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Con el ímpetu decisivo de El Uvero

Los hombres liderados por el joven Fidel Castro tomaron por asalto cada posición de la muy bien artillada tropa enemiga. El factor sorpresa estaba del lado rebelde, de aquellos combatientes que soñaban la Revolución desde la Sierra Maestra

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Una lluvia de balas sacudió el 28 de mayo de 1957 al cuartel de El Uvero. Los hombres liderados por el joven Fidel Castro tomaron por asalto cada posición de la muy bien artillada tropa enemiga. El factor sorpresa estaba del lado rebelde, de aquellos combatientes que soñaban la Revolución desde la Sierra Maestra. 

Apenas se asomaba el sol en aquel amanecer donde, con las primeras luces del día, también resplandecía el fuego y la pólvora justiciera. El seco sonido de las armas retumbaba en medio del perturbador silencio de la zona. 

Eran los fusiles del naciente Ejército Rebelde enfrentando en plena serranía, en la localidad costera de El Uvero, la guarnición militar de más de 60 soldados que protegía el cuartel batistiano.

Fueron casi tres horas de intenso batallar el de aquellos jóvenes dispuestos y corajudos bajo las órdenes de Fidel, quienes pudieron ocupar decenas de fusiles, armas cortas y miles de proyectiles. Las tropas enemigas se desmoralizaron luego de la derrota, y resultó un duro golpe desde el punto de vista político para el tirano Fulgencio Batista.

Sobre aquella epopeya combativa, el Comandante en Jefe recordó: «Tan pronto tuvimos noticias del desembarco
del yate Corynthia unos días antes del 27, como ya teníamos la experiencia de lo que podía ocurrirles en los primeros instantes, el grupo rebelde de algo más de cien hombres trató de brindarles colaboración. Encontrándonos en aquellos días cerca de una guarnición enemiga fuertemente atrincherada (el cuartel de El Uvero), decidimos atacarla con el propósito de aliviar la situación del grupo que acababa de desembarcar».

Hasta en los momentos más duros y encarnizados Fidel y los guerrilleros pensaron en un valor tan importante como la solidaridad. Fue ese un sentimiento sincero que se sembró en el corazón de la Sierra  y, para siempre, en el alma de la Revolución. 

El éxito del Combate del Uvero influyó decisivamente en la profundización de la conciencia de lucha de las fuerzas rebeldes. Con creces demostró que se podía infligir una importante derrota militar al régimen de Fulgencio Batista y puso de relieve la fuerza moral del Ejército Rebelde.

De los 53 integrantes de las tropas enemigas, 46 resultaron baja en el combate. Luego de El Uvero vinieron otros enfrentamientos, pero aquel, como dijera el Comandante Ernesto Che Guevara, «marcó la mayoría de edad del Ejército Rebelde». 

 

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