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¿Cómo se salvó una vida?

Por tercera ocasión en Cuba se operó a una materna grave fuera de un hospital. Antes había ocurrido en Mayabeque y Guantánamo. Juventud Rebelde cuenta la historia de la joven pinareña que hace pocos días estuvo al borde de la muerte

Autor:

Dorelys Canivell Canal

PINAR DEL RÍO.— Ante el llamado de su jefe, el médico intensivista Alexander García Balmaseda partió de inmediato hacia el municipio de Los Palacios, en Pinar del Río. La indicación era rescatar a una materna joven que presentaba serias complicaciones y permanecía en el policlínico de esa localidad.

Fue el martes 11 de junio, pasado ya el mediodía. El galeno no dudó un segundo en cumplir su misión, pero al llegar a la institución de salud verificó que era indispensable que un equipo multidisciplinario la evaluara antes de cualquier traslado.

Irima Yanet Palacios González, con 36 años cumplidos y una niña de nueve años, pensó que esta sería la oportunidad de tener un segundo bebé. Una leve pérdida de sangre le auguraba que las cosas no saldrían como había imaginado, y tras algunas manipulaciones obstétricas empezó a sentirse mal.

«La mañana del martes fui al policlínico y me hicieron un ultrasonido, pero no se veía casi nada, salvo algunos restos de la regulación menstrual. Yo sentía unas fatigas tremendas; se me iba el mundo y volvía. Después de eso, no tengo bien claras las cosas.

«Me acostaron en una camilla y empezaron a aparecer unos médicos maravillosos, muy profesionales y mejores personas», nos cuenta la muchacha, ya fuera de peligro en la Unidad de Cuidados Intensivos No. 3 (UCI 3) del hospital provincial Abel Santamaría.

El doctor García Balmaseda refiere haber encontrado allí a una mujer en bancarrota hemodinámica total, con la presión muy baja, un gradiente térmico casi hasta el tronco del cuerpo, con llene capilar muy lento. Ante este panorama, de inmediato empezó la reanimación con volumen.

Las próximas siete horas serían definitorias en la vida de Irima Yanet. Hasta Los Palacios llegaron los integrantes de la comisión de atención a la materna grave de la provincia: intensivistas, obstetras, anestesiólogos, cardiólgos y también residentes, una transfusionista… La ayuda venía de Pinar del Río y del hospital Comandante Pinares, de San Cristóbal, Artemisa.

En las afueras del policlínico las personas del pueblo se movilizaron también. En barrio pequeño todo el mundo se conoce; Irima es farmacéutica y la voz de su gravedad corrió. Aparecieron bránulas, sondas y la disposición de no se sabe cuántos para donar sangre si era necesario. Los Palacios es un lugar de personas agradecidas, hospitalarias.

La urgencia de operar en el lugar

Luego de la primera transfusión hubo mejoría durante unos 15 minutos, hasta que la paciente volvió a derrumbarse hemodinámicamente, con toma del nivel de conciencia. El anestesiólogo Miguel Liván Sánchez Martín explicó a Juventud Rebelde que, al empezar a fallar órganos diana, se decidió a intubarla.

Eran ya cerca de las cinco de la tarde. Se le administraron fármacos y hemocomponentes. La ventilación se garantizó con una bolsa autoinflable, conectada a un balón de oxígeno, gracias al ingenio del electromédico del policlínico. «Ahí se hizo tratamiento de shock, pero no el definitivo. El definitivo era intervenir quirúrgicamente», dice el doctor.

El joven médico Luis Ángel Álvarez Mederos, jefe del servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital Abel Santamaría, refiere que para esa hora la imagen ultrasonográfica ya mostraba abundante líquido en la región abdominal y la punción permitió extraer diez mililitros de sangre roja que no coagulaba. «No quedaban dudas de que el caso se agravaba por un hemoperitoneo (sangre en cavidad abdominal). No había compás de espera», precisa.

La intervención quirúrgica era inminente. Sin posibilidades de traslado, ni siquiera para el hospital Comandante Pinares, que estaba más cerca, empezaron a operar con un set de cirugía menor.

