Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Claudia y el sueño de ser útil

Consecuente con una trayectoria de compromiso y participación, una joven doctora santiaguera se abre camino tras su anhelo de ser una profesional competente en Cuba

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

Santiago de Cuba.— Cuentan que las lágrimas de un padre tiñeron de emoción la pasada graduación de la Universidad médica santiaguera. El húmedo orgullo del hombre empañó una y otra vez la pantalla del móvil con que atrapaba en fotos y videos el memorable momento, mientras su hija se paraba varias veces a recibir los reconocimientos de seis años de empeños y entrega.

Mejor graduada integral del curso, Premio al Mérito Científico y Vanguardia Mario Muñoz, son solo algunos de los logros que la joven doctora Claudia Dayalis Sarmiento Baralt festejó al concluir en febrero pasado sus estudios de Medicina, que son el reflejo de una trayectoria de compromiso y participación a pesar de ser muy joven.

«Mi papá Reynaldo se emocionó mucho; sus tres hijos estamos vinculados con la medicina: mi hermano mayor se graduó aquí mismo y mi hermanita está en segundo año; pero esta vez se conmovió al ver mis resultados y para mí fue de gran satisfacción haberle dado esa alegría», relata con una amplia sonrisa.

A más de un mes de aquella vivencia inolvidable, la joven galena se estrena como residente del primer año de la especialidad de Medicina Intensiva y de Emergencias en el servicio de Terapia Intensiva del hospital Saturnino Lora, la que le fue otorgada de manera directa como premio a sus logros académicos.

Para quien haya conocido a esta muchacha jovial y responsable, en sus años del preuniversitario, cuando tras conseguir los 100 puntos en las tres pruebas de ingreso alcanzó la carrera de Medicina «para ser cirujano», como afirmaba entonces, tal vez resulte una sorpresa su actual pasión por la atención al paciente grave.

Pudiera asombrarle, incluso, a quien en sus años de estudiante le hubiera visto brillar en los festivales de clases como alumna ayudante de la especialidad de Cirugía por cuatro años y ganadora del premio A un Futuro Maestro; o a quien supiera de sus desvelos en la investigación de problemas de salud como las infecciones de piel y partes blandas desde una visión quirúrgica, entre otros temas, que le valieron el Premio del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) al mejor estudiante investigador y el sello Forjadores del Futuro, que otorgan las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ).

Pero hoy, con la ternura y convicción que la caracterizan, la doctora Claudia calza unos cómodos y modernos tenis, dice, que para moverse rápido como requieren las urgencias, y se declara enamorada de la adrenalina que conlleva ser un médico de emergencias.

Que nadie piense que es superficialidad de juventud, para nada; es consciente de que la especialidad que cautivó sus energías desde los días en que combatió, cara a cara, con la COVID-19 en los más diversos frentes, requiere rigor y consagración.

«Las historias que hacían mis compañeros que trabajaron en terapia con los pacientes con Covid-19, sobre todos los procederes del servicio atrajeron mi atención; al propio tiempo, quería una especialidad en la que pudiera integrar el amor por el área clínica que formaron en mí las profesoras Ana Mariol y Mirta Laguna y mi propio interés por la Cirugía, la Dermatología, que también me gustan mucho.

«La Medicina Intensiva es una especialidad muy exigente, está ahí en la primera línea de batalla, cara a cara con la muerte. El médico tiene que pensar rápido y tener una preparación sólida, porque un mal proceder puede costarle la vida al paciente. Por otro lado, la provincia tiene hoy una necesidad real de que más profesionales jóvenes nos sumemos al servicio, y estar a la vanguardia, ser útil, es algo que siempre me ha gustado y en lo que sé que encontraré realización».

Mientras se sumerge en el curso introductorio, escoge un tema entre las prioridades del banco de problemas de la Atención a urgencias y busca las herramientas para cumplir sus funciones con competencia, la joven doctora advierte que no le amilanan las guardias cada cuatro días ni las horas de esfuerzo que le esperan.

«Estoy acostumbrada a estudiar. Es algo que me inculcó mi mamá, la Doctora en Ciencias Dayalis Baralt, profesora de la Universidad de Oriente: mi ejemplo y aliento para lograr mis sueños; y me gusta el compromiso, participar», enfatiza, y quien la escucha ratifica que sigue siendo la misma que enfrentó la COVID-19 como voluntaria y mensajera en la zona roja de un centro de aislamiento; estadística, pendiente de los resultados de los PCR y la base de datos en el Hospital Infantil Norte Juan de la Cruz, más conocido como la Ondi, así como puntal en las pesquisas o el vacunatorio, todo eso sin descuidar la atención a su familia ni los estudios.

«Esas experiencias incrementaron mis conocimientos teóricos y prácticos, y me hicieron crecer como persona», recalca.

A sus 24 años, Claudia Dayalis continúa siendo la joven que encontró en su acceso a los estudios superiores, el tiempo de aprovechar al máximo la vida universitaria, lo mismo desde las actividades curriculares que desde las responsabilidades en la FEU, la UJC y el Movimiento Juvenil Martiano; como alumna ayudante, integrante del equipo de gimnasia artística o quiquimbol de su facultad, que como la locutora y abanderada de la avanzada artística cubana en las galas de nacionalidades.

De esos días intensos, afirma, extrajo la sensibilidad y empatía que de seguro necesitará en sus batallas por la vida como médico intensivista y la convicción que le permite encarar el presente con la mejor de sus sonrisas.

Contribuir a la formación de los demás es otra de las aspiraciones de esta novel santiaguera, defensora con su huella del empoderamiento femenino. «De mis padres, que son profesores, aprendí el amor por la enseñanza que practiqué como alumna ayudante durante toda la carrera, y ahora, en cuanto pueda, me prepararé para optar por la categoría docente de Profesor Instructor y, por supuesto, empezar el doctorado en Ciencias Médicas. Ahí también mi madre es mi referente», dice, y hay otra vez un amplio abanico de opciones con el aporte y los deseos de hacer como constantes, en el horizonte de esta santiaguera, a quien dificultades de salud de seres muy queridos le enseñaron la importancia de la unidad familiar y que un paciente siempre agradece el apoyo y acompañamiento de su médico, aunque no tenga a manos todos los recursos.

Con certezas de ese tamaño encara el porvenir desde el optimismo y la conexión con su tiempo. «Amo mi país y le agradezco mi formación, con profesores muy dedicados; aquí tengo oportunidades que puede que en otros lugares no tenga, y eso lo valoro mucho. Pienso que todo el que siente por su tierra siempre tratará de ser lo más útil posible, de hacer para que el país salga adelante.

«Cada cual tiene sus metas, sus sueños; el mío es ser una profesional en Cuba, y lo digo con la convicción que estoy luchando por lo mío. Ahí encuentro mi realización profesional y humana», recalca, y el futuro titila en sus ojos.

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