Allá en el año noventa y cinco,y por la selvas del Mayaríuna mañana dejé el bohío,y a la manigua salió un mambí.
Una cubana que era mi encanto,y a quien la noche llorando vio,al otro día con su caballo,busco mis huellas y me siguió.
Aquella niña de faz trigueña,y ojos más negros que la maldad,unió sus fuegos a mi fiereza,y dio su vida a la libertad.
Un día triste cayó a mi lado,su hermoso pecho sangrando ví,y desde entonces fue más ardiente,Cuba adorada mi anor por ti,y desde entonces fue más ardiente,Cuba adorada mi amor por ti.