Con él pudieron pinzar las arterias que estaban sangrando y ello permitió ganar tiempo para estabilizarla en lo que llegaban los demás recursos, especifica el doctor Ernesto Rodríguez Quiñones, jefe de servicio de Terapia Intensiva del Abel Santamaría y quien se mantiene al frente de la comisión de atención a la materna grave.

«A la paciente se le realizó una laparotomía exploratoria para encontrar la causa del hemoperitoneo, y durante el tiempo operatorio se diagnosticó la presencia de un embarazo ectópico tubárico derecho roto. Se aspiraron aproximadamente tres litros de sangre, se le hizo una salpingectomía derecha, se conservó el ovario derecho, se limpió la cavidad y se cerró con ese diagnóstico», puntualizó Álvarez Mederos, quien compartió la intervención quirúrgica con los obstetras Ciro Manuel Suárez Blanco y Roselia Sánchez.

La noche más larga

Nadie se fue del policlínico; ni los médicos de Los Palacios, ni el personal que llegó desde San Cristóbal a ayudar, tampoco los familiares, vecinos y amigos de Irima Yanet Palacios González, ni las autoridades de Salud, del Gobierno y el Partido en ese municipio.

Tras varias complicaciones que demandaron de la preparación y destreza de los galenos, entre ellas una reacción anafiláctica, sobre las tres de la madrugada del miércoles 12 de junio y después de ser transfundida nuevamente con glóbulos rojos «lavados», la paciente empezó a responder de forma favorable a los procederes.

Apunta Rodríguez Quiñones que bajó la frecuencia cardíaca que permanecía en 170, se estabilizó la presión y comenzaron a retirar medicamentos. Sobre las cinco de la madrugada, casi al amanecer, quitaron la intubación y la paciente tenía plena conciencia. Entre las 7:30 a.m. y las 8:00 a.m. fue trasladada hasta el hospital provincial, salvada, con vida.

A la joven, a su esposo y hermana no les alcanzan las palabras para agradecer a tanta gente buena y profesional que se puso en función de Irima. Desde el trato en el policlínico hasta la estancia en la UCI 3 ha sido, ante todo, un tiempo que denota la relevancia que tiene en Cuba una materna.

En equipo siempre

Las decisiones alrededor de una materna crítica son siempre consensuadas entre los integrantes de la comisión. Lo más importante —coinciden los doctores García Balmaseda y Rodríguez Quiñones— es que no se adopta una decisión individual, y ante cada caso se mantienen en comunicación con el resto de los especialistas y con el Grupo Nacional de Obstetricia, liderado por el doctor Danilo Nápoles.

Esta es quizá la única imagen en la que esté todo el equipo que salvó a Irima; agotados, pero felices, después de despertarla en las primeras horas del 12 de junio pasado. Foto: Cortesía de los entrevistados

En Pinar del Río las maternas graves son atendidas siempre en la UCI 3 del Abel Santamaría. Asegura el doctor Rodríguez Quiñones que se precisa de preparación, de estudio, pues este tipo de pacientes no se parece a ningún otro.

«Cuando uno les hace lo que llevan en el momento que lo lleva, ellas responden bien. Generalmente son mujeres jóvenes, sanas, y pasan muy rápidamente de un estado grave a uno de recuperación y estabilidad», insiste el Jefe de la comisión, con quien coinciden su colega García Balmaseda y el anestesiólogo Sánchez Martín.

El Programa de Atención Materno Infantil tiene prioridad dentro del sistema de Salud, por sensible, por noble. «Y con una materna uno no se rinde nunca. Es como en el béisbol: no se acaba hasta que se acaba; el monitor indica una parada cardíaca y la reanimación sigue dos horas después».

El éxito con Irima fue salvarla en un contexto adverso. No es la primera vez que un salón de operaciones y la UCI 3 del Abel Santamaría se trasladan hasta otro lugar. Se trata de un equipo dispuesto a darlo todo por la vida de una mujer.

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