Tras campaña de alfabetización, se inició el sistema de enseñanza artística en 1962 con la creación de la ENA. Equidad y bienestar social no se alcanzan sin la cultura
La Revolución siempre advirtió que la equidad y el bienestar social no pueden alcanzarse sin el acceso pleno a la cultura. A partir de los primeros tiempos del triunfo la nueva política cultural tuvo como derrotero el más alto desarrollo educacional y social para la enseñanza artística.
«Sin cultura no hay libertad posible», expresó Fidel en octubre de 2002 en la inauguración del XVIII Festival Internacional de Ballet de La Habana. Ya en junio de 1961, para finalizar unos encuentros en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional en los que participó una nutrida representación de la intelectualidad cubana de entonces, esbozó diversos ítems de la creación y la vida cultural. En ese histórico discurso, conocido como Palabras a los intelectuales auguró los planes del naciente Gobierno Revolucionario con respecto a la educación artística.
En ese encuentro el Comandante pidió a los artistas e intelectuales «el máximo desarrollo en favor de la cultura y muy precisamente en función de la Revolución, porque la Revolución significa, precisamente, más cultura y más arte». Habló de la necesidad de crear condiciones para elevar la cultura en todos sus aspectos, y propiciar el desarrollo del talento artístico, literario y científico.
Tras la campaña de alfabetización donde aprendieron a leer y a escribir más de 700 000 cubanos en toda la Isla, se inició el sistema de enseñanza artística en 1962 con la creación de la Escuela Nacional de Arte (ENA).
Sobre los cimientos de esa academia, cuando solo se elevaba en los sueños, el Comandante en Jefe anunció en el discurso ya citado en este trabajo:
«Cuba va a poder contar con la más hermosa Academia de Artes de todo el mundo. ¿Por qué? Porque esa Academia va situada en uno de los repartos residenciales más hermosos del mundo, donde vivía la burguesía más lujosa de Cuba: en el mejor reparto de la burguesía más ostentosa y más lujosa y más inculta, dicho sea de paso, porque si en ninguna de esas casas faltaba un bar, sus habitantes no se preocupaban, salvo excepciones, de los problemas culturales. Vivían de una manera increíblemente lujosa y vale la pena darse una vuelta por allí para que vean cómo vivía esa gente; pero lo que no sabían es qué extraordinaria Academia de Arte estaban construyendo y eso es lo que quedará de lo que hicieron, porque los alumnos van a vivir en las casas que eran residencias de millonarios. No vivirán enclaustrados, vivirán como en un hogar y asistirán a las clases en la Academia; la Academia va a estar situada en el medio del Country Club, donde un grupo de arquitectos-artistas han diseñado las construcciones que se van a realizar».
(...)
«Imagínense qué condiciones tan distintas habrá ahora, y digamos si el espíritu creador encontrará ahora las condiciones ideales para desarrollarse. Instrucción, vivienda, alimentación, cultura general... Habrá niños que comenzarán a estudiar en esas escuelas desde la edad de ocho años, y recibirán, junto con la preparación artística, una cultura general... ¿No podrán desarrollar plenamente, allí, sus talentos y sus personalidades?...»
En un abrir y cerrar de ojos la respuesta a la interrogante de Fidel se multiplicó por cada rincón del archipiélago.
Hoy nos podemos sentir orgullosos de tener un movimiento artístico muy fuerte en torno a todas las artes. En Cuba se buscan por cualquier sitio los talentos que pudieran perderse en otros países porque sencillamente la educación artística es privativa. En nuestras escuelas de artes podemos tropezar lo mismo con un alumno de la capital, hijo de un ingeniero, que otro de la Sierra Maestra descendiente de campesinos.
En efecto, los terrenos de la creación siempre fueron muy estimulados en nuestro país. A grandes rasgos notamos la diversidad de instituciones fundadas luego de 1959 para salvaguardar nuestra cultura. El ICAIC, la Casa de las Américas, el apoyo del gobierno revolucionario al Ballet Nacional de Cuba, la creación de las bibliotecas públicas, la Imprenta Nacional, escuelas de arte en todas las provincias o más recientemente las Escuelas de Instructores de Artes.
No es un secreto lo costosa que resulta la formación de cualquier artista.
«En la música además de la preparación personalizada de los alumnos es muy caro un buen piano, una flauta, una guitarra... en fin cualquier instrumento. Y en nuestras escuelas de arte, aun con muchas dificultades, todos esos medios materiales están a disposición del educando gratuitamente. Siempre se han hecho esfuerzos para que todas nuestras escuelas estén dotadas de los instrumentos imprescindibles para la formación de un artista», dice Roberto Valera, músico, compositor y a su vez un gran pedagogo, al abordarlo unos minutos.
Nadie puede tapar el hermoso resultado de nuestro movimiento artístico a lo largo de estos 50 años de Revolución. Es fácil percatarse entonces de que siempre fue preocupación de nuestro gobierno la formación no solo de nuestros artistas sino también del público cubano en general.