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La Reina, de Stephen Frears, en el 28 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano

Quienes anden en busca del buen cine, no deben dejar de ver esta fascinante película de actores Ofrece conferencia crítico alemán de cine invitado al Festival El Festival hoy en las provincias

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

 Sencillamente soberbia la actuación de Helen Mirren como Isabel II en la película The Queen, de Stephen Frears. Sólo un cineasta de la altura de Stephen Frears (Amistades peligrosas) se atrevería a asumir un proyecto como The Queen (La Reina), dispuesto a recrear, y no hacer el ridículo en el intento, los días que siguieron a la muerte de alguien tan conocido como la princesa de Gales; un hecho, por demás, marcado por una avalancha mediática, donde también están involucrados la Reina de Inglaterra y Tony Blair.

Pero el inglés es de los que saben apostar, conocedor de que un paso en falso lo podía llevar a la caricatura. Su intención no es hacernos partícipes de los chismes del Palacio de Buckingham, sino aprovechar un acontecimiento que le viene como anillo al dedo para explicar mejor la sociedad inglesa. Porque no podemos olvidar que cuando la trágica muerte de Diana Spencer, llegaba Blair al gobierno, con ansias de modernización, y mientras la Reina apostaba por mantener la tradición, el pueblo aclamaba y lloraba a su entrañable Lady Di. Por eso, no dejó nada al azar.

En primer lugar, Frears volvió a tocar la puerta de Peter Morgan, guionista con quien había trabajado en la serie de televisión The Deal, seleccionó con atino a los actores y actrices que tendrían que vestir celebridades de las cuales todo el mundo tiene una opinión, y llevó a cabo un trabajo exhaustivo de documentación e investigación.

Para los amantes de las películas de acción, en las que «estén pasando constantemente cosas», esta no es la opción ideal. Encontrarán a La Reina aburrida, intrascendente y quizá piensen que si se les presentara como una obra documental, pues la aceptarían de mejor agrado. Pero quienes anden en busca del buen cine, no deben dejar de ver esta nueva película que el realizador de Los timadores y Mi hermosa lavandería quiso que se exhibiera en La Habana. Él prefirió interpretar a Elizabeth II más que hacer su retrato. Y nadie más indicada para asumir ese gran reto que la gran Helen Mirren, vista recientemente en la pantalla doméstica al lado de Robert Redford y Willem Dafoe en La sombra de un secuestro (The clearing). Porque eso sí, La Reina es una película de actores fascinante. Son ellos los que logran que sea creíble este reflejo de la realidad a través de la ficción.

Nunca he visto personalmente a Isabel II, ni creo que algún día tenga esa posibilidad, pero no habrá quien me haga creer en lo adelante que la hija de Jorge VI no es como la ha mostrado Helen Mirren. Ella es la Reina de Inglaterra. La Mirren está sencillamente gloriosa, extraordinaria, como la monarca que ante los ojos de todos es un témpano de hielo, incapaz de derramar una lágrima en público, pero que en el fondo es un ser humano lleno de contradicciones.

Difícilmente encuentre esta actriz rotunda una contendiente que pueda arrebatarle el Oscar de la próxima ceremonia con esta actuación llena de sutilezas, y tan redonda como el globo terráqueo. James Cromwell, como su esposo, el príncipe Philip, ofrece nuevamente una clase de histrionismo, al igual que Sylvia Syms como la exquisita Reina madre. Correspondió a Michael Sheen representar al político que sabe medir la temperatura de quienes lo eligieron (al menos en 1997, no estamos hablando de la guerra de Iraq) y nos entrega un Tony Blair muy acabado.

Por su parte, Stephen Frears, siempre atento a mostrar en sus filmes los mecanismos que mueven las mentalidades, ha sido contenido y ha rodado una cinta elegante, distinguida. En 97 minutos, este artista guía con magnífico pulso a los actores que tiene en el set, porque desea que ningún detalle se le escape, de modo que el espectador pueda completar el retrato psicológico de los personajes —en este caso de estos dos estadistas en activo, y de quienes les rodean—, lo que siempre ha sido una constante en su cine más audaz.

Quizá se le pudiera criticar el haber utilizado en exceso algunos de los fragmentos que inundaron los noticiarios del mundo entonces, pero nos compensa con fenomenales diseños de vestuario, peluquería, maquillaje, así como con hermosísimas vistas aéreas cuando la acción tiene lugar en las afueras de la residencia imperial.

Con The Queen, en resumen, Stephen Frears logra interesarnos por un tema que a muchos les resultará intrascendente. Sin embargo, lo cierto es que ha realizado una de esas buenas películas que de vez en cuando hacen que los críticos se inclinen a sus pies. Al menos, en esta 28 edición, La Reina está como soberana en La Habana.

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