La réplica del machete de Antonio Maceo recorre el país y su presentación deviene un espacio diferente para que los jóvenes conozcan mejor la historia. Autor: LAZ Publicado: 11/03/2025 | 08:55 pm
Lorena Toledo Gil disfruta el olor que se desprende de la bola de hierro. Ella es una experta en sacar hasta el último grano de azúcar a la caña. Aprendió a disfrutarlo desde el mismo día que puso un pie en la empresa agroindustrial azucarera Melanio Hernández, en el poblado de Tuinucú, en la provincia de Sancti Spíritus.
Justo hasta allí llegó el grupo juvenil que sigue la ruta de la réplica del machete de Antonio Maceo, en un proyecto que la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) nombró Herederos del machete. En homenaje a la figura del Titán de Bronce, el itinerario partió el pasado 25 de febrero de Mangos de Roque, en Pinar del Río, y avanza por todo el país para arribar a los Mangos de Baraguá el próximo 15 de marzo.
Los lugares y las fechas del recorrido tienen su significado. Mangos de Roque fue el último punto a donde Antonio Maceo llegó con la invasión a Occidente. En Mangos de Baraguá, el Titán protagonizó la protesta ante el Pacto del Zanjón, un acuerdo que intentaba poner fin a la Guerra de los Diez Años sin haberse logrado la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.
«El proyecto es una posibilidad para que los jóvenes se encuentren con la historia, la conozcan; pero también que accedan a lugares en los que hay hombres y mujeres que se esfuerzan para que el país avance en estos momentos muy difíciles», explicó Naylín Machado Ávila, primera secretaria del Comité Provincial de la UJC en Ciego de Ávila.
Descubrir donde se guapea
El proyecto Herederos del machete se diseñó para que la réplica fuera acompañada por jóvenes destacados en cada provincia. Pero uno de los propósitos más importantes es mostrar lo que se hace en el país para resistir en medio de los momentos actuales. Muchos se preguntan hoy: ¿Cuba cómo resiste? El recorrido devela respuestas.
Constatar, por ejemplo, cuánto se hace en Sancti Spíritus, en tiempos tan complejos como los actuales, hizo crecer a Osviel Alejandro Soto, estudiante de Enfermería de la Universidad de Ciencias Médicas Faustino Pérez, de Sancti Spíritus, y Liset Díaz Roble, trabajadora de la Empresa Productos Lácteos Río Zaza. Así lo confesó antes de la despedida del recorrido.
«Los jóvenes, de esta forma tan dinámica, con los oídos y los pies en la tierra, comprendemos mejor el presente y nos acercamos mucho más al pasado. Salimos de los discursos que, en espacios cerrados, en ocasiones, se tornan aburridos y no logran motivarnos», explican.
Para Imirsys Vázquez Pérez recorrer ambas entidades del sistema empresarial espirituano significó un total descubrimiento. Integra el colectivo de profesionales que desde una institución educativa o casa de cultura esculpe talentos artísticos.
«La brigada de instructores de arte tiene mucho de Antonio Maceo: compromiso, coraje y ganas de hacer. Además, nos ha permitido acercarnos a nuestra identidad y tradiciones, parte de los sostenes de nuestro trabajo».
El aliento de un coloso
En el central Ciro Redondo, el ruido de las maquinarias deja entrever un olor dulce. Hasta ese coloso llegó la réplica del machete de Antonio Maceo. Allí trabajan 140 jóvenes en la industria, de un total de 580 obreros en distintos puestos. Yadir Ramos Medina, el secretario del comité de base, explica que tienen nueve militantes y prevén crecer con cinco en los próximos meses.
«Cuando termina la zafra, muchos de los jóvenes se mueven a otras labores, por eso esa fuerza no es estable; pero mientras están aquí son gente muy seria, con deseos de echar para adelante», dice.
El sonido de los hierros y los equipos guardan su misterio. Un misterio de proezas y anhelos. Después de mucho tiempo detenido por un proceso inversionista, unido a la construcción de la bioeléctrica, el ingenio realiza ahora su primera molida más estable.
En la zafra 2021-2022, se hicieron unas 22 000 toneladas en poco más de un mes de trabajo. Luego las máquinas pararon por problemas de sincronización con la bioeléctrica. Esa instalación se diseñó para sincronizarse con el ingenio. El Ciro daba el bagazo y ella transfería energía. Al ocurrir fallos técnicos, el central no pudo continuar la molida.
Según explican los directivos a la visita, el Ciro muele con relativa estabilidad. En verdad, esta zafra es su prueba de fuego, donde se ajustan los «hierros», como dicen los mecánicos. Y parece que está saliendo, porque las paradas han sido breves y el central está pidiendo caña, que es la que está en falta.
¿Cuánto hará? Hay que esperar al final; pero hay algo que ya se ve. Y ocurre cuando se abren las puertas de una nave gigantesca y ante la visita aparecen lomas de azúcar que llegan hasta el techo. Una parte se destinará a la población, la otra a apoyar la canasta básica.
Y todo se realiza en el día a día. Es fuerte. Con limitaciones. Con falta de dinero. Con precios subiendo. Con apagones. Con sanciones de afuera y con deseos de hacer adentro.
Mirar la historia
El encuentro con la historia es uno de los motivos del proyecto. Así, la visita a sitios patrimoniales, como el Museo Provincial de Historia Coronel Simón Reyes, en Ciego de Ávila, fue parte de la ruta. Los jóvenes entrevistados coincidieron en la utilidad de la idea, pero también expresaron la necesidad de cambiar la enseñanza sobre el pasado del país, cuyos métodos calificaron de esquemáticos y poco motivadores.
Alejandro Fidel Barrios Rodríguez, quien cumple el Servicio Militar como informático de la Aduana del aeropuerto internacional Jardines del Rey, expresa que no pueden existir motivaciones cuando en el aula te dicen: «Copia o revisa de la página tal a la más cual de tal libro». «¿Qué puede tener de interesante eso?», expresa.
Amanda Ulloa Vázquez, estudiante de 11no. grado en el Instituto Preuniversitario Urbano Ernesto Che Guevara y presidenta provincial de la FEEM, considera que las clases de historia hoy no tienen en cuenta la inclinación de los jóvenes hacia lo audiovisual. No abundan las imágenes con el power point, las búsquedas con la inteligencia artificial u otros soportes digitales.
«Tampoco a veces nos dejan mucho tiempo al debate —opina—. Son 45 minutos de clases y no puedes decir mucho o nada porque no hay tiempo».
Sin embargo, también consideran que hay experiencias motivadoras. Una de ellas es la Red Centenaria, dirigida por jóvenes y con métodos novedosos, como sentarse bajo un árbol, presentar un tema, hacer preguntas y empezar a debatir.
«El otro día el tema fue Martí y sus enfermedades —cuentan—. ¿Cuántos sabían que a Martí le faltaba un testículo, que lo perdió por las lesiones ocasionadas por el roce de los grilletes con el cuerpo cuando estuvo preso? En el grupo que se reunió, muy pocos».
«A nosotros nos interesa una historia más vívida, más apegada a los hechos, con más anécdotas, más humana —explica Alejandro—. Martí era un hombre que le gustaba bailar. Era enamorado, un ser humano. Uno quiere saber por qué hablaba así. Por eso se necesitan extender espacios como estos. Para ayudar a pensar».