Vista del Gran Templo de la ciudad egipcia de Karnak. Representación en perspectiva de la fachada de la puerta del sur del Gran Templo. Una verdadera rareza mundial: un libro con 41 grabados descubiertos en la Biblioteca Nacional José Martí, demostrativos de un Egipto que ya no existe, se exhiben por primera vez en Cuba, en la galería El Reino de este mundo, de esa institución cultural, en Ciudad de La Habana.
La exposición se inauguró el pasado 18 de julio y permanecerá abierta al público hasta la primera semana de septiembre. Sobre ella nos habla el licenciado Eliades Acosta Matos, director de la institución.
«El sueño imperial de Napoleón en Egipto se prolongó entre 1798 y 1801. La expedición resultó un desastre militar, pero en el aspecto cultural posibilitó el estudio científico de esa civilización milenaria. Más de 500 arqueólogos, arquitectos, lingüistas, matemáticos, dibujantes, químicos y agrimensores franceses desembarcaron allí entonces».
Entre 1809 y 1822, en Francia se acometió la publicación de una serie de inmenso valor: La descripción de Egipto, con los resultados de aquellos estudios: 20 tomos de grabados, mapas y planos y 24 volúmenes de notas explicativas.
La tirada de aquella edición de lujo fue de apenas mil ejemplares, de los cuales la Biblioteca conserva cinco tomos. Tras ser restaurados especialmente para esta ocasión, se exhiben por primera vez en nuestro país más de 40 de aquellos grabados junto a monedas, sellos y libros vinculados a la cultura egipcia.
Uno de los papiros en colores prestados a la muestra por la Embajada de Egipto en La Habana. «La intención del célebre Emperador era egoísta: hacer un inventario de las nuevas posesiones de su imperio. Pero es algo diferente si uno lo compara con lo que está ocurriendo ahora, en que al otro emperador, George W. Bush, no le importan en lo absoluto las riquezas culturales y artísticas de Iraq, otra cuna de civilizaciones, donde por orden suya numerosos bombardeos han destruido 7 000 sitios arqueológicos y decenas de miles de soldados han quemado la Biblioteca Nacional y saqueado el Museo Nacional.
«Napoleón tuvo un gran tino al conservar y divulgar las enormes riquezas culturales, principalmente arquitectónicas y arqueológicas del territorio que invadió, sin dejar de ser censurables sus agresiones e invasiones y su apropiación de esas riquezas, por supuesto».
No obstante su fin individualista y geopolítico, y su indiscutible intención de hacer el inventario del botín, logró preservar y enseñar a las futuras generaciones una apasionante y enigmática imagen de un Egipto que ya no existe tal como era.
«Esos grabados permiten constatar el estado de las ruinas arquitectónicas y arqueológicas, dibujos de objetos, y cosas que hoy, si vamos a Egipto, no es posible apreciar tal como fueron construidos.
Perfil y cara de una cabeza de momia de un hombre desconocido. «El Embajador egipcio, cuando recorrimos la galería, me iba diciendo, grabado por grabado: “Esta columna que ves, ya no está hoy; esta parte del templo, ya no es así; este elemento arquitectónico ya no lo tenemos, se exhibe ahora en el Museo del Louvre, en París; y esta otra pertenece al Museo Británico, en Londres; ese habitáculo tan bien pintado, ya ha sido demolido y esa base que aparece tan nítida ahí, fue saqueada”».
Eso quiere decir que en la exposición aparece una visión de Egipto de hace más de 200 años, casi virginal, y que por primera vez fue observada, pesada, escrutada, analizada, pintada, estudiada, copiada por hombres occidentales, por franceses, por los ojos de Napoleón y de sus 500 expertos acompañantes.
«Hemos escogido y restaurado grabados de un enorme valor cultural, histórico y de un altísimo precio internacional, especialmente para esta exposición. Ha sido un gran esfuerzo de restauración, pues hubo que desencuadernar con sumo cuidado los tomos que posteriormente había que volver a encuadernar».
Por ser una edición muy antigua y no poseer las condiciones necesarias de almacenamiento, los tomos estaban en bastante mal estado de conservación, comidos por insectos, deteriorados, borrosos, dañados, opacos y sucios.
Vista de la Esfinge y de la Gran Pirámide. «No tenemos noticias de que en América Latina haya una colección completa de los 20 tomos originales. Lo nuestro ha sido un verdadero y valioso hallazgo. Esos cinco tomos grandes, aunque custodiados, estaban realmente apartados de la colección principal patrimonial de nuestra Biblioteca, institución con más de cuatro millones de documentos, entre libros, folletos, revistas, periódicos, fotos, diagramas, mapas, bocetos. Solamente libros hay cerca de tres millones y más de un millón de periódicos y otras colecciones especiales».
Por eso surgen a cada rato descubrimientos importantes que ya casi no sorprenden a los especialistas. El pueblo cubano no es ajeno a la gran egiptomanía, de moda actualmente en el mundo, sobre todo en esta época de invasiones yanquis que lo destruyen todo sin piedad.
Esa egiptomanía ha sido incentivada por toda una inmensa industria de lo esotérico, que ha dado lugar a una catarata de literatura sobre estos temas, una seria y otra vulgar.
«Estos elocuentes grabados que el cubano puede apreciar aquí ahora, constituyen en verdad una rareza mundial. Reflejan, además, el interés de la Revolución y de Fidel porque, como él mismo dijo: «Lo primero que hay que salvar es la cultura”. Demuestran también cómo Napoleón, sin dejar de ser Emperador e invasor injustificable, supo, al menos, proteger la riqueza cultural egipcia. ¡Qué diferencia con Bush!, quien ha evidenciado que para él, su gobierno y sus invasores, “lo primero que hay que destruir es precisamente la cultura”».
Eliades Acosta cree que estos cinco tomos pertenecieron a la colección de Julio Lobo Olavaria, el llamado Zar del Azúcar en Cuba, un coleccionista de objetos y pertenencias napoleónicas.
«Nuestra exposición, denominada: El inmenso Egipto: centro de civilizaciones, incluye libros sobre esa nación, en inglés y español y papiros con dibujos en colores, originales de ese país, prestados por su Embajada en La Habana para esta muestra. También una colección filatélica en la galería donde están los grabados.
«Con todo eso saludamos el Día Nacional de Egipto, que fue el 23 de julio pasado, homenajeamos el talento ancestral de ese pueblo, recordamos la importancia del diálogo entre civilizaciones y abogamos por el respeto a las culturas humanas», dijo finalmente Eliades.