Buen pretexto el de Ruy López-Nussa Lekszycki para unir en escena por vez primera al cuarteto López-Nussa. Este maestro de la percusión celebró recientemente sus 30 años de vida artística. Y lo hizo acompañado del magistral piano de Ernán (el hermano) y de Harold (su hijo mayor) en un estreno mundial que contó también con la percusión de Ruy Adrián (el menor de sus descendientes).
Tres obras compuestas por Ruy abrieron la velada, en la que no faltaron el jazz, la música popular, y Ruy Adrián y Raúl Herrera (Ruly) hicieron una excelente interpretación de Para-dos. Piezas de los pianistas Keith Jarret, Ernán y Harold López-Nussa formaron parte del concierto, devenido en una especie de encuentro familiar que Ruy dedicó a sus profesores de percusión Domingo Aragú, Luis Barrera, Roberto Concepción y al teatro Amadeo Roldán.
Los cantautores Yusa y Santiago Feliú, los contrabajistas Descemer Bueno, Reinaldo Paseiro y Néstor del Prado, el guitarrista Elmer Ferrer, el saxofonista Robertico Martínez, el pianista Roberto Julio Carcassés, y el trompetista Roberto García, estuvieron entre los invitados. El concierto contó igualmente con la presencia del grupo Clave y Guaguancó y de un público amante de la buena música que agradecido se unió con sus aplausos al homenaje a Ruy, autor del libro Ritmos de Cuba. Percusión y batería.
Luego de concluir esta gala homenaje, el destacado percusionista confesó que, a pesar de sus 30 años de experiencia en la docencia, como intérprete se siente un poco más relajado: «termino agotado pero muy contento. La pedagogía es muy bonita, sin embargo, me estresa mucho más que tocar, a pesar de que siempre me pongo nervioso cuando salgo a la escena, por muy seguro que esté».
Nació en una familia de artistas. «Mi padre era pintor y crítico de arte. Mamá estudió piano. El primer contacto que tuve con la música fue a través de ellos, querían que Ernán y yo siguiéramos ese camino (en mi casa siempre se escuchaba música clásica) y desde muy chiquitos nos matricularon en piano, en la escuela Alejandro García Caturla.
Estudió percusión en la Amadeo Roldán, en el Instituto Superior de Arte (ISA), y luego de impartir docencia en la Escuela Provincial de Arte de Pinar del Río y aquí en La Habana, quiso dedicar parte de su tiempo a tocar. «Tenía unos 20 años y empecé con una pequeña agrupación de rock y después con Beatriz Márquez y Pedro Luis Ferrer. Me hice baterista en el grupo de Santiaguito, fue una etapa que me marcó mucho, como músico e intérprete. Claro, ese grupo tenía la peculiaridad de que a la par del trabajo con él, hacíamos un repertorio independiente.
«Durante un tiempo me desvinculé un poco de la enseñanza que retomo al entrar a la Escuela Nacional de Arte, donde enseñé los distintos instrumentos que se dan en la cátedra de percusión».
El alto nivel científico, artístico y pedagógico presente en Ritmos de Cuba... confirman la habilidad de Ruy como percusionista, especializado en el provocador universo de la batería. Su libro, presentado en el CUBADISCO 2004, forma parte de los textos casi obligatorios para los alumnos de música y es considerado un aporte a la enseñanza de la percusión en Cuba.
Toda una vida dedicada al jazz, a la pedagogía y a la percusión. «Creo que es muy importante el ambiente en el cual uno se desarrolla y en mi casa además de música clásica se escuchaba mucho jazz. Eso me marcó para siempre. ¿Por qué el jazz?... Quizá por la batería o por el desafío a lo prohibido. Pienso que en ese sentido influyó igualmente el valor de esa música, que es muy estimulante por la improvisación, el desafío de todos los días, la energía con el público.
«He dedicado gran parte de mi vida a la enseñanza porque me gusta y satisface mucho. Aprendo enseñando. Los jóvenes siempre llegan con nuevas ideas y el contacto con ellos me mantiene muy actualizado. Actualmente imparto clases en el ISA y en el Amadeo».
Ruy es autor también de varias obras de percusión; sin embargo, no se identifica como compositor. Mas bien, se niega a que le llamen así. «Solo he escrito unas pocas piezas y para mí un compositor es alguien que todo el tiempo está creando. Me nutro de la ritmática de la música cubana. Hay mucho de ella en lo que hago, aunque cada pieza tiene su musa. En la gala por mis 30 años se presentaron algunas. Afortunadamente gustaron. Y eso es estimulante. Pero no soy un compositor, sino un percusionista que enseña y de vez en cuando también escribe», concluyó.