Las presiones externas encarnadas en el bloqueo estadounidense siguen dañando duro todos los flancos a la economía Autor: Adán Iglesias Publicado: 31/12/2024 | 03:57 pm
Es un hecho que la economía cubana no tuvo signos de crecimiento al cierre de este 2024. En términos generales hubo otra contracción por segundo año consecutivo, lo que significa, entre varios aspectos, que existe una disminución sostenida en distintas actividades económicas.
Según indicaba a mediados de noviembre el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alfonso Vázquez, «se observa que la economía no debe crecer este año». Y aunque la estadística estimada no se ha dado a conocer aún, estamos hablando de otros 12 meses que han transcurrido entre complejidades muy duras en el camino de encontrar el bienestar socioeconómico. Lo sabemos al dedillo cada uno de nosotros, que sentimos la confluencia de carencias y desafíos en el peso de la cotidianidad.
Para impulsar un país es indispensable la generación energética, por ejemplo, y en Cuba hemos tenido afectaciones graves durante todo el año, con déficits considerables superiores a los mil megawatts casi de forma continua. Nadie se desenvuelve de forma armónica con baja producción de electricidad o carencias de combustibles. Ni las industrias, los servicios, la agricultura y cada uno de los sectores pueden funcionar óptimamente «a ratos».
Las presiones externas encarnadas en el bloqueo estadounidense siguen dañando duro todos los flancos a la economía, incluido el suministro estable de combustible. La persecución financiera tampoco es un «cuento de camino» ni una excusa ligera en el país a lo largo del tiempo.
Para tener una idea precisa de estas limitantes, basta saber que en los últimos tres años se reportaron 1 064 negativas por parte de bancos extranjeros de prestar servicios a entidades cubanas, incluyendo transferencias para las compras de alimentos, medicamentos, combustibles y piezas de repuesto para el sistema electroenergético nacional.
Salir de las crisis para una economía a la que intentan estrangular a toda costa, y que funciona hoy a niveles de urgencias y prioridades diarias es, cuando menos, un reto mayúsculo, titánico, porque nadie en el mundo enfrenta las restricciones de mercados, bancarias y financieras de Cuba.
Más allá del PIB
El 2024, aparentemente, se fue como un escenario donde no logramos romper la inercia para despuntar hacia la indispensable recuperación y el crecimiento. Y es verdad, en términos tangibles no lo hubo. Sin embargo, a pesar de todo, a veces hay que mirar más allá de las líneas del horizonte que circunscriben los fríos números generales.
¿Por qué digo esto último? Porque otros elementos importantes, como es el déficit fiscal, sí se ha logrado disminuir en la etapa respecto a lo que se vaticinaba, pues el pronóstico a inicios de año era bastante alto e insostenible, cercano a los 147 000 millones de pesos. En ello ha influido las medidas que se implementan para corregir distorsiones y reimpulsar la economía.
Ninguna nación puede pensar en recuperarse gastando más de lo que genera. Llevémoslo incluso a la práctica, a la familia y al hogar. Allí donde los ingresos sean inferiores a los gastos, la vida queda muy limitada. Y así sucede a nivel de país, donde todavía se estima para 2025 un déficit presupuestario alto, que rondaría los 88 000 millones de pesos.
Aunque la inflación continúa elevada y dejando huellas crónicas en el bolsillo, por ejemplo, al finalizar este 2024 se muestra una tendencia a la baja por tercer año consecutivo. O sea, existe una progresiva desaceleración en el crecimiento de los precios.
Si bien seguimos distantes de contener esas subidas y la correlación del salario promedio con el costo de la vida diaria es desproporcionado, sobre todo, en el caso de las personas pensionadas, desde junio, según reflejan los datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información, el descenso de la inflación interanual ha estado por debajo del 31 por ciento, llegando a registrar el pasado mes de octubre un 28,09 por ciento. Se trata del valor más bajo en los últimos años.
Dicho así, resulta difícil comprender los números cuando en la práctica no se traducen aún en la mesa y la vida del cubano. Pero la estabilización macroeconómica es un proceso muy dilatado y complejo, mucho más para Cuba que, lejos de escudarse en las asfixiantes sanciones y el bloqueo, sufre como ningún otro Estado las presiones externas. Esas que suponemos continúen o se agraven en los tiempos venideros, luego de que Donald Trump retorne al Despacho Oval en la Casa Blanca, a partir del 20 de enero de 2025.
Mirada al nuevo año
Para nuestro país no queda otra opción que salir adelante por esfuerzos propios, como reiteró el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante el 4to. Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su 10ma. Legislatura. En realidad se trata de explotar a fondo cada oportunidad abierta para el crecimiento.
Lo más complejo en ese trayecto ha sido encontrar incentivos que aumenten la producción nacional. Tenemos un amplio abanico de actores económicos y, en el caso de las empresas del sector no estatal, son realmente pocas las que se «arriesgan» a producir.
Esta resulta una de las prioridades inmediatas para ir curando la grieta económica profundizada hoy. Como también la de sostener una política recaudatoria y la reducción de la inflación, algo que tampoco es sencillo bajo un contexto de carencias. Ello tendrá que ir acompañado de la puesta en vigor de otras medidas, no solo en el ámbito tributario, insertadas en las proyecciones de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía.
Además, a la Mayor de las Antillas le urge actualizar la política de subsidios, porque mirando a fondo, como decimos en buen cubano, «al final no juega la lista con el billete». Hay negocios que pagan costos realmente bajos por determinados servicios en comparación al poder adquisitivo que poseen, por lo que no incentivan ni al ahorro y ni al cuidado.
Es incomprensible que los sectores y la gente más enriquecidas hoy, por ejemplo, sigan recibiendo de forma igualitaria, a precios casi insignificantes, la canasta familiar normada, debilitada, cierto, pero vital para otra mayoría de cubanos. ¿Cuántas personas verdaderamente necesitadas pueden obtener una mejor atención si logramos, en esencia, subsidiar a personas y no productos? Esa debe ser una pregunta con respuesta a corto plazo, y una meta alcanzable.
Mirando hacia el año que comienza, y como anunció el Ministro de Economía y Planificación en la última sesión del Parlamento, se pronostica un muy leve crecimiento económico. En ello influirá la recuperación gradual del Sistema Eléctrico Nacional a partir de la instalación progresiva de los primeros 1 200 megawatts a partir de parques que funcionan con energía solar, lo que permitirá dar un impulso a las deprimidas producciones y al programa de Gobierno aprobado.
El camino de la recuperación económica todavía resulta angosto, áspero y lleno de complejidades. Decir otra cosa sería engañarnos, porque aún estamos lejos de los índices óptimos a los que aspiramos. Sin embargo, más allá de la línea del horizonte que se divisa, y dentro de las acciones emprendidas por el país, pueden estar muchas de las respuestas inmediatas que demandamos.