Miembros de Ars Nova. En la extrema derecha, Raúl Zaballa. Foto: Ibrahim Boullón El maestro Raúl Zaballa está convencido de que el 5 de enero de 2004 los astros se alinearon. No podía ser de otra manera cuando en esa fecha el destacado instrumentista fundó Ars Nova. «Ese día estaban creadas las condiciones para que, por primera vez en la provincia de Villa Clara, naciera una agrupación dedicada a cultivar, exclusivamente, la música antigua.
«Hasta ese momento no había surgido el interés por desarrollar ese tipo de música, sin duda la cenicienta dentro de esta manifestación artística. Por suerte, al parecer, la gente está cansada de esos ruidos atronadores y está regresando a esas sonoridades sublimes. Y sí, no lo niego, tuve la tremenda suerte de encontrarme con un grupo de músicos formidables, al que se han ido sumando otros jóvenes no menos valiosos: Rode Loyda Estévez (clavecín), Esther Martínez (laúd renacentista y guitarra), Gipsy Cárdenas (cello), Maykel Veitía (viola y violín), Silvio Pérez (violín), Alexis Arce (percusión), Lisbeth González (contralto) e Isailín Álvarez (soprano)». Y claro, Zaballa, quien además de tocar la flauta dulce, los dirige.
—¿Qué diferencia a Ars Nova de otras agrupaciones de su estilo en el país, como, por ejemplo, Ars Longa?
—Por supuesto que Ars Longa es la decana de la música antigua en nuestro país; es una agrupación increíble, de una calidad tremenda y con una carrera internacional prominente. Ars Nova, por su parte, enfrenta la música antigua, la música desde el período medieval hasta el barroco, quizá con un poquito de especialización a la hora de escoger su repertorio. Empezó siendo instrumental, pero con el tiempo ha ido combinando esta vertiente con el trabajo vocal. Ars Nova se dedica, sobre todo, a explotar la música profana dentro del Renacimiento, es decir, la música del pueblo, de las fiestas, la interpretada por aquellos juglares que llegaban a una aldea. Asimismo, dentro de la música barroca preferimos a los compositores vieneses, en específico a Antonio Vivaldi.
—¿Requieren los músicos que integran estas agrupaciones una especialización determinada?
—Este es un trabajo que lleva mucha investigación, hay que lograr un entrenamiento para poderse adentrar en el estilo de la época. Y es que, como sabes, no existen grabaciones originales por las cuales nos pudiéramos guiar. Por tanto, hay que buscar información de donde sea, lo mismo de lo que está escrito como de la pintura de ese período, estudiar a Leonardo Da Vinci, a Rembrandt, sumergirnos en todo el arte del Renacimiento y del Barroco, para llegar apenas a una idea de lo que esos autores quisieron expresar. Es un trabajo extremadamente difícil que se ve agravado por la falta de recursos y de instrumentos, los cuales a veces tenemos prácticamente que inventar. Sin embargo, el resultado es maravilloso y la recompensa, inaudita, cuando uno logra interpretar estas piezas que forman parte del patrimonio de toda la humanidad.
—¿Qué tiempo les lleva montar una pieza?
—Montar una pieza como debe ser puede llevar toda una vida y uno no quedar nunca satisfecho, pero bueno, para hacerla digerible al público, necesitamos no menos de 15 días para una obra, trabajando asiduamente, traduciéndola, porque están en italiano, inglés o castellano antiguos, o en latín. Con frecuencia hay que hacer indagaciones sobre algunos términos que ya no son conocidos en la actualidad. Y es muy importante saber qué dice la letra, pues de ello depende la manera en que se interpretará. Tenemos la suerte de contar con un amigo del Museo de Artes Decorativas, Jesús Llorens, quien domina varios idiomas, y nos ayuda en esa encomienda.
—¿Cuenta Ars Nova con un espacio fijo de presentación?
—Actuamos varias veces al año en la Iglesia de San Francisco de Paula por una gran gentileza de Teresa Paz y de su grupo Ars Longa, de la musicóloga Miriam Escudero, y de Ilemis, la promotora de ese espacio, cuyas bondades van más allá del préstamo de instrumentos y del apoyo moral. «Ellos nos invitan asiduamente tanto a los eventos de corte renacentista que se desarrollan en la capital, como a los Festivales Internacionales de Música Antigua Esteban Salas. Este año, en la quinta edición, por ejemplo, realizamos un concierto junto al Coro Andinos, que dirige Maikel García, que estuvo dedicado a Salas. Estos eventos nos han permitido compartir la escena y, sobre todo, aprender no solo con Ars Longa, sino con agrupaciones francesas como Douce Memoire, de Francia; con La Fontegara, de México, y con la clavecinista norteamericana Kathleen Mackintosh, profesora de nuestra clavecinista.
«En fin, nuestra principal plaza de presentación está en la capital, porque, desgraciadamente, no podemos presentarnos para nuestro público de Santa Clara ni del resto de la provincia, pues no contamos con un teclado.
—¿Posee Ars Nova repertorio para grabar un disco?
—Sí, ya estamos listos. A pesar de que han transcurrido solo tres años de nuestra fundación, estamos en un momento de madurez para enfrentar un proyecto como ese. Ojalá y aparezca alguien que crea en nosotros y nos dé esa oportunidad. Estamos seguros de que no lo vamos a defraudar.