora de la gente que vive en Argentina. Luego me doy cuenta de que hay analogías con los seres humanos de distintos lugares del planeta», manifiesta el dramaturgo.
Es común que en sus obras Monreal trate cosas duras de la vida con humor, ironías y suspicacias. Y Tiempo de soja, donde se entremezclan ficción y realidad, no es una excepción.
Según escribió el crítico Jorge Monteleone en el diario El Día, de La Plata tras el estreno de Tiempo... la obra posee dos virtudes que la hacen irresistible: «Una es el proyecto estético mismo de la pieza de Monreal, que toma sus riesgos, para que el teatro ofrezca una visión inmediata de la escena social y la procese artísticamente. La otra es la imagen nítida que deja de esos dos personajes rurales, cuyo delirio cómico es la contracara de las tensiones históricas más urgentes, que hoy mismo nos inquietan».
Así que ya lo sabe el amante del buen teatro. Todavía está a tiempo de apreciar esta pieza que forma parte de la siempre esperada muestra internacional.