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Nuevo disco de Eros Ramazzotti destruye rumores

El cantante italiano está en forma y parece no permanecer en calma, como pudiera indicar el título de su más reciente producción discográfica, Calma aparente

Autor:

Pedro De La Hoz

En este nuevo disco canta a dúo con Anastacia el tema El ritmo de la pasión. Un rumor, de esos que se expanden por varias carreteras de la comunicación informal, rebotó en la redacción: ¿qué le ha sucedido a Eros Ramazzotti, es cierto que murió o que está gravemente enfermo?

No sé de dónde surgió, tal vez alguien oyó campanas y confundió apellidos, al escuchar que el gran tenor Luciano Pavarotti había interrumpido su actividad artística a los 70 años para someterse a la extirpación de un tumor en el páncreas.

Lo cierto es que Eros Ramazzotti está en forma y parece no permanecer en calma, como pudiera indicar el título de su más reciente producción discográfica, Calma aparente, al que ha dedicado en los últimos meses un trabajo intenso de promoción.

Si de percances se trata, el registro noticioso de sus últimos itinerarios apenas señala un suceso el pasado 28 de julio, cuando a punto de irrumpir en la escena improvisada en el estadio de la ciudad de Grado, al norte de Italia, una fuerte ventisca se abatió sobre el auditorio y puso en fuga a los espectadores y al mismo cantante.

Por demás, acaba de protagonizar tres conciertos de lujo —por el precio de las entradas y el glamour de la puesta en escena— en Montecarlo este agosto y disfruta de su resurrección en la escala de las mayores ventas de discos con Calma aparente, disputándose la cima del verano con el rock latino de Luciano Ligabue y el redivivo rock anglosajón de las viejas grabaciones recicladas de Pink Floyd.

Eros es un caso digno de análisis, por cuanto ha logrado en un par de décadas navegar en dos aguas: la de la tradición cancionística italiana y la del pop internacionalmente homogenizado por la industria del entretenimiento.

A ello le ha ayudado su imagen de eterno adolescente desvalido, que retuerce su rostro mientras canta, y un timbre vocal característico, fácilmente identificable al oído, que se aparta tanto de los tópicos líricos de los grandes exponentes que le precedieron en la canción italiana —Domenico Modugno, Claudio Villa— como de la línea de cantautores con vocación pensante e iconoclasta que comparten espacio en la cultura popular peninsular y cuya máxima expresión es Lucio Dalla.

Debe tomarse en cuenta, además, la temprana proyección internacional del artista. Su empresa discográfica y los manejadores de sus presentaciones supieron aprovechar el perfil sonoro de Ramazzotti para insertarlo en el mercado iberoamericano, donde lidera los índices de ventas y popularidad con notable ventaja sobre otros que también han buceado en esa zona de consumo, como Laura Pausini y, en tiempos más recientes, Tiziano Ferro.

Una mirada a Calma aparente pudiera explicar cuáles son los resortes de la pegada de Ramazzotti. Casi todos los temas transcurren en una atmósfera apacible, de baladas dulzonas, que exponen textos de referencias existenciales, donde la filosofía del amor aflora con buena dosis de melancolía.

Desde el punto de vista musical llama la atención una reiterada apuesta al melodismo que, sin embargo, no se deja arrastrar por lugares comunes ni fórmulas simplistas. Más que la melodía, lo que se recuerda es la atmósfera de cada tema. Si acaso se desmelena un poco en el tema El ritmo de la pasión, pero, claro está, debía hacerlo a favor de Anastacia, con quien canta a dúo. Y esto de invitar a celebridades a compartir grabaciones es uno de los recursos más socorridos por el cantor que soñó con la fama desde que la veía pasar frente a su casa en los predios de Cinecittá, la ciudad cinematográfica romana.

¿Será este un punto de giro en la carrera de Ramazzotti? No me atrevo a aventurarlo. Más bien pienso se trata de la necesidad de continuar conectado con una generación, la que creció junto a él en los 80, que ya no es tan ingenua como para caer seducida ante novedades artificiales. Y de lanzar un lazo al sector de una nueva generación que busca en los remansos de melodismo y la balada una alternativa a la saturación del pop/rock y la movida electrónica.

A fin de cuentas, la carrera de Ramazzotti no ha sido de grandes sobresaltos ni de propuestas transgresoras. Es un producto típico de los festivales de San Remo, que solo se limitó a marcar la diferencia, con una vuelta de tuerca, cuando la época de i canzionieri ya no rendía altos dividendos a la industria mediática.

Este Eros positivo, ligeramente melancólico, que transluce sentimientos, es el que se deja arropar en el 2006, aunque diga que coja las cosas con calma.

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